TRADUCTOR DE LA PAGINA EN OTROS IDIOMAS

lunes, 10 de enero de 2011

LIBRO: DE JESÚS CON CARIÑO Para momentos de crisis





Para momentos de crisis

Introducción
Velo por ti Mi amor
Conéctate conmigo
En medio de la tormenta
Encuentro matutino
Basta con creer
Mecánica de la fe
No te pido perfección
La senda de la victoria y los milagros
Considera el gorrión…
Refugio
Un obstáculo a la vez
Déjame llevar la carga
Remonta el vuelo hacia Mí
La alabanza brinda sosiego
Presiones económicas
Cuando los medios habituales no bastan…
Tuyas son Mis riquezas
Las promesas divinas siguen vigentes
Para ser feliz a pesar de los pesares
Si das, recibirás
Cuando la vida se pone francamente difícil
El proceso de cincelado
Las estaciones de la vida
Peldaños
El ascenso hasta la cumbre
Males que por bienes vienen
Asistencia omnipresente
El estrés
Pasaje a la libertad
Doble ganancia
Conserva la sencillez
Para recobrar el control
Cuando la carga se pone muy pesada…
El peso del pasado
Los brazos extendidos del perdón
Ojalá pudiera…
Reconoce tu necesidad
Perdonar y olvidar
Comienza de nuevo, hoy
Relaciones familiares y sentimentales
Una casa de corazones
Los padres y la oración
Para romper las cadenas de la adicción
Si te han herido
Relaciones viciadas
Ciérrale la puerta al ayer
Cuando fallece un ser querido
Preparación para el más allá
Un nuevo comenzar
En Mis brazos
Viaje hacia el amor
Da lugar al proceso de curación
Paz que sobrepasa todo entendimiento
¿Por qué?
¿Dónde estás?
¿Es ingrata la vida?
¿Me conmuevo ante el sufrimiento?
Dios no tiene la culpa
La promesa de Romanos 8:28
Epílogo

Fuentes
Salvo que se indique otra cosa, todas las frases textuales de las Escrituras que aparecen en De Jesús, con cariño provienen de la versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizadas con permiso.
Introducción
El presente libro de mensajes de Jesús contiene numerosas garantías Suyas de que nos ayudará a superar esos momentos de crisis en que más necesitamos Su amor y Su consuelo. Él tiene una solución para cada problema y puede ayudarnos a salir airosos de toda dificultad. Nada es demasiado difícil para Él. Además, Él puede producir cambios maravillosos en nosotros.
Jesús ha dicho que estos mensajes son promesas que Él hace a Sus seguidores. Como las monedas de oro y las perlas preciosas de un tesoro, están ahí para que las saquemos y canjeemos cuando haga falta. Cada vez que invocamos esas promesas, Él cumple Su palabra y premia nuestra fe. Se aboca a resolver nuestros problemas, y nosotros salimos recompensados, reanimados, fortalecidos y transformados.
Esa es la clave para superar obstáculos: la fe. Cuando tenemos la inconmovible convicción de que Jesús nos ama y vela por nosotros cualesquiera que sean nuestras circunstancias, aun lo aparentemente imposible se hace viable. Con frecuencia nuestra reacción inicial ante una situación de apuro es la contraria: adoptamos una actitud derrotista, de desaliento y depresión. Sin embargo, Jesús quiere que recibamos ayuda y vivamos felices, no descorazonados y abatidos. Por eso nos dice una y otra vez cuánto quiere que acudamos a Él en los momentos de dificultad, y nos recomienda que reposemos en Sus brazos cuando nos sintamos débiles. Si hacemos eso, Él se lleva nuestras cargas y nos ayuda a salvar los trances por los que pasamos.
De modo que cuando te encuentres en una crisis, deja que Jesús te aclare cómo ve Él las cosas. Al enfocarlas desde Su prisma, cobrarás fe, y así podrás dar el siguiente paso: seguir Sus instrucciones. Día a día, si permaneces en estrecha comunicación con Él, hallarás perfecta paz, y con Su ayuda te sobrepondrás a cualquier tribulación.
Velo por ti Mi amor
Mi amor es paciente y comprensivo en un mundo de intolerancia, es tierno y gentil cuando la gente se muestra insensible o indiferente. Mi amor consuela en el dolor y en la soledad. A los que están confusos les aclara los pensamientos. Ofrece reposo al cansado y asistencia al impotente. Renueva las fuerzas a quienes se sienten incapaces de seguir adelante. Brinda paz en medio de las tempestades de la vida.
Mi amor puede sanar a los dolientes y aliviar sus penas y sufrimientos. Disipa la tensión, las preocupaciones y el estrés. Mi amor cambia el temor por fe y valor, e infunde esperanza a quien no le queda ninguna. Es luz, y ahuyenta las tinieblas. Desciende al más profundo abismo para salvar a alguien, llega a cualquier extremo para rescatarlo. No se detiene ante nada. No hay escollo que no pueda superar.
Mi amor es un obsequio que te hago. Siempre ha estado a tu disposición y siempre lo estará. ¿Lo aceptas?
Conéctate conmigo
Cualesquiera que sean tus circunstancias o el modo en que las has encarado hasta ahora, sea lo que sea que hayas hecho o dejado de hacer, te amo. Veo cada una de tus lágrimas. Oigo todos tus clamores. Participo de cada una de tus angustias, tus pesares, tus reveses e inquietudes. Conozco todos tus deseos. Veo hasta lo más recóndito de tu corazón y todo lo que hay en él, y te amo más profundamente de lo que alcanzas a comprender.
Conozco tu lucha y quiero ayudarte. La vida entera suele ser una lucha. Sin embargo, se hace mucho más fácil si estableces una conexión espiritual conmigo. Tengo todo el amor, el consuelo, la paz y las soluciones que anhelas. Estoy aquí mismo, a tu lado, aguardando pacientemente a que me pidas ayuda para aliviar tu turbación, enjugar tus lágrimas y manifestarte cuánto te amo.
En medio de la tormenta
Aunque no puedo prometerte que te guardaré de las tormentas de la vida, sí te aseguro que te acompañaré cuando las atravieses. Mi ayuda se hace patente de múltiples formas. Puede que no siempre se manifieste tal y como esperabas, pero se hará sentir. Nunca te abandonaré a tu suerte, para que bregues por tu cuenta.
Cuando me pidas ayuda, responderé tus oraciones. Cuando tengas miedo, te infundiré fe para confiar en Mí, paz interior y valor para seguir adelante. Cuando estés débil y te invada el agotamiento, apóyate en Mí: te transmitiré una energía que no has conocido jamás. Cuando tengas el corazón hecho pedazos, Yo te lo recompondré.
No puedo impedir que sufras contrariedades y pesares, pero sí puedo tornarlos más llevaderos, y hacer que al final redunden en bien tuyo. Puedo hacer que tu espíritu se eleve por encima de las borrascas de la vida. Detrás de las nubes -aquí arriba en los lugares celestiales, en Mi presencia- el sol siempre brilla. En un día gris, Yo soy un rayo de sol; soy el arco iris que aparece tras la tempestad. Soy el refulgente rayo de esperanza que devuelve el brillo a tu mirada.
Esta tormenta pasará. Mientras tanto, permíteme que te guarde en medio de ella.
Encuentro matutino
Haces bien en pasar un rato conmigo a primera hora del día, pues eres impotente sin las fuerzas que sacas de Mí, eres torpe sin la sabiduría que adquieres conmigo, y no tienes amor que entregar a los demás si primero no lo obtienes de Mí. Sin Mí, seguirías adelante en tu pequeño mundo, con las limitaciones que tus magros recursos te imponen. Tus fuerzas humanas se agotarían recién iniciada la jornada. Tus propias ideas se interpondrían, y no llegarías muy lejos con la reserva de amor de ayer. En cambio, cuando acudes a Mí, te abro el mundo infinito de Mi Espíritu. Yo soy sabiduría, soy fuerzas, y soy amor.
¿No dije en Mi Palabra que debes esforzarte por entrar en Mi reposo? (Hebreos 4:11). Parece más fácil avanzar por tus propias energías que procurar entrar en la dimensión de Mi Espíritu, donde Yo te impulsaría. Pero no es así; en realidad te complicas las cosas, pues haces que me resulte más difícil ayudarte.
Tómate, pues, un ratito cada mañana para escucharme y entrar en Mi reposo. La práctica hace al maestro. A medida que te ejercites en acudir a Mí, se volverá más fácil. No dejes de tomarte ese tiempo conmigo cada mañana. Verás que siempre acudiré a la cita.
Basta con creer
Mecánica de la fe
Si una fe no mayor que un grano de mostaza es capaz de mover una montaña (Mateo 17:20), probablemente consideras microscópica tu fe, dado que no tienes indicios de que tus súplicas sean respondidas. Sé que eso puede resultar descorazonador, pero no debería impedirte que me pidas que obre un milagro cuando te haga falta.
Hay un par de cosas que debes saber acerca de la fe. Primero, que no es una virtud que puedas alcanzar u obtener por tu cuenta, sino un don de tu Padre celestial. Segundo, que necesita, al igual que un músculo, alimento y ejercicio para desarrollarse. El alimento espiritual lo proporciona la lectura y asimilación de la Palabra de Dios. Y la fe se ejercita poniéndola en acción. Así que nútrela y cultívala todos los días mediante tus oraciones y acciones.
No hay que esperar a tener una fe bien robusta para empezar a recibir Mi asistencia. Si necesitas resultados inmediatos pero consideras que te falta fe para obtenerlos, pídeme que aumente tu fe. Sé como el hombre de la Biblia que me rogó que sanase a su hijo sordomudo. Tenía sobrados motivos para dudar de que algo fuera a cambiar. Y en efecto, dudaba. Sabía que su fe era débil. Así que cuando le pregunté si creía que Yo podía sanar a su hijo, respondió: «Creo, Señor; ayuda mi incredulidad». Apenas confesó su insuficiencia y me pidió ayuda, obtuvo así la fe como el milagro. Su hijo se curó en el acto.
No te pido perfección
Muchas personas no oran hasta que se ven en un apuro. Entonces descubren que no tienen una fe que les permita conseguir resultados. Su fe es débil, porque llevan mucho tiempo sin ejercitarla. Además, como antes que les sobreviniera la crisis no le daban mayor importancia a su relación conmigo, se sienten incómodas al acudir a Mí. Se consideran hipócritas e indignas, y no saben por dónde empezar para enmendar las cosas.
Es mucho más fácil orar con plenitud de fe cuando tienes la costumbre de hacerlo y de recibir respuestas Mías, cuando te sientes cerca de Mí porque me abres el corazón día a día, y cuando sabes que has hecho todo lo posible por complacerme. Sin embargo, aunque no cumplas todas esas condiciones, hay esperanza. No exijo perfección de tu parte para responder a tus oraciones. Ayudo a cuantos claman a Mí con fe y humilde fervor.
No tienes más que acudir a Mí en los momentos de necesidad y purificar tu corazón confesando tus faltas y aceptando Mi perdón. Cree que soy capaz de obrar el milagro que necesitas, y lo haré. Lo mejor es que eso puede marcar el inicio de toda una nueva etapa, en la que obtengas más respuestas a tus oraciones y disfrutes de una relación más estrecha conmigo.
La senda de la victoria y los milagros
La alabanza te trae a Mi presencia. Crea una estrecha proximidad entre tu espíritu y el Mío. Te hace sentir Mi amor y ver todo como Yo lo veo con más facilidad.
La alabanza es la voz de la fe. Cuando me alabas reconoces que sólo Yo soy capaz de resolver tus problemas y declaras tu confianza en que Yo lo haré.
La alabanza abre la puerta de la dimensión espiritual. Te eleva por encima del ámbito material y sus circunstancias y te transporta al mundo espiritual, donde Yo lo gobierno todo y todo es posible.
La alabanza también es provechosa para tu espíritu. Cuando piensas en lo bueno y hablas de lo bueno, todo lo que te rodea se vuelve bueno. Si te pones a alabarme aun sin tener ganas, se te eleva el espíritu, y al poco tiempo te viene un deseo natural de hacerlo. Yo siempre bendigo y premio la alabanza.
Tus alabanzas ayudan incluso a quienes te rodean. Les levantan el ánimo y les infunden fe y confianza en Mí. Generan entusiasmo y optimismo.
Cuando me lo encomiendas todo a través de la alabanza, tu fe aumenta de manera exponencial. Es un principio espiritual que siempre da resultado.
El amor de Dios es constante. No conoce límites, no sabe de horas ni de días. Recuerda que Dios es muy grande, te ama y vela por ti.
Considera el gorrión…
Mi mirada sigue al gorrión mientras revolotea buscando alimento y un sitio donde anidar. Yo lo conduzco a un lugar de reposo, y él confía en Mí. No se preocupa por lo que no tiene. Se dedica a lo suyo y confía en que Yo proveeré para sus necesidades. Aunque los gorriones son pequeños y numerosos, Yo los conozco a todos y velo por ellos. Me acuerdo de cada uno y le prodigo Mis cuidados (Salmo 84:3; Mateo 6:26; 10:29).
Tú para Mí tienes mucho más valor que todos los gorriones juntos. Si me preocupo tanto de esos pajaritos que parecen insignificantes, ¿no me preocuparé también de ti?
Conozco tus cuitas y entiendo tus temores. Estoy para infundirte fe y responder a tus oraciones. Pero es preciso que confíes en Mí como hace el gorrioncito. A él no lo ves aleteando frenéticamente, sumido en el pánico. Vive tranquilo y en paz, sabiendo que no le quito los ojos de encima y que lo cuidaré como cuido de todos los Míos.
Tengo también la mirada puesta en ti, y estoy siempre listo para prestarte asistencia. Así que confía en Mí, ¿de acuerdo? Que sea Yo quien se preocupe.
Refugio
Hoy en día todos andan preocupados por el futuro. Y con razón. Al paso que van las cosas, tienen motivos para temer lo que les pueda ocurrir a ellos, a su familia, su ciudad, su país, su mundo. El planeta se ha convertido en un sitio turbulento y estresante. A veces uno quisiera encontrar un refugio, sellar las ventanas y las puertas y marginarse del mundo.
No sirve de nada hacer como si los problemas no existieran. Por otra parte, no tienes por qué abrigar miedos, pues Yo velo por ti. Cuando te invada el temor, refúgiate en Mí. Cuando te encuentres en una situación peligrosa, clama a Mí para que te ayude, y ten la certeza de que acudiré a protegerte. Cuando no puedas ocuparte de tus seres queridos, encomiéndamelos. Cuando se produzca una crisis nacional o internacional, Yo proveeré un refugio para ti y los tuyos.
Aunque ocurriese lo impensable -que tú o tus seres queridos perdieran la vida-, ten por cierto que te aguarda una existencia mejor en el más allá. En el Cielo se remedian todos los males del mundo.
Como ves, aunque hay muchos motivos por los que podrías preocuparte, en realidad no hace falta que lo hagas, pues Yo velo por ti.
Un obstáculo a la vez
Un corredor de vallas debe ir sorteando los obstáculos de uno en uno. Si se preocupa por todas las vallas que le esperan, es posible que no se concentre en la próxima que debe saltar. Aprende de él. Encara los problemas de uno en uno en lugar de querer resolverlos todos al mismo tiempo.

Déjame llevar la carga
Estas cargas son excesivas para ti. Son para que Yo las lleve. Lo hice así para que te dieras cuenta de que tienes necesidad de Mí y para que, al aprender a depender de Mí, estrecharas tu relación conmigo. Yo te sacaré adelante si me encomiendas todas tus inquietudes.

Remonta el vuelo hacia Mí
Al remontar el vuelo hacia Mí en alas de la oración, al retirarte del campo de batalla de los problemas para descansar, recuperar fuerzas espirituales y escuchar Mi voz, te daré soluciones que harán que se esfumen esas dificultades. Puedes obtener alivio, pero debes descansar y apoyarte enteramente en Mí.

La alabanza brinda sosiego
¿Por qué pasar otra noche sin conciliar el sueño? ¿Por qué sufrir de ansiedad cuando puedes encomendarme todas tus preocupaciones y recibir de Mí paz interior? Aun en las circunstancias más sombrías, puedo conceder paz a tu espíritu y aliviarte del estrés físico y mental ocasionado por la preocupación y el temor.
Mi paz te llega al corazón cuando apartas la mirada de tus aprietos y apuros y la pones en Mí. Deja de preocuparte y piensa en Mí. Busca algo que puedas agradecerme -algo fuera de lo común que haya hecho por ti en otro momento- y alábame por ello. O piensa en la peor experiencia que hayas tenido y en el hecho de que todavía estás aquí. Convierte enseguida ese pensamiento en una oración de gratitud. Aunque en ese momento no rezaras ni me conocieras siquiera, fui Yo quien te sacó adelante. He velado por ti toda tu vida. De la misma manera que te he ayudado a salir de muchas situaciones complicadas y te he evitado más líos de los que te imaginas, voy a ayudarte a superar las adversidades a las que te enfrentas en este momento.
Cuanto más me alabes, más se verterá Mi paz sobre tu corazón.
Presiones económicas
Cuando los medios habituales no bastan…
Cuando hayas hecho todo lo que puedes y agotado tus medios habituales de sustento, y aun así te veas en dificultades para hacer frente a tus compromisos, no desesperes; Yo te mantendré por otros medios. Cuando otros incumplan sus obligaciones económicas o te veas adversamente afectado por sus decisiones erróneas o egoístas, no desesperes; Yo sí cumplo, y compensaré esa merma. Cuando te sobrevenga una calamidad seguida de gastos imprevistos, no desesperes; Yo me haré cargo de lo que no cubra tu póliza de seguro. Cuando la economía apriete y escasee el trabajo, no desesperes; Yo soy capaz de proveer para ti aun en circunstancias imposibles.
«Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7:7). Hace tiempo hice esa promesa, y todavía es válida hoy en día. Hazme saber tus necesidades, pídeme que las satisfaga. Haz la parte que te corresponde: pide, busca y llama. Y Yo haré la Mía.
Cuando te encuentres en un aprieto económico y no sepas cómo salir de él, déjame a Mí obrar. Soy capaz de proveer para Mis seguidores por los medios más inesperados y menos convencionales. De hecho, me deleito en hacerlo, pues los amo. Además, eso los hace apreciarme más, lo cual también me complace.
Tuyas son Mis riquezas
La clave para obtener tanto riquezas espirituales como provisiones materiales es en realidad muy sencilla: consiste en tomar conciencia de los vastos recursos de que dispongo.
Mi Palabra registra cientos de promesas que tienes derecho a invocar. Si lees, absorbes y me recuerdas esas promesas, verás tus oraciones respondidas de formas que te emocionarán e incrementarán tu fe. En la medida en que sigas haciendo eso, Yo no dejaré de responderte, de inspirarte y de proveer para tus necesidades. Juntos crearemos un ciclo continuo de éxitos.
Con eso no quiero decir que tu fe nunca vaya a flaquear ni que nunca más vayas a tener que superar escollos. Mientras estés en este mundo las épocas de prosperidad se alternarán con las de dificultades. Los problemas son parte necesaria de la vida. Sin embargo, tu vínculo conmigo y tu fe en Mi amor y en Mis promesas te ayudarán mucho.
Las promesas divinas siguen vigentes
La Biblia refiere que en cierta ocasión dije a Mis discípulos que todos los cabellos de su cabeza estaban contados y que ni un solo pajarillo cae a tierra sin que Mi Padre lo sepa. Les expliqué que no tenían por qué afanarse por sus necesidades materiales, que si confiaban en Mí y me seguían, Yo me aseguraría de que quedaran cubiertas.
Puede que eso te parezca poco realista en el mundo metalizado de hoy en día, en el que da la impresión de que ganar dinero es más importante que nunca. Los tiempos han cambiado; Mis promesas no. Siguen tan vigentes hoy en día como hace 2.000 años. Si buscas primeramente el reino de Dios y haces lo posible por obedecer Su Palabra, Mi Padre te proveerá de todo lo que necesites (Mateo 6:33; Salmo 84:11).
Si me amas y procuras seguir el ejemplo que di de amar a los demás y desvelarme por ellos, Dios cuidará de ti. Como padre que es, vela por que las necesidades de Sus hijos estén debidamente atendidas. Así y todo, eso no garantiza que de aquí en adelante vayas a gozar de una vida cuajada de lujos y comodidades. Las épocas difíciles también forman parte del plan por el que tu Padre celestial forja tu carácter. Al igual que un padre terrenal no otorga automáticamente a sus hijos todo lo que le piden, Dios no necesariamente te concede todo lo que deseas. Más bien te da lo que necesitas y lo que, a Su juicio, es mejor para ti, no solo para tu cuerpo, sino más importante aún, para tu espíritu inmortal.
Para ser feliz a pesar de los pesares
Cuando escasean los recursos, se pone a prueba tu fe en Mi capacidad de proveer para tus necesidades. Las voces del desaliento se confabulan para convencerte de que Mis promesas no son verdad, que no voy a proveer como dije que lo haría. Pero no sucumbas ante esas dudas. Si te esfuerzas por obedecer Mis mandamientos, Yo te respaldaré. En ciertas ocasiones te respondo enseguida; en otras, lleva un tiempo.
Son muchos los factores que afectan Mi capacidad de responder tus oraciones y suministrarte lo que te hace falta, incluidas las decisiones que tomen tú y otras personas. Así que no te dejes abatir ni te impacientes ni vayas a pensar que no me importa y que no voy a proporcionarte lo que solicitas. A veces ambos tenemos que aguardar a que se den las condiciones propicias.
Mientras tanto, conténtate con lo que tienes. Agradéceme lo que ya te he dado, lo que es de más valor que los bienes materiales, lo que el dinero no puede comprar: el amor de quienes te son entrañables, las amistades profundas, la paz interior, la satisfacción de conocerme y de amarme. Si estimas esas cosas por encima de todo, habrás encontrado la clave de la felicidad, y te lloverán Mis bendiciones espirituales, cualesquiera que sean las circunstancias en que te encuentres.
Si das, recibirás
Si depositas tu confianza en las economías y en las instituciones financieras de este mundo, o piensas que determinada estrategia económica te va a proporcionar felicidad, vas camino del desencanto. El motivo es que esos sistemas se basan en el egoísmo, y éste a la larga conduce a la desdicha. Aunque por esos medios alcances el éxito económico, como les sucede a unos pocos, nunca serás verdaderamente feliz a sabiendas de que lo lograste a costillas de otras personas.
¡Cuánto mejor es confiar en Mí y obrar a Mi modo! Mi plan económico se basa en el amor, la cooperación, la justicia, el desinterés y la generosidad. Se opone diametralmente a los principios económicos egoístas que rigen el mundo. Puede que esto no tenga mucho sentido en términos económicos, pero sí lo tiene cuando se toman en cuenta Mis bendiciones.
Comparte con los demás, aunque tú no tengas mucho. Esa es la simple clave para recibir Mis bendiciones, tanto materiales como espirituales: Da, y Yo te daré (Lucas 6:38). Quienes dan abnegadamente son premiados con más. En cambio, quienes se abstienen de ayudar a su prójimo por temor a no tener suficiente para sí mismos se privan de las bendiciones que de otro modo Yo les daría (Proverbios 11:24,25).
Si te entregas generosamente y compartes tus recursos, Yo te lo pagaré con creces. Cuanto antes demuestres tu fe en Mí y en Mis promesas dando de lo que tienes, antes podré empezar a bendecirte otorgándote más bienes.
Cuando la vida se pone francamente difícil
El proceso de cincelado
Yo me asemejo al escultor, y tú al mármol. Puede que un bloque de mármol en bruto no parezca gran cosa ni tenga mucho valor; pero está lleno de posibilidades latentes. Crear algo bello a partir de un trozo de roca requiere bastantes martillazos. En general no es un proceso muy agradable para el mármol: el cincel es bien afilado, y los golpes del escultor, fuertes. Sin embargo, el producto final bien lo justifica.
Nadie se beneficia mucho de las épocas en las que todo sale a pedir de boca. Se disfrutan, y a todo el mundo le gustaría que se eternizaran; pero no contribuyen mucho a forjar el carácter. De modo que cuando se te presenten dificultades, no te desanimes ni te resientas. Ten en cuenta más bien que Yo las he permitido por un buen motivo: para que se cumpla Mi designio. Mi mano te moldea con el fin de convertirte en algo bello. Ya sé que te resulta difícil imaginarlo cuando todavía estás en pleno proceso, pero la fe en Mí te da la gracia para sobrellevarlo.
La fe te ayuda a pasar por ese proceso de cincelado. Una vez terminada la obra del Escultor, ambos observaremos complacidos el resultado, Mi obra maestra, la hermosa pieza esculpida en que se habrá convertido tu vida.
Al verte enfrentado a una dificultad aparentemente insuperable, cierra los ojos y figúrate que es una enorme roca que te obstruye el camino. Luego imagínate que las manos de Dios la quitan de en medio. Lo que para nosotros es imposible para Él no es nada.
Las estaciones de la vida
Cuando tocas fondo, cuando tus sueños se convierten en decepciones, cuando se desbarata todo aquello por lo que trabajaste tanto, cuando la vida ya no promete nada, es fácil que te desesperes y que te preguntes si tienes algún motivo para seguir viviendo. En situaciones extremas hasta puedes tener la tentación de acabar con todo por tu propia mano, en el acto.
En tales momentos recuerda que te creé con un propósito concreto, y que ese propósito no es simple, sino multifacético y complejo. En tanto que estés con vida, siempre habrá algo más que puedas lograr -algo que estabas destinado a realizar- y siempre habrá algo más de lo que puedas sacar provecho. El fin de un sueño no implica el término de todos tus sueños. Así como se suceden las estaciones, los éxitos se alternan con los fracasos, las satisfacciones con los desencantos, las temporadas de euforia con las de depresión. Aunque te hayas sumido en la desesperación, ésta no durará para siempre.
Pronto recobrarás la esperanza y encontrarás un motivo para seguir adelante. Cuanto antes me pidas que te indique lo siguiente que tengo para ti, antes recuperarás la inspiración y descubrirás nuevos incentivos. Puede que lo mejor esté justo a la vuelta de la esquina; pero no lo sabrás si te detienes aquí. Toma Mi mano y déjame conducirte a una nueva estación llena de productividad y satisfacción.
Peldaños
No deseo que equipares tus malos momentos con castigos por tus pecados, pues normalmente no es esa mi intención, ni es ese su verdadero propósito. A veces sí permito que te sobrevengan dificultades, pero siempre con el objeto de producir un buen fruto en tu vida. Aun cuando te acarrees esas contrariedades a causa de tus errores o pecados, deseo que te valgas de ellas como peldaños que te conduzcan a terreno más elevado. Mi deseo es que cada dilema, cada adversidad te acerque un paso más a Mí.
Los contratiempos te demuestran que no eres autosuficiente. Te llevan a tomar conciencia de que tienes necesidad de Mí y te enseñan a depender de Mí. Si confías en Mí cuando pases por momentos difíciles, tu fe se acrecienta, logras entender mejor Mi Palabra y el amor y la sabiduría que están detrás de Mis acciones. En consecuencia, sientes Mi amor y llegas a conocerme más íntima y profundamente de lo que podrías de no ser ese el caso.
Un día serás capaz de ver las pruebas y tribulaciones como peldaños. Comprenderás que eran el único medio de conducirte al lugar que tengo reservado exclusivamente para ti cerca de Mi corazón.
El ascenso hasta la cumbre
Lo escarpado del terreno no hace desistir a un montañista decidido; al contrario, él se complace en el reto que supone. Nada lo disuade de seguir adelante hasta alcanzar la cumbre. Ninguna adversidad lo hace volver atrás. Cuando ve las empinadas paredes que tiene por delante, no se fija en el peligro, sino en los puntos de apoyo y en los estrechos salientes rocosos que lo llevarán a la cima. No lo desaniman el rigor del entorno ni el desgaste que le produce el esfuerzo de la subida. La sola idea del triunfo lo impulsa a seguir avanzando y trepando.
Si bien la vida presenta muchos obstáculos, piensa que cada uno que superas es uno menos que queda por delante. Cuando el camino se torne difícil, apóyate en Mí. Déjame tomar la delantera y guiarte en el ascenso por las escabrosas laderas. Yo conozco los lugares peligrosos y sé cómo sortearlos. Juntos superaremos cada obstáculo, juntos alcanzaremos la cima, juntos plantaremos la bandera de la victoria. ¡Sígueme!
Males que por bienes vienen
La vida dio un giro inesperado. El camino por el que ibas parece de golpe lleno de baches y obstáculos. ¿Qué fue del pavimento liso por el que transitabas apaciblemente? Te despiertas cada mañana con la esperanza de que las cosas cambien y, sin embargo, los buenos tiempos de otras épocas quedan reducidos a recuerdos. Aunque estas tribulaciones que afrontas son penosas, Mi amor y sabiduría celestiales me indican que no debo librarte de ellas, por lo menos no de momento. Más bien voy a hacer algo aún mejor para ti.
Quiero enseñarte que no hay mal que por bien no venga. Sé que te cuesta creerlo, pero es cierto. Esas cargas te pesan tanto que lo único que puedes hacer es observar el camino y suspirar. No obstante, Yo puedo ayudarte a convertirlas en alas que te hagan remontar vuelo.
Tráeme esas cargas. Permíteme que te las quite de encima. Déjame luego que te abrace y renueve tu espíritu. Yo concedo perfecta paz y amor a quienes me encomiendan sus inquietudes. «Venid a Mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar» (Mateo 11:28).
Asistencia omnipresente
Puedes consolarte pensando que a todo puedes sacarle algo de bueno, y que Yo permito que te sobrevengan pruebas no para abatirte, sino para perfeccionarte. Con todo, a veces cuesta tomarlo con tanta filosofía. Lo único que quieres es ¡un poco de alivio! No tienes ganas de que te digan: «Todo esto es por tu bien». Simplemente quieres salir del apuro.
Sé cómo te sientes. Cuando estuve en la cruz, el dolor era tan insoportable que solo quería que terminara. Me repetía que sufría aquello para que tú y todo un mundo de pecadores como tú pudieran alcanzar la salvación. Aunque sabía perfectamente que eso lo justificaba, fue una prueba durísima concentrarme en esos pensamientos altruistas. En el momento dispuesto por Mi Padre el sufrimiento cesó, y pasé a la dimensión espiritual, donde aquella agonía ya no podía alcanzarme. ¡Pero fue una experiencia terrible!
En medio de Mi tormento Mi Padre no podía intervenir. Tuve que padecer todo aquello por ti. Por haberlo hecho, ahora siempre estoy a tu lado para ayudarte a superar los momentos de dolor y sufrimiento. Estuve dispuesto a renunciar a la asistencia divina a fin de que tú la tuvieras siempre a tu disposición. Así que aguanta, pues llegarán la victoria, el consuelo y el alivio del sufrimiento.
El estrés
Pasaje a la libertad
Cuando la vida se asemeja a una pequeña habitación sin ventanas, cuyas paredes te van aprisionando, puedes crear una ventana de escape por medio de la Palabra de Dios.
Al leer Mi Palabra y meditar en ella, al creer e invocar Mis promesas, abres una ventana al mundo espiritual donde te aguardan cosas fantásticas. El cálido resplandor de Mi amor disipa la tensión. Como una bocanada de aire fresco, la suave brisa de Mi Espíritu te despeja la mente. Cristalinos ríos de verdad y lagunas de sabiduría te renuevan el espíritu y el pensamiento. Se te abren nuevos horizontes. Ves las cosas desde una perspectiva celestial y te emocionas ante las nuevas posibilidades y retos que se te presentan. Una vez más te llenas de fe y te inspiras. Esa sensación de asfixia se desvanece para dar lugar a la euforia y a las ganas de vivir. «Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida» (Juan 6:63).
Cuando te sientas arrinconado, acude a la Palabra, pues tiene poder para liberarte (Juan 8:31,32)
Doble ganancia
Aunque tengo poder para resolver tus problemas instantáneamente, a veces lo que necesitas, más que una solución rápida y sencilla, es un buen consejero. Yo puedo cumplir esa función.
Las soluciones rápidas son convenientes porque resuelven la situación del momento; pero en muchos casos el beneficio no es más que momentáneo. Cuando las soluciones se te presentan con facilidad, es natural no apreciarlas como es debido y no aprender nada de ellas. Así, los problemas se vuelven recurrentes. A veces, en lugar de esquivar los obstáculos, es preferible atravesarlos, pues traen consigo valiosas enseñanzas que templan tu espíritu y te hacen ser una persona más prudente y más reflexiva. Te capacitan para afrontar los problemas que se te presenten más adelante.
Cómo y cuándo intervengo a tu favor es decisión Mía; pero si anhelas lo mejor que puedo ofrecerte y procuras aprender algo de cada situación difícil que se te presente, al final saldrás ganando por partida doble. A Mi tiempo y a Mi modo resolveré el problema, y tú habrás adquirido más sabiduría.
Conserva la sencillez
Dije grandes verdades, palabras profundas que transformaron y siguen transformando vidas. Pero también hablé a los niños. Yo era sencillo, era claro, y no perdí la capacidad de apreciar los detallitos. Me detenía a disfrutar de las flores. Cocinaba para Mis discípulos.
Cuando no encuentras alegría en las cosas de todos los días, la vida se torna confusa, y pierdes la ternura humana. Reemplazas la profundidad de carácter por un laberinto de razonamientos complejos, la sensibilidad a las cosas del espíritu por meros conocimientos intelectuales.
La sencillez es un don. Todos la tienen de pequeños; pero a medida que crecen, algunos la desechan por considerarla afín a la ignorancia, la ingenuidad, la inmadurez y la falta de refinamiento. Prefieren tejer una compleja maraña para ocultarla. Pero ¿acaso no dije que no puedes entrar en el reino de los Cielos a menos que poseas la simplicidad de un niño para creer en lo imposible y en lo invisible, en Mí que morí por ti y resucité para que pudieras acceder al don sencillo y maravilloso de la vida eterna? El don de la sencillez sigue disponible para quienes humilde y sabiamente lo valoran y reciben.
Hay mucho que descubrir en el curso de la vida, y más aún en el Cielo; pero siempre hallarás que las verdades más profundas, la belleza más espléndida y la sabiduría más excelsa se expresan con sencillez.
Para recobrar el control
Todos los días hay muchísimo que tienes que hacer, que te gustaría hacer y que otros esperan que hagas. Sientes que no das abasto. Presiones, tensión, ansiedad. ¿Alguna vez cesarán?
Por sí solas, no. Pero puedes romper el ciclo. No tienes por qué seguir en esa interminable brega por producir más y obtener más. La vida no tiene por qué ser una sucesión de crisis cotidianas. No es necesario que te dejes aprisionar por expectativas poco realistas. Déjame ayudarte a recobrar el control de tu vida.
La raíz del problema es simple: tratas de hacer demasiado, más de lo que es humanamente posible. Te sometes física, mental y espiritualmente a presiones excesivas. Es hora de reevaluar tu situación. Determina qué es lo más importante para ti -tus principales objetivos y obligaciones a largo plazo- y qué otras cosas son esenciales para alcanzar esas metas. Canaliza tus energías en esos asuntos y deja lo demás. Cuando lo hagas, comenzarán a disiparse las presiones que en algún momento te han parecido insoportables.
¿Quieres tener una nueva oportunidad en la vida? De acuerdo. Pero antes debes desembarazarte de las presiones que en este momento dictan tus decisiones. De ti depende.
Cuando la carga se pone muy pesada…
Tienes toda la razón. A veces los acontecimientos te desbordan. Los problemas se complican, las presiones te agobian, las tareas te abruman y las cargas se tornan demasiado pesadas. Es francamente excesivo para tu frágil condición humana. Encomiéndamelo a Mí. Ese es el secreto, esa la solución.
Echa tus cargas sobre Mí. Ponlas a Mis pies, y no te las vuelvas a llevar. Deja que yo me encargue de ellas, pues soy el único capaz.
Cuando acudes a Mí y te apoyas en Mí, Yo me encargo de todo y hago lo que tú no puedes realizar por tu cuenta. Aun las situaciones de cariz imposible resultan sencillas para Mí. A veces resuelvo el problema sin que intervengas o sepas siquiera cómo lo hice. En otros casos envío a alguien a ayudarte. En otros más, obro en el corazón de alguna persona. Y en otros más te doy soluciones para que resuelvas tú el asunto. Obro de muchas formas distintas. Todo depende de la situación y de la necesidad. Si aprendes a encomendarme a Mí las complicaciones que se te presenten y a pedirme que intervenga a tu favor, Yo lo haré. Te lo prometo.
El peso del pasado
Los brazos extendidos del perdón
Es natural que a veces decidas equivocadamente, pues eres un ser humano. Pero te amo igual. Si amara solamente a quienes son perfectos, no tendría a nadie a quien amar, porque todo el mundo falla a veces (Romanos 3:23). Nadie acierta siempre. No te pido perfección ni la espero de ti.
Me entristece que obres mal intencionadamente, pero no te lo reprocho si te arrepientes con sinceridad. Todo lo contrario: te extiendo los brazos en señal de perdón y te estrecho contra Mí. Al perdonarte te manifiesto Mi amor.
Según la situación, puede que igual tengas que vivir con las consecuencias de tu descarrío. No obstante, una vez que me pides perdón, te lo concedo. ¡Es así de simple! De ahí en adelante, ya ni siquiera recuerdo tu pecado (1 Juan 1:9; Hebreos 8:12). Como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandezco Mi misericordia sobre ti (Salmo 103:11). Borro los pecados del ayer y te ofrezco un nuevo comenzar (Salmo 51:1).
Depende de ti lo que hagas a continuación. En gran parte depende de tu deseo de enmendarte y de tu determinación para dejar atrás las cosas de ayer y avanzar en Mi amor. Aunque caigas, siempre estoy a tu lado para alzarte. Mi amorosa ayuda, al igual que Mi perdón, son inagotables.
Ojalá pudiera…
A veces te imaginas que si pudieras retroceder en el tiempo, desandar lo andado y deshacer los errores cometidos, todo marcharía mucho mejor. Si pudieras aplicar lo que sabes ahora a situaciones que se dieron en otro momento, podrías eludir las experiencias dolorosas y posiblemente alterar el curso de tu vida. Sin embargo, la verdad es que esas situaciones -incluidos los errores- han hecho de ti la persona que eres hoy. Las circunstancias más difíciles y penosas son las que te imprimieron más carácter y madurez. Gracias a tus errores aprendiste valiosas enseñanzas. Las equivocaciones te ayudan también a manifestar más humildad y, por ende, más amor. Eso me permite valerme más de ti y les facilita a los demás la convivencia contigo.
Si pudieras viajar en el tiempo y modificar algunas de tus decisiones y acciones, es probable que los resultados tampoco te contentaran. No tendrías la personalidad que tienes hoy. Así que, en vez de lamentar lo sucedido en el pasado, da gracias por lo que te ha enseñado.
¿Estás en un atolladero? No desmayes. Toma la mano de Dios. No hay dificultad que juntos no puedan superar.
Reconoce tu necesidad
Yo veo tu corazón y sé de tus remordimientos. Ansío libertarte de ellos y disipar el dolor y el pesar que te ocasionan. Pero para eso es preciso que me entregues esas cargas, que me pidas ayuda.
Yo presto ayuda a quienes reconocen que me necesitan. Por eso, no trates de ocultar de Mí ni de ti el dolor que aflige tu corazón. No hagas como si no existiera ni pienses que por eso te tengo en menos estima. Ya lo sé todo de ti, y eso no merma en lo más mínimo Mi amor por ti.
Te imaginas que mereces llevar la carga de culpa y remordimiento que sientes, pero Yo no deseo eso. Aunque has cometido errores, Yo morí con el expreso propósito de librarte del peso de tus errores y pecados. Si me pides que te perdone, lo haré. Y además, te libraré de ese peso.
Perdonar y olvidar
Me da pena ver la angustia que sufres, pues siento tu dolor, tu rabia, tu pesar, tu remordimiento, el enojo que albergas por las faltas, errores e incluso pecados de los demás. Sé también que es propio de la naturaleza humana querer desquitarse, vengarse y resistirse a perdonar y olvidar las diferencias. Perdonar y olvidar de verdad es uno de los actos que más cuestan.
Sólo Yo te puedo liberar de esas raíces de resentimiento que te aprisionan el corazón. Soy amor, soy perdón, y estoy a tu disposición, esperando que me des oportunidad de descargarte de ese peso de resentimiento que llevas contigo. Despójate de él y entrégamelo. Simplemente di: «Jesús, toma esto. No lo quiero más». Yo haré que se disipe para siempre. Juntos lo enterraremos en Mi amor, para que vuelvas a sentir la claridad y luminosidad de ese amor y el gozo de Mi Espíritu. Te sanaré.
Comienza de nuevo, hoy
La vida es un cúmulo de pequeñas decisiones que tomas de día en día. Si bien las que tomaste en otro tiempo tuvieron su efecto, cada día puede ser un nuevo comenzar. Sea lo que sea que haya sucedido hasta ahora, hoy tienes la oportunidad de tomar buenas decisiones.
No pierdas el tiempo reviviendo el dolor causado por los errores y las decisiones desatinadas del pasado. Eso no hace más que restarte energías para lo que podrías hacer hoy. Aunque no puedes alterar el pasado, sí puedes forjar tu futuro, empezando ahora mismo. Aprovecha, pues, al máximo el presente.
Aprende de tus errores y déjalos atrás. Perdona a quienes te hayan ofendido y pide perdón a quienes tú hayas ofendido. Si bien no será fácil, no lo postergues: hazlo hoy mismo. Acude hoy a Mí y a Mi Palabra en busca de renovado valor y esperanza. Hoy mismo puedes concebir nuevos sueños y fijarte nuevas metas. Emplea el tiempo de que dispones hoy en lo que es verdaderamente importante: ama a tu familia, cultiva la amistad. Comienza hoy mismo a hacer mejor las cosas.
Con Mi ayuda, tu futuro puede llenarse de estupendos éxitos y satisfacciones que compensen con creces las desilusiones del ayer. Y todo eso empieza hoy.
Relaciones familiares y sentimentales
Una casa de corazones
El matrimonio trae aparejadas algunas de las satisfacciones más profundas de la vida, y también algunos de los retos más grandes. Es como una casa de corazones: para que dure hay que edificarla sobre un cimiento sólido, viga sobre viga, ladrillo sobre ladrillo. Conseguir que todo encaje bien es trabajo arduo. Al fin y al cabo, por mucho que se quieran dos personas, es natural que sean diferentes y que sus gustos, puntos de vista y opiniones no siempre coincidan.
Para edificar un buen matrimonio se requiere mucha comunicación, amor, comprensión, prudencia y oración. Aunque haya dificultades y contrariedades, no se debe permitir que detengan la construcción. Los resultados bien valen el esfuerzo que haya que realizar y las lágrimas y los problemas que sobrevengan a lo largo del camino. Es más, son justamente esas complicaciones las que refuerzan la relación si se abordan positivamente, con el convencimiento de que Yo puedo ayudar a resolverlas. Los bajones no tienen por objeto hacer menguar el amor que existe entre los dos, sino estrechar aún más la relación. Cada vez que se supera un obstáculo con amor y oración, se consolida la casa de corazones.
El matrimonio es un toma y daca. Es lágrimas y es alegría, es hablar y escuchar, perdonar y pedir perdón, vivir momentos lindos y otros no tan lindos, recordar lo bueno y optar por olvidar lo malo.
Los padres y la oración
No es fácil criar hijos en el mundo de hoy. Muchos de los valores cristianos que quieres inculcarles son objeto de persistentes ataques por parte de personas que tiran en sentido contrario. Te preocupa que aun tus más nobles esfuerzos no basten, y que tus hijos desechen los valores que más significan para ti. Sé que a veces sientes el impulso de arrojar la toalla; pero no lo hagas. Tu interés y desvelo no son en vano.
Por mucho que te desvivas, tus posibilidades tienen un límite. Sin embargo, Yo soy capaz de hacer mucho más que tú, y te ofrezco Mi asistencia. Además, entiendo a tus hijos aún mejor que tú y sé la mejor manera de abordar sus problemas. Ansío colaborar contigo para convertirlos en las personas de bien que tanto tú como Yo deseamos que sean.
Encomiéndamelos en tus oraciones. Por medio de ellas puedes desempeñar tu función mucho mejor, guardarlos del mal y de influencias malsanas y hallar soluciones a sus problemas. Asimismo, me darás la posibilidad de intervenir para hacer lo que está fuera de tu alcance.
Tómate un rato todos los días para orar por tus hijos. Cada vez que te enfrentes a un asunto espinoso, pídeme la solución. Comienza hoy mismo a valerte de la oración para potenciar tus esfuerzos. A fuerza de oraciones se producirán cambios que nunca has creído posibles.
Para romper las cadenas de la adicción
Tener un ser querido adicto a alguna sustancia puede ser una de las experiencias más angustiosas que hay, no solo por lo dañino y peligroso que es, sino porque es un constante trastorno. Te desgarra el alma ver cómo se destruye alguien a quien quieres mucho. Tratas de hacerle entender, de darle consejos, de comprender qué lo indujo a eso. Procuras tener paciencia y a la vez ser firme. Aun así, parece que es inútil. El motivo es que, por mucho que anheles resolver ese problema, en realidad está fuera de tu alcance. En última instancia depende de la persona. Si está dispuesta a cambiar, Yo puedo romper las ligaduras de la adicción y sanar su cuerpo, su mente y su espíritu. Pero ni siquiera Yo puedo anular sus decisiones.
Sin embargo, sí puedo obrar en su corazón y en su mente y ayudarla a empezar a tomar decisiones más acertadas que la conduzcan a la recuperación. Ahí es donde puedes entrar tú en acción. Puedes ayudarme a obrar con más eficacia orando por esa persona. Hasta que ella esté tirando en la dirección debida, tienes que ayudarla a tirar por medio de la oración. Hasta que esté lista para pedirme ayuda, tienes que hacerlo tú por ella.
La oración puede obrar maravillas aun en los casos más imposibles; total que sigue rezando. Puede que tome algún tiempo, pero un día verás la prueba de Mi intervención y de que tus oraciones por esa personas fueron oídas. Mientras hay vida, ¡hay esperanza!
Si te han herido
Ven a Mis brazos ahora. Estos brazos nunca te harán daño. Estos brazos están para defenderte. Son fuertes para proteger, y a la vez tiernos para tranquilizar y curar. Seguirán entregándote cariño pase lo que pase. Siento mucho que te hayan tratado mal, y deseo sanar tus heridas. Anhelo facilitarte el cuidado amoroso que ansías y mereces.
Mi amor nunca te fallará. Si vienes a Mí y me permites ser tu fiel Amor, cuidaré de ti. Nunca te decepcionaré. Te dispensaré el consuelo y el amor que necesitas en la medida en que te acerques a Mí por medio de la oración, de la lectura de Mi Palabra y escuchando en tu corazón Mis susurros, que te comunicarán amor y sosiego. Ven a Mí; hallarás paz y tendrás los deseos de tu corazón. Te amo, y no quiero verte sufrir. Aunque los amores terrenales fallen, Mi amor nunca te defraudará. Ven a Mis brazos ahora. En ellos encontrarás el amor y la comprensión que ansías.
Relaciones viciadas
A veces conviene hacer frente a los problemas domésticos; en otras ocasiones, es mejor distanciarse de ellos por un tiempo; otras veces viene bien la ayuda de un amigo, de un familiar o de un profesional; y en algunos casos es preferible cerrar el capítulo. Son muchas las situaciones en las que es humanamente imposible razonarlo todo o saber en qué dirección ir, pues intervienen cantidad de factores y emociones; pero si me preguntas, Yo te indicaré qué es lo mejor en tu caso. Además, te daré fuerzas para llevar a cabo lo que te indique.
El amor, la humildad, la oración y el perdón permiten superar cualquier conflicto; ahora bien, es necesario que ambas partes hagan un esfuerzo en ese sentido. Si has hecho lo que has podido y la relación continúa viciada, es hora de cortarla. Debes proceder con amor, ser paciente y perdonar, pero no sigas exponiéndote a peligros.
Si te indico que es mejor romper con el pasado y empezar de nuevo, te daré también el valor para hacerlo. Puedo ayudarte a tomar un nuevo rumbo que te proporcione alegría y seguridad. Hasta puedo enviarte un nuevo amor romántico, una persona tierna y considerada que te ayude a superar las heridas del pasado.
De modo que si te has enredado en una maraña de emociones, si te están haciendo sufrir y no puedes liberarte, pídeme que te ayude, y lo haré. Me preocupo por ti y te daré lo mejor de lo mejor.
Ciérrale la puerta al ayer
El tiempo todo lo cura, aun un corazón partido. Si bien el dolor y la rabia que sientes ahora se desvanecerán con el tiempo, el proceso será más rápido y soportable si me pides que te ayude. Puede que igual te parezca que se alarga demasiado, pero las curaciones lentas suelen ser las mejores.
Por otra parte, hay ciertas cosas que tú debes hacer. No te aferres al pasado. No rechaces la sanación. Líbrate del resentimiento y la amargura. Desembarázate de todo eso. Por muy difícil que sea, debes aceptar lo que sucedió y perdonar. Sólo así lograrás cerrarle la puerta al pasado, librarte de los recuerdos dolorosos y pasar a otra etapa.
En momentos así en que parece que todo tu mundo se desmorona y pierdes lo que más quieres, puede que te preguntes si todavía te amo y velo por ti. La respuesta a ese interrogante es muy simple: ¡sí! Más que nunca deseo mostrarte cuánto te amo. Aunque tu vida está más vacía ahora, Yo espero y deseo llenar ese vacío con Mi amor. Vamos, traspasa el umbral y ciérrale la puerta al ayer. Del otro lado estoy Yo, y te tengo reservado mucho amor y otras cosas buenas.
Cuando fallece un ser querido
Preparación para el más allá
Sé lo difícil que es ver sufrir día tras día a esa persona que tanto quieres y ser testigo de cómo merman sus fuerzas y su vida se va apagando. Además de lo duro que es verla sufrir, eres consciente de que probablemente no estará contigo mucho más tiempo y te angustias pensando en cómo será tu futuro sin ella.
Aunque sufre físicamente, su espíritu se está preparando para una vida nueva y mucho más feliz en el Cielo. Le dispenso Mi paz y le hago entender más cabalmente Mi voluntad y Mis designios.
Esa misma paz y comprensión están también a tu alcance. Pídeme fe y gracia para cada día, cada hora, cada momento. Si lo haces, les daré a los dos los recursos espirituales que precisan. Por muy difícil que sea esta época de sufrimiento, también puede tener elementos hermosos. Pueden sentirse más unidos que nunca, y también muy unidos a Mí.
Sigue intercediendo por ella en oración. Sigue apoyándola, tranquilizándola y haciendo todo lo que puedas por levantarle el ánimo. Y no temas, que Yo estoy con los dos.
Un nuevo comenzar
El no se ha desvanecido como humo en el viento; simplemente se ha trasladado a otro sitio, a otra existencia.
El amor que abriga por ti es igual de firme que siempre. Los recuerdos de lo que vivieron juntos permanecen igual de vivos en su pensamiento, y los valora aún más. El dolor que ambos sufrieron todavía persiste también, sólo que ahora él entiende su propósito, y lo acepta.
Tú también debes aceptarlo. Debes convencerte de que el fin de su existencia terrenal no significa tu fin. Él aún vive, solo que en otra dimensión. Todavía cumple el propósito para el que fue creado, y tú debes hacer lo mismo.
Cuando te llegue la hora de pasar de las sombras a la luz lo entenderás mejor. Entonces el amor al que tuviste que renunciar volverá a estar contigo. Será el comienzo de una nueva y maravillosa vida de amor que tú y él disfrutarán por la eternidad.
La fe nos infunde valor para encarar el presente con confianza y el futuro con expectativas.
En Mis brazos
Aunque en la Tierra hay lágrimas y quebranto de corazón, en el Cielo hay gozo porque este pequeño Mío está en Mis brazos, perfectamente feliz y sano. Aquí puedo cobijarlo, enjugar sus lágrimas y colmarlo de Mi amor. ¡Y cuán grande es ese amor!
Dentro de poco tiempo volverás a estar con él. Hasta entonces, aférrate con fuerza a Mi mano y permíteme que te consuele. Recuerda que ese pequeño a quien tanto quieres y a quien ya no ves se encuentra ahora en un lugar mejor. Se halla en Mi presencia, donde ha quedado libre de todo dolor y molestia y disfruta de Mi amor sin ninguna restricción.
Te resultaría imposible imaginar el amor, la alegría y la libertad que tiene ahora en la dimensión celestial; pero puedo darte un anticipo, una pequeña vislumbre del Cielo y sus portentos. ¿No quieres venir a Mis brazos y sentir ese amor? Déjame estrecharte fuertemente. Permíteme que enjugue tus lágrimas, que alivie tu dolor y sane tu corazón partido. Déjame sostenerte durante esta temporada de duelo. Ven, hallarás grato alivio en Mis brazos, así como lo encontró tu pequeño.
Viaje hacia el amor
No has perdido a tu amada para siempre. Ingresó en otra dimensión. Es como si hubiera salido de viaje antes que tú, y un día te unirás a ella en ese nuevo mundo. Es un mundo bellísimo, lleno de esplendor, felicidad, alegría y risas, paz y abundancia. Un lugar en el que tus sueños se hacen realidad.
Aunque sé que te embarga la tristeza y que la echas mucho de menos, te pido que te alegres por ella. Se ha librado del dolor y ha hallado perfecto amor y paz en Mí. Si bien durante un tiempo tendrás que transitar sin ella por el camino de la vida, a raíz de esta separación tu reencuentro con ella en el Cielo será aún más dulce.
El amor no muere cuando un alma pasa de la Tierra al más allá. El amor perdura para siempre. Une corazones y trasciende los límites que separan ambos mundos. Su amor es un tesoro que nunca perderás; y lo mismo el Mío. Consolaré tu corazón y te concederé paz hasta el día en que concluya tu viaje y vuelvas a encontrarte en los brazos de tu amada.
Da lugar al proceso de curación
Sufrió una muerte sin sentido. Ella no tuvo la menor culpa. Simplemente estaba allí cuando ocurrió el accidente. Ahora se ha ido sin previo aviso, sin despedirse. Sé que en este momento te asaltan multitud de interrogantes. Conozco el pesar que te embarga, y se me quiebra el corazón.
Entiendo también que consideres que nada podrá resarcirte de lo que has perdido y que, por otra parte, desees que se castigue al responsable y se haga justicia. Es una reacción natural; pero así igual no la vas a recuperar. Si buscas vengarte o albergas rencor, poco a poco ese odio guardado te irá envenenando el espíritu. Por imposible o poco realista que te parezca, lo mejor que puedes hacer en este momento es perdonar de corazón, como les enseñé a Mis discípulos que perdonaran cuando les dije: «Amad a vuestros enemigos, y orad por los que os ultrajan; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos» (Mateo 5:44,45).
Tarde o temprano se hará justicia, si no en esta vida, en la que viene. Sin embargo, lo que deseo ahora es que perdones. Solo así te verás libre de los grilletes del resentimiento y solo así se iniciará el proceso de curación emocional. Yo te ayudaré: tú apenas tienes que dar el primer paso.
Paz que sobrepasa todo entendimiento
Sé que es duro perder a una persona amada. Aunque tengas fe en que está sana y salva en el Cielo, aunque tengas la seguridad de que está conmigo y de que Yo velo por ella, igual sientes la pérdida. No obstante, anhelo consolarte. Si me lo permites, ese vacío que sientes Yo lo llenaré de amor y de perfecta paz, paz que rebasa toda lógica, paz que sobrepasa tus emociones, paz que resulta absurda según tu forma habitual de analizar las cosas, pero que al mismo tiempo es increíblemente eficaz y consoladora.
La Biblia habla de una «paz que sobrepasa todo entendimiento» (Filipenses 4:7). Ese es el consuelo que te ofrezco. Aun cuando tengas sobrados motivos para sumirte en el pesar y la desesperación, puedo derramar sobre tu espíritu Mi bálsamo sanador. Puedo recoger los trozos de tu corazón partido y volverlos a unir. Nunca dejarás de amar ni de echar de menos a esa persona, pero no tienes por qué dejarte abatir por la soledad ni por la desesperanza, ni pensar que nadie te ama, pues estoy a tu lado.
¿Por qué?
¿Dónde estás?
Cuando las cosas te salen mal, es fácil que pienses: «Jesús, ¿dónde estás cuando te necesito?», y que te parezca que te fallé o que se me agotaron el amor y la paciencia.
En esos momentos tu fe es puesta a prueba. Si en vez de seguir confiando te dejas arrastrar por las dudas, limitas Mi capacidad de ayudarte. Puedes caer en un círculo vicioso.
Sin embargo, hay personas que conservan una actitud positiva cualesquiera que sean las circunstancias. ¿Cómo hacen para tomarse con tanta serenidad una desilusión y hasta una catástrofe? Es porque tienen gran fe en Mi amor y en las promesas que hice en Mi Palabra, porque han establecido y cultivado una estrecha relación conmigo, porque han aprendido a acudir a Mí en los momentos de necesidad. No es que su fe nunca sea puesta a prueba, sino que saben a quién recurrir para salir adelante.
He aquí el secreto para tener ese espíritu victorioso: Prepárate para los momentos difíciles permaneciendo muy cerca de Mí en las épocas en que todo vaya bien. Procura reconocer el actuar de Mi amorosa mano a tu alrededor. Repasa todo lo bueno que disfrutas. Cultiva una actitud de fe, confianza y gratitud. Así, cuando las cosas tomen mal cariz, sabrás que estoy apenas a una oración de distancia.
¿Es ingrata la vida?
¿Por qué ocurre con frecuencia que quienes son amorosos, buenos y desinteresados sufren, mientras que los que van a lo suyo y no tienen reparo en destruir los sueños ajenos con tal de conseguir lo que quieren, o en pisotear a los demás para trepar la escalera del éxito, parecen tenerlo todo a pedir de boca? ¿No es ingrata la vida? ¿No debería premiarse la buena conducta y castigarse la mala? En efecto, así debiera ser, y un día así será. En la otra vida prevalecerá la justicia.
Se sancionará a quienes hayan sido desconsiderados y crueles y causado sufrimiento a los demás; tendrán que padecer las consecuencias de su maldad hasta que se den cuenta de su error y se arrepientan. En cambio, quienes se portan bien en este mundo obtendrán en el otro recompensas y alegrías que ni se imaginan, por muchas penalidades o privaciones que hayan sufrido en la Tierra.
Además de galardonarlos en el más allá, Yo bendigo a los que en esta vida se conducen con amor y desinterés, si bien muchas veces lo hago de formas que no pueden medirse en términos económicos. Los bendigo espiritualmente, dándoles felicidad y contentamiento, paz interior y una conciencia tranquila. Algunas de las personas más adineradas del mundo son también de las más tristes, solitarias y perdidas, toda vez que el dinero no satisface las necesidades del espíritu.
Procura, pues, las bendiciones de Mi Espíritu: el amor, el gozo y la satisfacción de haber hecho lo posible por llevar una vida acorde con Mis principios. Entonces te darás cuenta de que la vida en verdad no es ingrata.
¿Me conmuevo ante el sufrimiento?
Cuando ves tanto dolor a tu alrededor o lees o escuchas noticias de gente que sufre, es fácil que te preguntes por qué permito que ocurran esas desgracias en el mundo. ¿Es que no me importa? ¡Claro que me importa! Mi corazón se quiebra por quienes sufren, especialmente por los que pierden a sus seres queridos, o su medio de sustento, o su salud y felicidad, debido al trato inhumano que les dan sus semejantes. Mucho de lo que sucede en el mundo de hoy me entristece profundamente.
Es, pues, natural que te preguntes: «¿Por qué, Dios mío, no pones fin a toda esa perversidad de una vez por todas?» Aunque aborrezco la maldad, no puedo impedir que la humanidad siga por los derroteros que ha elegido. Los hombres fueron creados con libre albedrío, con la potestad de optar entre el bien y el mal. Si bien Mi justicia no siempre se ejecuta al instante, a la larga sí se ejecuta, en esta vida o en la otra. Estoy obligado a dejar que en la Tierra las cosas sigan su curso según las decisiones que tome cada individuo. Aunque hoy por hoy parece que la maldad está ganando la partida, ten la seguridad de que al final el amor vencerá, y el mundo cambiará. En última instancia, todo resultará bien, pues Yo soy amoroso y justo.
Dios no tiene la culpa
Dios, Mi Padre, no tiene la culpa de todo el dolor, la muerte, la desazón y el sufrimiento que azotan al mundo. La verdad es que la mayor parte de los males del mundo son consecuencia de las actitudes y acciones egoístas y destructivas de la gente.
Considera la guerra, por ejemplo, o la pobreza. Dios no tiene la culpa de eso. Él creó el mundo con recursos suficientes para que haya abundancia para todos si se conducen con amor, viven en paz y armonía y colaboran unos con otros, como a Dios le gustaría que fuera. En cambio, el egoísmo, la codicia, el orgullo y la competitividad de los hombres han creado un mundo muy distinto, en que las personas -y en algunos casos, naciones enteras- se despojan y destruyen unas a otras para adquirir superioridad y ganancias momentáneas.
La ciencia es otra culpable. Si bien la ciencia y la tecnología modernas han generado muchos beneficios extraordinarios, también han creado nuevos peligros. Si Dios dejara que las cosas siguieran mucho tiempo más por ese rumbo, la humanidad acabaría aniquilándose, si no por medio de armas nucleares, químicas, bacteriológicas o algún experimento científico horrorosamente malogrado, por la falta de previsión con que se explotan los recursos del planeta y se contamina el medio ambiente.
No es un cuadro muy alentador; pero va a cambiar. Dios no permitirá que la humanidad se destruya a sí misma. Antes de llegar a ese punto, Yo regresaré para corregir la situación. ¡Ya no falta mucho!
La promesa de Romanos 8:28
«Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados» (Romanos 8:28). Esta es la promesa que te hago.
Deseo que todos aprendan a convivir en amor. Pero dado que nadie es perfecto, y en muchas ocasiones las personas toman decisiones egoístas, hice esa promesa para salvaguardar a quienes me aman. Este mundo está plagado de injusticias, egoísmo, dificultades y dolor. Sin embargo, Yo tengo poder para invalidar todo eso por tu bien. Independientemente de las decisiones que tomen los que te rodean, puedo darte lo que sea mejor para ti.
A veces Mi concepto de lo que es mejor para ti difiere del tuyo. En algunos casos considero que lo mejor es que tengas un corazón más quebrantado, más compasivo, más comprensivo, más humilde. Todas esas cualidades forman parte de lo que estimo mejor para ti.
Claro que si no me dejas obrar en tu vida no puedo hacer que esas malas situaciones redunden en tu bien, ni puedo bendecirte y recompensarte. Lo hermoso de esa promesa es, sin embargo, que en el momento en que cumples las condiciones -amarme y someterte a Mi voluntad y a Mis designios para ti- Yo comienzo a obrar en tu favor. Sea cual sea el lío en que te encuentres, si me amas y aceptas lo que he dispuesto para ti, puedo hacer que todo redunde en tu bien.
Epílogo
Si aún no has experimentado el amor expresado en estos mensajes de Jesús, puede deberse a que todavía no has recibido los dones de amor y vida eternos que Él te concede cuando lo aceptas como Salvador. Él no te presiona. Aguarda humildemente a que lo invites a participar de tu vida. Dice: «He aquí, Yo estoy a la puerta [de tu corazón] y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él» (Apocalipsis 3:20). Puedes acogerlo ahora mismo en tu interior haciendo sinceramente la siguiente oración:
Jesús, te agradezco que murieras por mí para que yo pueda alcanzar la vida eterna. Te ruego que me perdones todos los errores y las faltas de amor que he cometido. Purifícame de todo eso y ayúdame a conducirme mejor. Necesito que Tu amor me llene y me sacie el alma. Anhelo la vida de felicidad que me ofreces, tanto aquí como en el Cielo. Te abro la puerta de mi corazón y te pido que entres en mí. Gracias por escuchar y responder mi oración. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario