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jueves, 9 de junio de 2011

¡EL DÍA QUE SE DETUVO EL SOL! (Josué 10)

            Haberse dejado engañar por los gabaonitas con su pan mohoso y sus disfraces harapientos fue algo peor que un error: condujo a los israelitas a problemas sumamente serios. En primer lugar, fueron engatusados al punto de acordar un tratado de paz con los gabaonitas. Pero eso no fue todo.
            Cuando Adonisedec, que era uno de los reyes de los amorreos que habitaban en Canaán, se enteró de que Josué había conquistado y destruido Jericó y Hai, y que se había celebrado un pacto entre Israel y los gabaonitas, se alarmó en gran manera.
             Su pueblo temía además a Gabaón pues era una ciudad muy importante, semejante a las ciudades reales de los amorreos. Los hombres de Gabaón eran afamados guerreros, y cuando el rey Adonisedec supo que se habían aliado con Israel envió mensajes urgentes a los demás reyes amorreos, poniéndolos al tanto del desastroso curso de los acontecimientos.
            "Acudan a ayudarme, y atacaremos a Gabaón", decía su mensaje, "pues han hecho la paz con Josué y los israelitas." Como consecuencia, los cinco reyes de los amorreos unieron sus fuerzas para realizar un ataque conjunto sobre Gabaón.
             De inmediato Josué recibió un aviso de los gabaonitas por el que se le daba cuenta del ataque, diciendo: "Por favor, no abandones a tus siervos. ¡Ven pronto a ayudarnos, y sálvanos!"
             Era bastante irónico que Josué tuviera que acudir en ayuda de una gente que lo había engañado, pero sabía que Israel no podía cederle ni un palmo de terreno a los impíos reyes de Canaán, a los que debía expulsar de aquellas tierras, según mandamiento de Dios.
            Sin embargo, antes de lanzarse a la acción, Josué buscó la importantísima voz confirmatoria del Señor. Con los gabaonitas había aprendido una valiosa lección, y es- taba decidido a escuchar a Dios.
            Y el Señor le respondió, y le dijo: "No tengas temor de ellos; porque Yo los he entregado en tu mano y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti." ¡Gloria a Dios! El Señor había respondido, y estaría junto a ellos. Eso era todo lo que Josué necesitaba para llenarse de valor.
            ¡Una vez que tuvo el visto bueno de Dios, Josué demostró que era un verdadero hombre de acción! Convocó de inmediato a sus mejores hombres, que acompañados de sus tropas se lanzaron a una marcha que tardaría toda la noche hasta llegar a Gabeón al amanecer, tomando al enemigo completamente por sorpresa.
          Dice la Biblia de la batalla que siguió: "El Señor los lleno de confusión delante de Israel, y mientras iban huyendo de los israelitas, el Señor arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos, ¡y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que por la espada de los hijos de Israel!"
           Una vez que Josué y sus hombres habían . hecho todo lo que estaba a su alcance, el Señor intervino por medios sobrenaturales para ayudarles. Sin embargo, los cinco reyes, con algunos de sus hombres, lograron huir de la batalla. De todos modos, Josué recordaba que Dios le había prometido en Gilgal que tendrían una victoria total, y que ninguno prevalecería delante de ellos.
          Se daba cuenta también de que aquella era una batalla decisiva que doblegaría el poder de los corruptos cananeos y que les dejaría abierta una importante salida al mar. ¡El enemigo debía ser anulado de manera definitiva!
          Sin embargo, se presentaba un problema muy evidente: transcurrían las horas y se alargaban las sombras. Pronto el sol se ocultaría tras las montañas, dándoles a sus enemigos la oportunidad de escabullirse en las sombras y tal vez de reagruparse, e incluso de obtener refuerzos.
          De repente Josué alzó la voz delante de todos sus hombres y exclamó en un impresionante estallido de fe: "¡Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón!"
          ¡Y he aquí que Josué y sus hombres siguieron luchando y persiguieron implacablemente a sus enemigos, durante mucho tiempo, y el sol mantuvo inalterable su posición en medio del cielo, sobre el campo de batalla! Y se detuvo, dice, "hasta que Israel se hubo vengado de sus enemigos."
          ¡Milagro de milagros! ¡El sol se detuvo en medio del cielo y retrasó su caída "casi un día entero"! Sigue la Biblia diciendo: "No hubo día como aquel, ni antes ni después, porque el Señor peleaba por Israel".
          ¡El Señor mismo había intervenido, de la manera más maravillosa posible, para que los ejércitos de Israel dispusieran del tiempo necesario para someter por completo a sus enemigos!
          Luego de aquella gran victoria siguieron otras, en las que Josué derrotó a sus enemigos. Dice: "Todos estos reyes y sus tierras los tomó Josué en una sola acción, porque el Señor, Dios de Israel, peleaba por Israel" (Josué 10:42).
          ¡Pues bien, el Dios de aquellos tiempos es el mismo Dios que tenemos hoy en día! Y cuando se presenten situaciones de apremiante necesidad o de desesperada urgencia, no dudará en luchar por Sus hijos de la manera que haga falta. "¡Al que cree todo le es posible!" (Marcos 9:23)
          Toda estructura, ya sea de una edificación, de un ejército o de un movimiento, descansa en dos pilares fundamentales: La voluntad de Dios y la voluntad del hombre. En tanto esos dos pilares estén alineados y coordinados uno con otro, la base será firme.
           ¡Con la oración se ejerce poder! ¡Si pertenecemos a Jesús y le obedecemos, cuando estemos fuertes en espíritu Dios hará cualquier cosa por nosotros! ¡Nos hacemos uno con El, y cuando eso sucede, podemos ordenarle a Dios que haga lo que sea! "Acerca de la obra de Mis manos, el Señor dice: ¡mandadme!" (Isaías 45:11)

La ciencia desconcertada por un día FALTANTE

           ¿Sabías que los programas de vuelos espaciales han demostrado la veracidad de muchos mitos de la Biblia? Harold Hill, presidente de la compañía de motores Curtis de Baltimore (EE.UU.) y consejero de proyectos espaciales, contó la siguiente anécdota:
           «Hace poco les aconteció algo impresionante a los astronautas y científicos espaciales de Green Belt, en Maryland. Estaban calculando cuál sería la posición del Sol, de la Luna y de los planetas dentro de 100 y de 1000 años. Es un dato imprescindible si se va a enviar un satélite al espacio, para evitar que más adelante se estrelle contra otros cuerpos. Se debe trazar la órbita del satélite teniendo en cuenta su vida activa. Así pues, con la ayuda de un computador hicieron cálculos que abarcaban bastantes siglos, y de súbito la máquina se detuvo. Una señal roja indicaba que había un error en los datos introducidos, o bien una disparidad entre los resultados obtenidos y ciertos parámetros. El departamento de servicios llevó a cabo una revisión y no halló error por ningún lado. Sin embargo, el computador señalaba que faltaba un día en el cómputo del tiempo transcurrido en el espacio. No hallaban la manera de resolver el enigma.
          »Un integrante del equipo que tiene profundas creencias religiosas recordó que la Biblia menciona una ocasión, en la época del Antiguo Testamento, en que el Sol se detuvo durante casi un día entero. Consultaron una biblia, y en el libro de Josué encontraron unas frases absurdas para cualquiera con un mínimo de sentido común. Sin embargo, allí estaban, en Josué 10:13. El caso es que le dieron la orden al computador de hacer un cálculo regresivo hasta la época de Josué y agregar el tiempo que, según las Escrituras, el Sol había permanecido inmóvil. El resultado que se obtuvo estaba bastante acertado, pero no del todo. El tiempo faltante desde la época de Josué era de 23 horas y 20 minutos, no un día completo. (La Biblia dice: "Casi un día entero".)
          »Cada palabrita de la Biblia tiene importancia. Los científicos seguían confusos. Si uno no logra explicar un desfase de 40 minutos, se va a topar con problemas dentro de 1.000 años. Había que hallar esos 40 minutos porque en las órbitas de los planetas se pueden multiplicar. La misma persona que había sacado a colación las Escrituras recordó entonces otro pasaje en el que se cuenta que cierta vez el Sol retrocedió. Los técnicos espaciales le dijeron que debía de estar loco, pero no tuvieron más remedio que echar mano de la Biblia y leer 2 Reyes 20. En ese pasaje Isaías, como señal de que se cumpliría una profecía que le había dado a Ezequías, le pidió al Señor que hiciera retroceder el Sol diez grados. Diez grados equivalen exactamente a 40 minutos. Las 23 horas y 20 minutos de Josué, más los 40 minutos de 2 Reyes, completan 24 horas, que los viajeros espaciales tendrían que registrar en sus cuadernos de bitácora como el día faltante en el universo.» Una vez más, ¡Dios demuestra la veracidad de Su verdad divina, tal como fue revelada en la Biblia, la Palabra de Dios!
                (Tomado de la revista Lakeview Messenger)

           ¡Quien confía en el Señor no será confundido jamás! (V. Salmo 31:1.)

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