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miércoles, 12 de enero de 2011

¡ASÍ SERÁ EL CIELO!

1. Cuando decimos «el Cielo", la mayoría de las veces en realidad nos referimos a una extraordinaria y gigantesca Ciudad Celestial llamada «Nueva Jerusalén» que en estos momentos se encuentra en el espacio exterior (Gálatas 4:26). Un día esta Ciudad Celestial descenderá a la tierra, y Dios morará con nosotros y nosotros con él (Apocalipsis 21:2,3).
2. ¡En nuestro asombroso Hogar Celestial, la gran Ciudad del Espacio --cuyo arquitecto y constructor es Dios--, existen cosas más fabulosas de lo que has soñado o imaginado jamás! (Hebreos 11:10,16; 1Corintios 2:9) Nuestros difuntos seres queridos ya se encuentran allá, en compañía de los cristianos de todos los siglos anteriores, disfrutando de los placeres paradisiacos de ese magnífico lugar.
3. Los últimos capítulos del último libro de la Biblia --Apocalipsis 21 y 22-- nos ofrecen la descripción más clara y más lograda de todo el Antiguo y Nuevo Testamento sobre las características y especificaciones de la Ciudad Celestial, o del Cielo, como decimos para abreviar. Estos capítulos contienen el relato hecho por el apóstol Juan de lo que vio cuando el Señor lo llevó hasta allá en un viaje espiritual. A continuación estudiaremos, pues, algunas de las maravillas descritas en esos capítulos.
4. «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más» (Apocalipsis 21:1). La tierra, como bien sabemos, es una inmensa y gigantesca esfera redonda, revestida de una corteza llamada superficie, que a su vez se halla rodeada de aire, nubes y cielo, lo que la Biblia llama «los cielos". ¡La Biblia emplea la palabra «cielo» o «cielos» para describir toda una diversidad de lugares! Existen los «cielos» de la atmósfera, el aire y las nubes; y también los «cielos» del espacio, donde se encuentran las estrellas, los planetas, el sol y la luna. ¡Mas en este artículo, cuando decimos «cielo» nos referimos principalmente a la Ciudad Celestial que bajará del espacio, atravesará la atmósfera y aterrizará en la Tierra!
5. Pero antes de que pueda ocurrir eso Dios, tendrá que depurar y rehacer la Tierra y los cielos. Así, al término del reinado de Jesús y Sus hijos, que gobernarán la Tierra durante el Milenio*, ¡Dios consumirá íntegramente la superficie de la Tierra y los «cielos» del aire y la atmósfera, y volverá a crear una bellísima Tierra nueva con un cielo nuevo! (*Para llegar a entender mejor el Milenio y cómo será, puedes leer nuestro artículo «¡El Milenio!", de la página 286.)
6. ¡Esta Tierra nueva será tal como era el Edén, el paraíso terrenal de Dios! ¡Todo será hermosísimo y no existirá ya el mal ni habrá peleas; todo será paz y belleza! ¡Ya no habrá montañas escarpadas, sino un bello paisaje ondulado de valles y colinas, sin grandes accidentes del terreno! ¡No habrá desiertos secos y yermos, sino fértiles y exuberantes bosques, prados y campos cultivados! ¡Y no habrá dos tercios de la superficie terrestre cubiertos por mares, sino que en esa época será todo tierra, con cantidades de hermosos ríos, arroyos y lagos! ¡Así, pues, en la tierra nueva habrá espacio habitable de sobra para que miles de millones de personas disfruten de ese mundo fabuloso!
7. Además, la tierra nueva estará rodeada por un cielo nuevo, es decir, que el aire será limpio, puro y agradable, libre de la hedionda contaminación, los gases tóxicos, el humo y el aire viciado. ¡Entonces --una vez que hayan sido depuradas y recreadas la tierra y su atmósfera--, la gran Ciudad Celestial bajará atravesando ese «cielo nuevo", puro y límpido para aterrizar finalmente en la «Tierra Nueva"!
8. «Y yo Juan vi la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios. Y oí una gran voz del trono de Dios que decía: ¡He aquí el tabernáculo (la morada) de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios!» (Apocalipsis 21:2,3)
9. Ahora mismo, en esta era, cuando los cristianos mueren, van a la Ciudad Celestial a gozar del Señor. Pero en ese día, no subiremos al cielo para vivir con Dios, ¡sino que Dios vendrá a la tierra a vivir con nosotros! ¡Será como si Dios se apoderara del mundo mediante una invasión extraterrestre! ¡Esas estaciones y ciudades espaciales que se inventan los científicos o que sirven de argumento para películas y novelas futuristas no tienen ni comparación con ésta en magnitud ni en grandiosidad! ¡La nuestra tiene 2.400 kilómetros de largo, 2.400 kilómetros de ancho y 2.400 kilómetros de alto! ¡2.400 kilómetros! ¡Es la mayor nave espacial que se haya construido jamás!
10. «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron» (Apocalipsis 21:4). ¡Imagínate! ¡No habrá más dolor, ni enfermedades, ni llanto, ni tristeza! ¡únicamente dicha y felicidad, gozo y paraíso terrenal por siempre jamás!
11. «Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, Yo hago nuevas todas las cosas. El que venciere heredará todas las cosas, y Yo seré Su Dios, y él será Mi hijo» (Apocalipsis 21:5-7). ¡En esa maravillosa Ciudad Celestial, se les darán «todas las cosas» a todos los que aman a Jesús y tienen fe en él! ¡Se te concederá toda cosa buena que hayas deseado, lo que sea!
12. Pero antes de entrar en mayores detalles sobre la Ciudad Celestial, o «el Cielo» como lo solemos llamar, ¡sería interesante describirte el aspecto que tendrás tú cuando vivas allí! Cuando Jesús vuelva para rescatar a Sus hijos del maligno Anticristo y sus impíos seguidores, dará a todos Sus hijos salvos nuevos cuerpos de resurrección, y nos iremos todos volando por los cielos para encontrarnos con Jesús y asistir luego a una grandiosa fiesta celestial llamada «La cena de las bodas del Cordero» (1Corintios 15:52; 1Tesalonicenses 4:16-17; Apocalipsis 19:1,6-9). Allí nos otorgará el Señor nuestras recompensas siempre que hayamos sido siervos fieles, tras lo cual regresaremos a la Tierra para reinar y gobernar 1.000 años con Jesús. (Véase nuestro artículo sobre el Milenio.)
13. ¡Nuestro nuevos cuerpos de resurreción tendrán poderes extraordinarios, igual que Jesús cuando resucitó! Podremos volar, desaparecer, y atravesar puertas cerradas y paredes macizas, tal como lo hizo Jesús (Lucas 24:30,31,51; Juan 20:19). ¡Poseeremos cuerpos nuevos mucho más poderosos y gloriosos que los cuerpos terrenales que tenemos hoy en día! (1Corintios 15:42-44) En algunos aspectos, sin embargo, serán muy parecidos a los de ahora.
14. ¡Cuando Jesús resucitó de entre los muertos conservaba el mismo aspecto, se sentía igual, aún podía comer, beber, y hasta cocinar! (Juan 21:4,9) ¡La primera vez que Sus discípulos le vieron después que resucitó de los muertos, se aterrorizaron, porque creyeron que era un espíritu! Pero él les dijo: «¡No temáis; soy Yo!", tras lo cual añadió: «¡Tocadme! ¡Palpadme! ¡Mirad que Yo mismo soy! ¡Un espíritu no tiene carne ni huesos, como Yo tengo!» (Lucas 24:39-43) ¡Y acto seguido se sentó y comió con ellos! ¡O sea que con nuestros nuevos y maravillosos cuerpos celestiales glorificados podremos disfrutar de las mismas cosas agradables y placenteras de que gozamos hoy en día aquí en la tierra! (Apocalipsis 2:7,17) ¡Disfrutaremos, por ejemplo, de bellos amigos, bella música y de bello amor y cariño! ¡Dios no creó todas estas maravillas para luego abandonarlas! ¡En el Cielo tendremos todo esto y aún más! ¡Todas las cosas que te encantan, que disfrutas y que te divierten en grande aquí en la Tierra, en el Cielo las tendrás para siempre!
15. ¡Otro aspecto maravilloso del Cielo es que tendremos ocasión de reunirnos con todos nuestros seres queridos de los que hoy en día estamos separados! ¡Será la mayor reunión familiar que jamás se ha visto, con todos tus hermanos y hermanas, tus amigos, tus padres, tus abuelos y todas las personas por quienes tienes mucho cariño y que sin embargo están lejos o se han ido ya al Cielo! ¡Además, los que ya se habían envejecido y arrugado aquí en la tierra, allá se volverán a ver jóvenes y hermosos! ¡Ponte a pensar! ¡En este momento se encuentran ya disfrutando de todos los placeres del Cielo!
16. Volvamos ahora a la descripción de la Ciudad Celestial que hace el apóstol Juan en Apocalipsis 21: «Vino entonces a mí uno de los ángeles, y me mostró la gran Ciudad Santa de Jerusalén, que descendía de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como un diamante, transparente como el cristal. Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas doce ángeles. Y el muro de la Ciudad tenía doce cimientos", o doce niveles. (Apocalipsis 21:9-14)
17. «Y el ángel que hablaba conmigo midió la Ciudad, sus puertas y su muro. La base de la Ciudad es un cuadrado perfecto; mide lo mismo de largo que de ancho. El ángel midió la Ciudad, ¡y tenía 2.400 kilómetros de largo, 2.400 de ancho y 2.400 de alto!» (Apocalipsis 21:16) ¡Una ciudad con esas medidas --2.400 kilómetros en cada dirección-- es inmensa!
18. ¿Eres capaz de imaginarte una ciudad de ese tamaño? ¡Es casi imposible de concebir! ¡La base tiene el tamaño de la mitad de EE.UU., o toda Europa, o la mitad de Africa! ¿Y te imaginas lo que es que tenga 2.400 kilómetros de alto? Los aviones a reacción gigantes suelen volar como mucho a ocho o nueve kilómetros de alto, e inclusive la mayoría de los satélites espaciales suelen estar a una altura que oscila entre 240 y 900 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra, casi nunca más altos. ¡Sin embargo, la Ciudad Celestial de Dios tendrá 2.400 kilómetros de alto!
19. Su gran Ciudad del Espacio va a descender a la Tierra; ¡pero aun cuando llegue a la Tierra, una buena parte de ella continuará en el espacio! ¡La mayor parte de la Ciudad seguirá sobresaliendo en el espacio exterior! ¡Menuda vista tendremos desde la cúspide! ¡Será el rascacielos más alto del universo! ¡Y es nuestro Hogar celestial, donde habrá lugar de sobra para todos los millones y miles de millones de hijos de Dios que han vivido en nuestro planeta! ¡Aleluya!
20. Y ¿sabes qué forma tendrá esta Ciudad Celestial? ¡La de una pirámide! La Biblia la llama «el monte de la casa del Señor» y «el monte de Sion, Jerusalén la celestial» (Isaías 2:2; Daniel 2:35b; Ezequiel 28:14b; Apocalipsis 14:1; 21:2), ¡por lo que debe de tener forma de montaña! Seguramente es lo que trataban de copiar o imitar los antiguos egipcios al construir sus pirámides.
21. Tal como dijo un hombre de Dios muy devoto que, tal como el apóstol Juan de la antigüedad, fue llevado en el espíritu a ver y visitar esta maravillosa Ciudad: «No sé exactamente en qué parte de esa Ciudad tan grande me encontraba cuando la visité, pero casi parecía una especie de gran feria mundial, ¡porque había preciosos edificios enormes, bellísimos parques y cantidad de cosas maravillosas! ¡Los edificios que vi por dentro parecían pabellones científicos o algo parecido! ¡No me sorprendería que el Señor tuviera cantidad de exhibiciones y exposiciones maravillosas allí para enseñarnos las auténticas ciencias de Dios y la historia del universo tal como fue en realidad! ¡Todas nuestras preguntas quedarán respondidas y aprenderemos todo lo que siempre quisimos saber!
22. «¡Imagínate! ¡Podremos retroceder al pasado para observar los acontecimientos tal como sucedieron en realidad, tal como han quedado registrados por el Señor! ¡Observaremos a Dios creando la Tierra, la Luna y las estrellas! ¡Contemplaremos cómo creó las diversas aves, peces y demás animales! ¡Veremos cómo se conocieron Adán y Eva! A todos nos gustaría ver qué pasó en realidad, ¡y seguramente Dios tiene cantidad de exhibiciones y espectáculos para que podamos ver todo lo que sucedió, para enseñarnos los prodigiosos secretos y misterios de Su gran creación!»
23. Jesús dijo: «En la casa de Mi Padre muchas moradas hay. Voy a preparar lugar para vosotros, para que donde Yo estoy, ¡vosotros también estéis!» (Juan 14:2,3) Personas que han estudiado mucho la Biblia y la han traducido dicen que la palabra «moradas» o «mansiones» que aparece en la Biblia no significa forzosamente una casa grandísima, sino más bien algo así como muchas casas independientes agrupadas, ¡quizá algo parecido a lo que llamamos hoy en día apartamentos de lujo!
24. ¿Para qué íbamos a necesitar cada uno una casa grande y espaciosa para nosotros solos? Yo creo que me sentiría un poco solitario, ¿tú no? ¡Yo prefiero mucho más tener a todos mis amigos, hermanos, hermanas, amores y seres queridos viviendo en mi casa conmigo! De modo que aunque las «moradas» que Jesús nos ha preparado sean casas grandes, ¡podremos vivir en ellas juntos, en armonía, y en compañía de todos nuestros seres queridos fallecidos!
25. Juan dice que el mismo ángel que midió la Ciudad midió también su muro exterior, ¡y que tenía 144 codos (67 metros) de alto! (Apocalipsis 21:17) ¡Luego nos explica que los 12 niveles de esta gran muralla son cada uno de una piedra preciosa o gema diferente, todas bellísimas, de todos los colores del arco iris: diamantes, rubíes, cuarzo, etc.! ¡Qué maravilla! ¡Qué magnífica Ciudad! (Apocalipsis 21:19- 21)
26. «¡Las 12 puertas eran 12 perlas!» (Apocalipsis 21:21) ¡Cada una de las 12 puertas de esta gran muralla hermosísima es una perla gigante! «¡Y la calle de la Ciudad era de oro puro, transparente como vidrio dorado!» (Apocalipsis 21:21) ¡El oro de la Ciudad será como un cristal dorado, resplandeciente, un oro diáfano bellísimo y eterno! Y no sólo las calles serán de este oro puro transparente como vidrio, ¡sino que dice que toda «la Ciudad es de oro puro, transparente como el vidrio"! (Apocalipsis 21:18) ¡Imagínate qué lindo será! ¡A través de las paredes de oro transparente de la Ciudad podremos ver la hermosísima Tierra Nueva!
27. «Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero» (Apocalipsis 21:22). ¡En esta asombrosa y portentosa Ciudad gigante no hay templos, iglesias, catedrales, sinagogas ni mezquitas! ¡No tiene lo que llaman «casas de Dios"!
28. «Y la Ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su Lumbrera» (Apocalipsis 21:23). No dice que no vaya a haber luna ni sol, sino que en la Ciudad no necesitarán de la luna ni del sol, porque tendrá luz propia, ¡la bellísima Luz de Dios y de Su hijo, Jesús! Mas fuera de la Ciudad, en la Tierra Nueva, seguirá habiendo estaciones y día y noche como ahora. (Génesis 8:22)
29. «Y las naciones que hayan sido salvas andarán a la luz de la Ciudad; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella» (Apocalipsis 21:24). En la Tierra Nueva, fuera de la Ciudad seguirá habiendo naciones y reyes. Dice que los salvos, aquéllos cuyo nombre esté inscrito en el Libro de la Vida del Cordero, serán los únicos a los que se les permitirá la entrada en esta maravillosa Ciudad Celestial para disfrutar de ella. (Apocalipsis 21:27b)
30. «Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio del río, y a uno y otro lado del río, está el árbol de la Vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto» (Apocalipsis 22:1,2). Partes de esta hermosísima Ciudad serán como un parque lindísimo, ¡y este río mágico de la vida correrá por en medio de él! ¡Imagínate lo que será nadar y pasear en bote en el Cielo, por el mágico río de Dios! (Ezequiel 47:5)
31. «Y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones» (Apocalipsis 22:2). En la Ciudad Celestial ya no habrá dolor, enfermedades, muerte, pena ni llanto. Entonces, ¿por qué .po 40
32. hacen falta las hojas del árbol para la sanidad de las naciones? Bien, da la impresión de que los reyes y las naciones que habrá fuera de la ciudad no estarán «salvados» de la misma forma que nosotros que ya amamos a Jesús desde ahora. Nosotros viviremos dentro de la Ciudad, pero ellos todavía necesitarán esa sanidad.
33. Al parecer en la Tierra Nueva vivirán los que no hayan sido tan malos como para merecer ir al Infierno, pero que, a pesar de ser bastante buenos, tampoco se hayan salvado por medio de Jesús, por lo que no podrán entrar en el Cielo. ¡De todos modos, Dios se apiadará de ellos! ¡Mandará salir a Sus hijos --es decir, a nosotros-- por las 12 puertas de perla de la santa Ciudad, llevando hojas del árbol de la vida para sanarlos!
34. Los que amamos a Jesús y vivamos en esa Ciudad tan fabulosa, recogeremos esas hojas tan especiales para llevárselas a los pobres que estén afuera, para sanarlos y ayudarlos. ¡Algo así como lo que hacemos actualmente con los folletos de las Palabras de Dios, los posters y librillos que llevamos a la gente del mundo actual, para que pueda conocer a Jesús y el Amor de Dios! ¡De modo que todavía tendremos mucho trabajo! ¡Ni siquiera en el Cielo dejaremos de servir al Señor y trabajar para él! (Apocalipsis 22:3b)
35. Y cuando ya hayamos hecho todo eso y todas las personas hayan sido completamente regeneradas y estén salvadas y vivan felices amando al Señor y amándose entre sí, ¿quién sabe qué más nos pedirá Dios que hagamos? ¡Tal vez querrá que vayamos a conquistar otros mundos! ¿Para qué está todo el universo, que sentido tendría que el espacio sea tan inmenso si él solo estuviese interesado en este pequeño planeta? ¡Es posible, pues, que tengamos que salvar, rescatar, educar, instruir y sanar a otros mundos!
36. ¿Y tú? ¿Estás listo para un maravilloso y emocionante futuro en el Cielo? ¿Sabes si Jesús te está preparando a ti un lugar en esa gran Ciudad del Espacio? Si amas a Jesús y lo tienes en tu corazón, ¡puedes tener la certeza de que el Cielo es tu hogar, donde serás feliz eternamente, con Jesús! Si le amas y recibes y vives para él ahora, ¡podrás disfrutar de él y del Cielo eternamente! ¿Amén? ¡Allá nos vemos! ¡Por fin en casa, y para siempre!

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