Índice
Un mundo en guerra
«¡Mamita, tengo hambre!»
Un planeta enfermo
El gran remezón
El violento mundo de hoy
Una generación egoísta
Sodoma y Gomorra en versión moderna
Globalización de la Buena Nueva
Los trotamundos y la jet set
Sobredosis de información
Simpatía por el Diablo
La Bestia está a punto de llegar
La marca de la Bestia
La segunda venida
Fe para encarar el futuro
Ya estaba escrito
EL GRAN INTERROGANTE que a muchos nos asalta a las puertas del siglo XXI es: ¿Qué nos deparará el futuro? ¿Qué destino aguarda a nuestro maltratado planeta? ¿Estamos en el umbral de un Nuevo Orden Internacional en el que el mundo entero gozará de paz y prosperidad? ¿O se tambalea la humanidad al borde de un abismo que la sumirá en un caos sin precedentes?
El presente librito ofrece algunas respuestas que pueden servir de preparación para lo que se avecina.
Sorprendentemente, la descripción del mundo actual contenida en las siguientes páginas fue escrita hace miles de años. Estudiaremos predicciones y profecías que, pese a haberse registrado hace dos y tres mil años, retratan acontecimientos y situaciones que han tenido --o tendrán-- lugar en el transcurso de nuestra vida.
Algunos de esos vaticinios se refieren a los veloces medios de transporte de la era moderna, al aumento sin precedentes de los viajes internacionales, así como a la arrolladora multiplicación de todo tipo de conocimientos. Otros avances tecnológicos, como las transferencias electrónicas de dinero y el sistema de crédito universal que pronto entrará en efecto, también fueron predichos con impresionante exactitud.
Lo mismo sucede en el caso del calentamiento del planeta y de la propagación de mortíferas enfermedades como el sida y el cáncer. Todo ello fue anunciado por los profetas de antaño.
Quien adquiera una conciencia clara de las predicciones de que trata este libro verá con nuevos ojos la transformación que experimenta actualmente el mundo y estará prevenido para los cataclismos que se vislumbran en el horizonte.
LA GRAN INCÓGNITA
Desde tiempos inmemoriales, diversos maestros religiosos y videntes han tenido el singular don de percibir el futuro. Hace cerca de 2.000 años, en un monte de las afueras de la antigua ciudad de Jerusalén, tiene lugar una plática considerada por muchos como la más profunda y detallada de su género. Allí, un pequeño grupo de buscadores de la verdad se reúne en torno a su Maestro, un carpintero convertido en predicador y conocido sencillamente como Jesús de Nazaret. La pregunta que le formulan motiva una respuesta que abarca dos milenios y se centra en la época en que hoy vivimos:
«Estando Él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: "Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de Tu venida, y del fin del mundo?"» (Mateo 24:3.)*
* Las referencias que aparecen entre paréntesis luego de los textos bíblicos indican el libro, capítulo y versículo donde éstos se encuentran.
La cuestión que le plantearon Sus discípulos giraba en torno a un suceso que se conoce generalmente como la Parusía, el espectacular advenimiento de Cristo al fin de los tiempos para tomar posesión del mundo y establecer en la Tierra el Reino de Dios. El término fin del mundo se emplea en este pasaje no en el sentido de la destrucción física del planeta, sino del fin del gobierno injusto e inhumano de los hombres en la Tierra.
Jesús respondió a dicha pregunta mencionando no sólo una, sino decenas de señales que indicarían la proximidad del fin. Otras extraordinarias predicciones de varios autores de textos bíblicos complementan el panorama. Precisamente en esas señales centraremos nuestro estudio.
LAS GRANDES RESPUESTAS
(Habla Jesús:) «Oiréis de guerras y rumores de guerras. [...] Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.» (Mateo 24:6-8.)
Es de todos conocido que durante milenios el mundo se ha visto azotado por guerras, hambres, pestes y terremotos. Lo que quizá no deja de alarmar es el espectacular aumento que en años recientes se observa en la magnitud, gravedad y frecuencia de todas esas tragedias. Repasemos, por ejemplo, la primera parte de este pasaje.
Un mundo en guerra
«Oiréis de guerras y rumores de guerras. [...] Se levantará nación contra nación, y reino contra reino.»
AUNQUE LA HUMANIDAD siempre ha sido víc-tima del flagelo de la guerra, ningún otro período de la Historia ha conocido una escalada bélica como la acaecida durante el siglo XX. La Cruz Roja Internacional estima que más de 100 millones de personas han perecido desde comienzos de siglo a causa de las guerras.
Hasta 1914, los conflictos armados nunca habían tenido alcance universal. Sin embargo, las dos Guerras Mundiales sí lo tuvieron. En la guerra del 39, apenas 12 países pequeños no intervinieron ni técnica ni militarmente, y 93 millones de personas prestaron servicio militar en los ejércitos de ambos bandos. De éstos, 25 millones murieron. Las bajas entre la población civil fueron también inéditas en la Historia: sólo en la Unión Soviética perecieron 20 millones de civiles a consecuencia de dicha contienda. El Washington Post señaló:
Los conflictos bélicos de nuestro siglo han sido guerras totales, libradas contra civiles y combatientes por igual. [...] En comparación con éstas, las bárbaras batallas del pasado fueron escaramuzas callejeras.1
Desde la Segunda Guerra Mundial --conflagración que se esperaba que garantizase el fin de todo conflicto armado-- han estallado más de 150 guerras de grandes proporciones --definidas éstas como conflictos causantes de más de 1.000 muertes al año--, eso sin contar cientos de escaramuzas, alzamientos y revoluciones. La cifra de víctimas fatales en enfrentamientos bélicos desde el final de la Segunda Guerra Mundial supera ya los 23.142.000.2
Desde la caída del muro
El mundo esperaba que la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 marcara no sólo el fin de la Guerra Fría entre las superpotencias, sino también el inicio de una era de paz mundial. Desgraciadamente eso no ha sucedido. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados informó en noviembre de 1995 que en esa fecha 50 millones de personas de todas las latitudes se hallaban desplazadas de sus hogares a causa de guerras, atrocidades y persecuciones, una cifra sin precedentes. El informe añadía sombríamente:
El fin de la Guerra Fría generó una fuerte corriente de optimismo acerca de la situación de los refugiados de distintos continentes. Se pensaba que al desaparecer la rivalidad entre las superpotencias se resolverían muchos conflictos. [...] Casi puede decirse que ha sucedido todo lo contrario.3
En su informe anual, la National Defense Council Foundation, organismo norteamericano de investigación y promoción de intereses, estimó que en 1995 se libraron 71 guerras, el doble de las contabilizadas en 1989, primer año en que esta entidad se dio a la tarea de reunir estadísticas sobre el particular. Su director, Andrew Messing, oficial en retiro de las fuerzas especiales, declaró que los mayores peligros surgidos en la era posterior a la Guerra Fría son la proliferación de las armas nucleares y biológicas, la creciente militarización de la China y el aumento de la violencia relacionada con el narcotráfico.4
Limpieza étnica y horrendas luchas tribales
En esta profecía, donde dice «se levantará nación contra nación», la palabra empleada en el texto original griego y que se tradujo como nación al castellano es etnos, cuya traducción más precisa sería raza o tribu. Dicho de otro modo, Jesús vaticinó que los grupos étnicos se levantarían unos contra otros. En años recientes este augurio se ha cumplido con trágicas consecuencias. El historiador Arthur Schlesinger, quien se hizo acreedor al premio Pulitzer, advierte: «Si el siglo XX ha sido el de las guerras ideológicas, el XXI será el de las luchas étnicas».5
La agencia AP informa que en el curso del presente siglo las matanzas perpetradas por súbditos de diversas naciones contra sus conciudadanos han superado las muertes provocadas por enfrentamientos con rivales extranjeros. En su informe, la agencia alude a las purgas de Stalin, la Revolución Cultural china, los campos de exterminio de Camboya, la llamada depuración étnica de Bosnia, los horrores de Ruanda, etc.
También podríamos mencionar la fratricida guerra civil española y los choques entre movimientos guerrilleros y el ejército que han marcado la historia reciente de muchos países latinoamericanos.
En su reportaje, la agencia AP emite una grave sentencia:
El siglo XX está bañado en sangre [...], la demencia homicida ha segado la vida de 170 millones de personas. [...] No por nada el término genocidio se acuñó en nuestro siglo.6
Si bien el panorama se presenta sombrío, se acerca el día en que Dios mismo intervendrá para acabar de una vez para siempre con la violencia y las guerras que azotan al mundo. La Biblia enseña que cuando Cristo retorne a la Tierra, «juzgará a las naciones y reprenderá a muchos pueblos […]. Volverán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.» (Isaías 2:4.)
Más adelante dedicaremos más espacio al reinado de paz que se establecerá en la Tierra. Por ahora volvamos a las duras realidades que nos ocupan en este momento.
«¡Mamita, tengo hambre!»
«Y habrá hambres...»
SE AGRAVA EL HAMBRE en nuestra época? El Banco Mundial señaló en septiembre de 1996 que más de 800 millones de personas sufren cada día de inanición y que un número de niños superior a los 500 millones recibe insuficiente alimentación para su pleno desarrollo físico e intelectual. Según Ismail Serageldin, vicepresidente del banco, «cada día se producen unas 40.000 muertes relacionadas con el hambre, sobre todo en zonas rurales».7
Si los años 80 fueron la década perdida para muchos países latinoamericanos, según el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) los 90 podrían concluir como los de la «generación perdida». Enrique Iglesias, presidente de dicho organismo, destacó que si bien en 1980 el 41% de la población latinoamericana estaba ubicada por debajo de la línea de la pobreza, en los 90 esta cifra alcanza el 50%, no obstante el crecimiento económico registrado en la región. Además, el 60% de los niños vive en hogares que están por debajo de esa línea y el 41% de los pobres sufre algún grado de desnutrición.8
Lester Brown, presidente del centro de investigaciones Worldwatch, dijo: «Paradójicamente, a pesar de vivir en una era de avanzada tecnología, de exploraciones espaciales, de una red informática mundial y de trasplantes de órganos, la humanidad se vio enfrentada en 1996 a uno de los retos más antiguos de la Historia: cómo sobrevivir hasta la próxima cosecha». Señalando las bajas producciones de 1995 y las limitadas reservas alimenticias del mundo, manifestó en una conferencia de prensa: «No cabe duda de que hemos dado un viraje crítico».9
Siguiendo los argumentos de muchos expertos, Worldwatch atribuye la mayor parte del hambre que padece el mundo al efecto invernadero. En su informe Vital Signs 1996 indica que los pagos de las compañías de seguros por concepto de daños a las cosechas a causa de las condiciones atmosféricas ascendieron a 48 mil millones de dólares entre 1990 y 1994, cifra astronómica comparada con los 16 mil millones que se vieron obligadas a pagar en toda la década de los ochenta.10
Sir John Houghton, experto en climatología y director de la Royal Commission on Environmental Pollution del Reino Unido, advierte que aún no se han hecho patentes los estragos que causará en el planeta el efecto invernadero: «Al empeorar las inclemencias meteorológicas, muchos bosques desaparecerán, se propagarán enfermedades como la malaria, y miles de refugiados famélicos cruzarán fronteras».11
Si lee usted a una velocidad promedio, desde que empezó a hojear este librito por lo menos 200 personas han muerto de hambre. Según cálculos optimistas, si las condiciones no mejoran radicalmente, cada año fallecerán más de 4 millones de seres humanos.
Aunque el planeta no alcanzó una población de mil millones de personas hasta el año 1830, desde entonces en solamente 100 años ésta se incrementó en otros mil millones (1930); en 30 años más se llegó a los tres mil millones (1960), y en otros 16 años a los cuatro mil (1976). Apenas nos llevó 11 años para alcanzar los cinco mil millones (1987). Se estima que en el año 2030 la población mundial ascenderá a 8500 millones. El aumento de la población lleva consigo una disminución de la superficie de tierra cultivable per cápita.
Una simple solución
La cruel paradoja de todo esto es que el mundo sí está en condiciones de producir los alimentos necesarios para su creciente población. Si bien ciertas hambrunas obedecen a sequías u otros flagelos naturales, la mayoría se podría evitar de no ser por la codicia e inhumanidad del hombre. Las guerras, los embargos, la corrupción administrativa y la subyugación económica son todos síntomas del problema de fondo. Mientras niños inocentes mueren de inanición, algunos países prósperos destruyen millones de toneladas de alimentos para mantener altos los precios.
Un artículo de la AP recoge la opinión vertida en ese sentido por el prestigioso instituto Bread for the World en su quinto informe anual:
«El hambre que aflige al mundo tiene su raíz en el deterioro de los valores humanitarios», afirma dicha organización, que aboga por mayores programas para combatir la pobreza.
En su informe apunta a la violencia, la inoperancia de los políticos, la pobreza, la discriminación racial y los trastornos ambientales como las principales causas de la desnutrición.12
Si aprendiéramos a seguir la Regla de Oro --hacer con los demás como queremos que hagan con nosotros-- podrían eliminarse flagelos tan amargos como el hambre que azota al mundo.
El peor derroche: la guerra
En más de un caso, las hambrunas están relacionadas con las guerras, por lo que es inevitable que más conflictos bélicos se traduzcan en más hambre. Independientemente de lo consecuente que haya sido con estos postulados, el general Dwight Eisenhower --ex presidente de los EE.UU.-- describió el costo de la guerra en términos que invitan a reflexionar:
«Cada arma que se fabrica, cada nave de guerra que se bota, cada cohete que se dispara, ulteriormente constituye un robo contra los que padecen hambre y no obtienen alimentos; contra los que sufren de frío y no tienen abrigo. En el negocio de las armas, el mundo no sólo malgasta su dinero, sino el sudor de sus trabajadores, la inventiva de sus científicos, las esperanzas de sus niños. […] Bajo la amenazante nube de la guerra, la humanidad pende de una cruz de hierro. [...] ¿No podrá el mundo vivir de otro modo?»13
Veamos algunos datos recientes que corroboran lo dicho por Eisenhower:
La Guerra del Golfo costó a los aliados 500 millones de dólares al día, es decir unos 350.000 por minuto. Un avión de caza cuesta unos 25 millones de dólares. Un misil Tomahawk, alrededor de 1.300.000. Un misil aire-aire, 800.000.
Por el precio de un misil teledirigido Sparrow, los hambrientos alumnos de un colegio podrían almorzar todos los días durante 5 años.
Con todo lo chocantes que son, esos datos resultan irrisorios si se comparan con los gastos de defensa a escala planetaria. El respetado Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo informa que los gastos de las fuerzas armadas del mundo bordean la astronómica cifra de un billón de dólares al año. Basándonos en ese dato, ¡resulta que los gastos de defensa de los países del mundo ascienden a 2 millones de dólares por minuto! Para financiar un programa de 10 años con el fin de suministrar agua potable a los pobres de los países en desarrollo, a un costo de 30 mil millones de dólares, bastarían con los gastos militares de diez días. Con el equivalente a dieciocho días de lo que se gasta anualmente en defensa se podría erradicar del mundo la desnutrición. Los expertos sostienen que con 200 millones de dólares --es decir, lo que se gasta en defensa en tres horas-- se podrían eliminar la difteria, la tos ferina, el tétanos, el sarampión y la polio, que cada año cobran 4 millones de vidas infantiles.14
Un planeta enfermo
«Y habrá pestes...»
AL IGUAL QUE SUCEDE con la guerra y con el hambre, es alarmante la fuerza y la frecuencia con que diversas epidemias azotan hoy en día a la humanidad.
Hace menos de veinte años, la ciencia médica había cantado victoria sobre un amplio espectro de virus y bacterias mortíferos. A fines de los años 70, diversos patólogos declararon que las enfermedades infecciosas habían pasado a la historia.15
Más recientemente, en 1983, un texto de medicina afirmó que las dolencias contagiosas eran «mucho más fáciles de prevenir y tratar» que cualquier otra clase de trastornos.16
A pesar de ello, en la presente década la incidencia de dichas enfermedades ha experimentado un incremento espectacular. El Dr. Sherwin Nuland, en su éxito de librería titulado How We Die,17 se lamenta de que «el pretendido triunfo de la medicina sobre los organismos patógenos ha resultado ser una quimera».18
En los últimos años los médicos advierten sobre el resurgimiento de cepas bacterianas que podrían resultar más mortales que el sida. En un despacho de la agencia AP se lee:
La aparición de cepas bacterianas contra las que no tiene poder el arsenal antibiótico de que se dispone hoy en día puede suponer un peligro mayor para la salud pública que el propio sida, previenen los especialistas.
Dolencias que se consideraban vencidas, como la tuberculosis, la pulmonía, la meningitis y las estafilococias, están volviéndose incontenibles. Bacterias comunes que producen desde infecciones auditivas en niños de dos años hasta neumonía podrían transformarse en supermicrobios resistentes a la vancomicina y otros medicamentos.
En 1994, el Dr. Alexander Tomasz, de la Universidad Rockefeller de Nueva York, declaró en una reunión de la American Association for the Advancement of Science que los científicos dan por hecho que tarde o temprano se producirá una crisis epidemiológica de inmensas proporciones.19
Los antibióticos: un tiro por la culata
¿A qué se debe este repentino rebrote de afecciones que se consideraban prácticamente eliminadas o en receso? Resulta irónico que el uso indebido y generalizado de remedios creados para suprimirlas sea, según los especialistas, el generador de nuevas cepas superresistentes.
Hay quienes han criticado la actitud de ciertos médicos que bombardean a sus pacientes con ráfagas de antibióticos de amplio espectro, sin saber en muchos casos a ciencia cierta la causa del mal que los aqueja. Los entendidos sospechan asimismo que el extendido empleo de antibióticos en piensos para el ganado contribuye a producir bacterias resistentes a los mismos.20
Nefastos virus
Los facultativos no se limitan a advertir sobre el aumento de las epidemias de origen bacteriano. Virus asesinos como el VIH, causante del sida, el ébola y el hanta se están extendiendo cada vez más.
En palabras de los especialistas, puede que el sida y el ébola sean apenas señales precautorias de numerosos virus asesinos capaces de multiplicarse con inusitada rapidez entre la especie humana a consecuencia de mutaciones genéticas o transformaciones sociales que propicien la difusión de ese tipo de enfermedades.
El Dr. Morse, especialista en ébola, señala que probablemente no se haya visto más que la punta del iceberg en lo que se refiere a virus causantes de enfermedades en el ser humano. Richard Courtney, de la Universidad del Estado de Pennsylvania, afirma que la tendencia actual es hacia el aumento de las enfermedades virales emergentes, no hacia su disminución.21
Propagación del SIDA
Mientras tanto, el sida sigue propagándose arrolladoramente por el mundo. Las estadísticas son escalofriantes. En su informe de diciembre de 1996, el UNAIDS, programa de las Naciones Unidas para el combate del sida, reveló que en ese año 3,1 millones de personas se infectaron con el VIH. Ese mismo año murieron 1,5 millones de personas a consecuencia del sida, lo que eleva la cifra de muertes por la enfermedad a 6,4 millones. En el momento de redactarse este libro, el número de portadores del virus supera los 24 millones, lo que significa que 30 millones de personas se han infectado con este mal desde que se determinaron su naturaleza y sus características en 1981.22
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 6.000 personas contraen cada día el virus VIH en el mundo, y la pandemia va en aumento. En la actualidad, aproximadamente el 75% de los casos se contagia por vía heterosexual.23 Christopher Powell, portavoz de la OMS, pronostica que para el año 2.000 habrá unos 40 millones de portadores del VIH.24
Aparte las epidemias ya mencionadas, tenemos por supuesto el cáncer, que no se considera una enfermedad infecciosa. Según los científicos, aproximadamente el 80 por ciento de los tipos de cáncer tienen su origen en factores ambientales, como el consumo de tabaco y la ingestión de nocivas substancias químicas presentes en los alimentos modernos. Aunque era prácticamente desconocido para nuestros antepasados, el cáncer en sus más de cien variedades cobra hoy en día más de 6 millones de vidas al año. El espectacular incremento en el número de casos del maligno cáncer de piel conocido como melanoma se atribuye a la reducción de la capa de ozono de la atmósfera, la cual filtra buena parte de la radiación ultravioleta del sol.
Jesús predijo que Su regreso a la Tierra estaría señalado por una proliferación de enfermedades y plagas. Pese a que estos males se extenderán cada vez más en los próximos años, la Biblia también enseña que Dios es capaz de proteger y hasta sanar a los que confían en Él: «No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Para los que teméis Mi nombre brillará el Sol de justicia, con la salud en Sus rayos.» (Salmo 91:10; Malaquías 4:2, BJ).
El gran remezón
«Y habrá terremotos en diferentes lugares...»
ENTRE LOS AÑOS 1000 y 1800 no se produje-ron sino 21 terremotos de gran magnitud. En cambio, entre 1800 y 1900 tuvieron lugar 18 convulsiones sísmicas de consideración. En los 50 años siguientes, entre 1900 y 1950, hubo 33 movimientos telúricos de grandes proporciones, ¡casi tantos como los ocurridos en los 850 años anteriores!25
Entre 1950 y 1991 el número se elevó a 93, casi el triple que en el medio siglo anterior. En total esos terremotos cobraron la vida de un millón trescientas mil personas. Este espectacular incremento en los sismos de gran intensidad ha llevado a numerosos científicos a predecir que estamos entrando en una nueva fase de grandes trastornos telúricos.
En 1995, en el curso de una conferencia de destacados geólogos y sismólogos, se advirtió que a corto plazo pueden producirse catástrofes sin precedentes, debido a que se han levantado grandes ciudades sobre fallas de la corteza terrestre:
«Se puede afirmar casi sin riesgo de equivocarse que en las próximas décadas se desencadenarán catástrofes de una magnitud nunca vista --declaró Roger Bilham en un encuentro de la International Union of Geodesy and Geophysics--. Puesto que el 50% de la población de una ciudad puede perecer por efecto de un solo terremoto, no es aventurado pronosticar que en muchos casos el número de muertos puede superar el millón. Si bien en las últimas décadas los grandes movimientos sísmicos han tenido lugar fuera de los grandes radios urbanos, esa tendencia no se mantendrá de forma indefinida», afirmó el científico.26
El profeta Isaías predijo igualmente monstruosos terremotos para los últimos tiempos: «Temblarán los cimientos de la Tierra. En gran manera será la Tierra conmovida. Temblará la Tierra como un ebrio, y será removida como una choza [...] el día de la gran matanza, cuando caerán las torres.» (Isaías 24:18-20; 30:25.)
El violento mundo de hoy
JESÚS DIJO TAMBIÉN que justo antes de Su regreso la sociedad se caracterizaría por una violencia desenfrenada: «Como en los días de Noé, así será la [segunda] venida del Hijo del Hombre» (Mateo 24:37).
¿En qué estado se hallaba el mundo en los días de Noé? El libro del Génesis explica que «se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia» (Génesis 6:11). Todos hemos visto con dolor infinidad de titulares sobre luctuosos y violentos sucesos carentes de toda razón o sentido.
En el marco de la conferencia internacional Forum 2.000, celebrada en Praga el mes de septiembre de 1997, los más destacados pensadores, científicos, escritores y politólogos de nuestros días, entre ellos Óscar Arias, ex presidente de Costa Rica y premio Nobel de la paz, coincidieron en que el siglo XX ha sido el de mayor violencia de la Historia de la humanidad.
Un proyecto de ley de la cámara de diputados de México expresa:
La delincuencia organizada en los últimos tiempos ha manifestado una gran transformación, observando entre otras tendencias, además de una mayor organización, una mayor violencia y su indiscutible trasnacionalización.27
En Estados Unidos, las estadísticas relativas a los delitos violentos son escalofriantes. Según el FBI, por término medio cada 22 minutos muere asesinada una persona; cada 4 se produce una violación, y un asalto cada 26 segundos.28
Dice el Washington Post:
En la actualidad, los asesinatos y suicidios se producen en EE.UU. a un promedio de 145 al día. Solamente en los últimos 30 años, el total asciende a más de 1.200.000; es decir, supera el número de soldados muertos en todas las guerras libradas por el país a lo largo de su historia. En años recientes, muchas de las víctimas no son hombres ni mujeres, sino ¡niños!29
El diario La Época de Santiago de Chile informa: «Los barrios marginales de Río de Janeiro, São Paulo, Bogotá, Caracas y Lima, en los que se hacinan inmigrantes del campo que acuden en aluvión fascinados por la gran ciudad, son caldo de cultivo para la violencia». Las cifras de homicidios de ciudades como Medellín o Río de Janeiro son de las más altas del mundo. En Río, continúa el matutino, «se cometen 61 asesinatos al año por cada 100.000 personas, frente a 30 en la ciudad de Nueva York». La escalada violentista tampoco es desconocida en México. En el estado de Guerrero la tasa de homicidios es de 46 por cada 100.000 habitantes.30
América Latina en general tiene una criminalidad epidémica, dado que según el Banco Interamericano anualmente se producen 20 homicidios por cada 100.000 habitantes.31
Según datos de la Oficina Central de Estadística e Informática de Venezuela, la criminalidad en Caracas se ha duplicado en los últimos cuatro años. Los homicidios aumentaron de 2.513 en 1989 a 4.292 en 1993.
Colombia, por su parte, ostenta la tasa de secuestros más alta del mundo. Hasta julio de 1996 se habían registrado más 1.500 casos. Y en Brasil los pagos de rescates suman 900 millones de dólares al año.32
Según el DANE, organismo nacional de estadísticas de Colombia, hacia mediados del decenio 1980-1990 se registraban cerca de 15.000 homicidios al año en ese país. Diez años más tarde, la cifra anual supera los 30.000, lo cual significa que se ha duplicado de una década a otra.33 El premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez alude a esta situación como el «holocausto bíblico en que Colombia se consume desde hace más de veinte años».
A juicio del abogado criminólogo guatemalteco José Eduardo Martí Guilló, la concentración masiva de población en áreas urbanas es el principal detonante de la creciente ola de violencia y delitos que agobia actualmente a la sociedad. «La migración del interior del país a la ciudad capital, de por sí sobrepoblada, unida a la falta de empleo, la apetencia de bienes suntuarios, la carencia de recursos básicos de alimentación, abrigo y vivienda y la falta de acceso a la educación y a la salud son entre otros factores --según Martí Guilló-- parte fundamental para explicarse el porqué» de los índices de criminalidad y violencia actuales.
El diario Clarín de Buenos Aires informa:
El aumento de la delincuencia juvenil se ha convertido en un grave problema para la sociedad española porque, además, los delitos llevan una carga de violencia cada vez más intensa. El 61% de los delincuentes juveniles, según las informaciones oficiales, tienen entre 14 y 15 años.34
¡Qué mundo el del espectáculo!
¿A qué obedece este aumento sin precedentes de la violencia entre los jóvenes? Los estudiosos de la conducta humana han determinado que una de las principales causas es el mal llamado entretenimiento o espectáculo, sobre todo las imágenes que diariamente llegan a cada hogar por cortesía de la televisión. En otras épocas, era preciso encontrarse en el lugar de los hechos para presenciar un acto de violencia. En la actualidad no. Al cumplir quince años, un joven norteamericano común y corriente ha visto por televisión la muerte violenta de más de 35.000 seres humanos y otros 200.000 actos brutales de agresión. Ni «en los días de Noé» se veía la gente sometida a las megadosis de violencia que se nos dan a consumir en nuestra época.
Es innegable la relación que existe entre la violencia fílmica y la callejera y doméstica. Según la agencia UPI, el Colegio de Profesores de Inglaterra, compuesto por 40.000 miembros, llevó a cabo un estudio que arrojó el siguiente resultado:
«Las repercusiones que tienen las imágenes de violencia son mucho más extensas que lo que antes se pensaba», declaró Jackie Miller, subsecretaria general de dicho colegio profesional y autora del informe. Según el sondeo, el 77% de los maestros de enseñanza media opina que con ello se está insensibilizando a los niños a la violencia, y que éstos optan por glorificar y mimetizar la agresión y el atropello en el parque de juegos.35
El Dr. Leonard Efron, profesor de sicología de la Universidad de Illinois, que estudió los hábitos de más de cuatrocientos telespectadores por espacio de 22 años, observa: «Ya no queda duda de que el alto consumo de violencia televisiva es uno de los detonantes de la agresividad, el crimen y la violencia en la sociedad». Arnold Kahn, de la Asociación Norteamericana de Sicología, agrega: «El debate sobre los efectos de la violencia en la pantalla chica es semejante al que tiene lugar sobre la relación entre fumar y el cáncer».36
Para determinar «qué opina la propia juventud sobre el mundo sumamente volátil en que vive», la revista Newsweek y el Fondo de Defensa de la Infancia organizaron una encuesta entre escolares norteamericanos de 10 a 17 años de edad. Respondieron 758. La revista resume así el resultado:
El cuadro que emerge del sondeo es el de una generación que vive presa del temor. [...] Muchos de los jóvenes encuestados abrigaban inquietudes que sus padres jamás habrían imaginado, relacionadas con las armas de fuego, las drogas, el divorcio, la pobreza. En las entrevistas se hizo patente hasta qué punto ha calado la violencia --o el temor de la misma-- en el ánimo de los niños, no sólo en los núcleos de las grandes urbes, sino en pueblos pequeños y en barrios residenciales.37
Pese a la violencia reinante, no tenemos por qué vivir atemorizados. Recordemos que la Escritura llama a Jesús Príncipe de Paz (Isaías 9:6). A todos los que lo aman y creen en Él, les promete: «La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.» (Juan 14:27.)
Una generación egoísta
«Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» (Mateo 24:12).
ASÍ DESCRIBIÓ JESÚS la deshumanización y dureza de corazón que imperarían en los días previos a Su segunda venida. Un pasaje afín de la Biblia dice: «También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, [...] amadores de los deleites más que de Dios.» (2 Timoteo 3:1-4.)
Desafortunadamente, en todas partes del mundo el egocentrismo y la insensibilidad se hallan en auge. La siguiente nota de la prensa británica refleja lo que viene ocurriendo en la mayoría de los países:
Una encuesta realizada en fecha reciente arrojó que la moralidad en la Gran Bretaña se halla en franco deterioro. Cada día la gente se vuelve más egoísta, y cada vez se aprecia menos espíritu cívico.
De acuerdo con una consulta organizada por la empresa Gallup, el 77% de los entrevistados coincidió en que el país es menos observante de las leyes que hace 10 años. El 65% opinó que el sentido de la moral es hoy en día más frágil.
Asimismo, el 70% opinó que el sentido de participación y solidaridad de la gente ha disminuido ostensiblemente desde hace 10 años. Por último, el 72% piensa que el país se está tornando más egoísta.38
Esta dureza de corazón y falta de afecto natural tiene hoy muchas manifestaciones. El diario Las Últimas Noticias de Chile destaca en una nota que el 42% de los niños que nacieron el año 1996 en ese país lo hicieron fuera del matrimonio. Según cálculos vertidos por ese mismo rotativo, casi el 30% de los niños de ese país no vive con ambos padres.39
Vidas truncadas
Un estudio de las Naciones Unidas señala que el tamaño de las familias ha venido disminuyendo a escala mundial, dado que las mujeres de la mayoría de los países quieren tener menos hijos.40 Entre otras causas, esta drástica reducción de la familia obedece a los altísimos índices de abortos de los últimos años. Si bien la embriología ha demostrado que la vida comienza en el momento mismo de la concepción, cada año se siega la vida de 30 millones de niños indefensos antes que nazcan. En la Biblia Dios dijo: «En tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No la hallé buscando en lugares secretos, sino sobre todos éstos.» (Jeremías 2:34.)
Siempre se ha considerado que el amor de una madre por sus pequeños es un afecto puro y natural. La agencia Reuter informa que en general las mujeres del planeta tienen cada vez menos niños, y que más de una cuarta parte de los embarazos acaba en aborto.41
En el mundo se realizan anualmente unos 33 millones de abortos legales; si a esta cifra se suman los ilegales, el total bien podría llegar a unos 40 ó incluso 60 millones.42
Una nota de la agencia de noticias Interfax asegura que Rusia sigue a la cabeza en cuanto al número de abortos que tienen lugar dentro de sus fronteras. En el país eslavo se produce el doble de abortos que de partos.
La misma agencia publica que, según connotados demógrafos, cada año se practican en el país tres millones y medio de abortos, a razón de 225 por cada 100 alumbramientos.
Estas estadísticas habrían horrorizado a otras generaciones. Sin embargo, la nuestra las asume impávida. Ciertamente nos han sobrevenido los tiempos en que los hombres se encallecerían y el afecto natural sería tan sólo un recuerdo.
Sodoma y Gomorra en versión moderna
«Como sucedió en los días de Lot [...], así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste» (Lucas 17:28-30).
OTRA TENDENCIA MODERNA predicha por Jesús y que pone de manifiesto una vez más la extrema falta de afecto natural de que adolece nuestra sociedad es la difusión y aceptación de la homosexualidad masculina. (A esta conducta se la ha llamado también sodomía, nombre derivado de la antigua Sodoma, ciudad pecaminosa donde según el relato bíblico «los varones [...], todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo», pretendieron tener trato sexual con los ángeles que visitaban la casa de Lot, sobrino del patriarca Abraham, la noche antes de la destrucción de la ciudad [Génesis 19:4-5].) El concepto que tiene la sociedad actual de la homosexualidad no difiere en mucho del que predominaba «en los días de Lot».
El que la homosexualidad se propague de manera tan arrolladora por el mundo es, pues, otra señal de los tiempos. No sólo se tolera en la mayoría de los países; en muchos se fomenta. Numerosos filmes, grabaciones y personajes del mundo del espectáculo la promueven y hacen despliegue de ella.
En 1992, el Sex Information and Education Council de los EE.UU. elaboró las pautas nacionales por las que debía gobernarse la educación sexual en los colegios estatales. Tales principios rectores --formulados por uno de los entes educativos particulares más prestigiosos del país-- establecen que «ninguna orientación sexual o estructura familiar es moralmente superior a otra». Esta iniciativa, cuyo objetivo es predisponer a los niños para que acepten la homosexualidad, obtuvo el aval del Colegio Médico estadounidense.43
Las siguientes cuñas ofrecen unos cuantos ejemplos de la gran similitud que guarda nuestra época con «los días de Lot»:
La BBC ofrecerá una semana de vacaciones pagas a los empleados homosexuales de la empresa que tomen parte en «una ceremonia de compromiso». Así tendrán ocasión de tomarse una luna de miel. Como regalo de matrimonio se otorgará también a los homosexuales un vale-regalo por un monto de 75 libras.44
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Trescientos directivos anglicanos de todo el mundo han respaldado una campaña en favor de la introducción de homosexuales activos al sacerdocio. Los clérigos firmaron una hoja publicitaria en la que elogiaban la labor del movimiento de gays y lesbianas cristianos. El aviso aparecerá en periódicos religiosos.45
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Francia ha concedido seguro médico al cónyuge desempleado de las parejas homosexuales. El decreto constituye un importante precedente con miras al pleno reconocimiento de las uniones homosexuales por parte del Estado.46
Globalización de la Buena Nueva
«Será predicado este Evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el Fin» (Mateo 24:14).
A DIFERENCIA DE LA ESCALADA bélica que se ha dado en nuestro tiempo y la intensificación del hambre, las epidemias y los terremotos, Jesús dijo que esta señal no solamente presagiaría un «principio de dolores», sino que constituiría un indicador del propio fin del mundo, es decir, de la segunda venida de Cristo.
Según The Almanac of the Christian World47, actualmente existen fieles e iglesias cristianas en todos los países del mundo. Más de 4.000 millones de personas han tenido acceso al Evangelio. Cada año se reparten 50 millones de biblias y cerca de 80 millones de ejemplares del Nuevo Testamento; también se editan 4.000 millones de tratados destinados a la evangelización.
La Biblia se halla actualmente traducida, en parte o en su totalidad, a 2.092 idiomas, lo que significa que está al alcance del 98% de la población del planeta.48
En estos momentos proliferan las publicaciones cristianas aparte de la Biblia. Aproximadamente 1.500 editoriales publican cada año unos 3.000 millones de ejemplares de libros de carácter cristiano. El Evangelio se anuncia también desde 2.160 emisoras de radio y televisión cristianas. Además, otros miles de emisoras seculares difunden programas religiosos.
Jamás en la Historia se ha divulgado el Evangelio por todo el mundo, entre todas las naciones, como en la época actual. Por todas partes se hace patente su difusión, cuando no por boca de misioneros, a través de los grandes medios de comunicación: periódicos y revistas, la radio, la televisión y las telecomunicaciones. ¡Esta profecía de Cristo demuestra concluyentemente que hoy en día vivimos en los tiempos del fin!
Los trotamundos y la jet set
«Muchos correrán de aquí para allá...» (Daniel 12:4).
LOS MISMOS MEDIOS de transporte y comunicación modernos que han hecho posible la difusión del Evangelio en todos los países del mundo nos recuerdan otra predicción muy concreta referente a las condiciones imperantes en el mundo durante los postreros días. En el año 534 a.C., el profeta Daniel recibió una extraordinaria revelación. Más adelante Dios le dijo que no se preocupara si aquel presagio escapaba totalmente a su comprensión. Si bien le había sido comunicado a él, no iba dirigido a él. En efecto, los arcanos del libro de Daniel no llegaron a develarse sino hace poco tiempo. El Señor habló en estos términos a ese célebre profeta de la Antigüedad:
«Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará» (Daniel 12:4).
La frase «muchos correrán de aquí para allá» evoca rápidos desplazamientos de un lugar a otro. Bien podría haberse traducido: «Los viajes se incrementarán de manera vertiginosa».
Si se tiene en cuenta que los medios de transporte tradicionales --el caballo, el camello, los vehículos de tracción animal, el barco de vela, etc.-- no variaron ostensiblemente a lo largo de miles de años, la significación de esta profecía queda fuera de toda duda.
Un mundo hiperacelerado
En 1789 George Washington empleó 8 días en recorrer 320 km desde su casa hasta Nueva York, donde iba a tener lugar la ceremonia de su investidura. El que le tomara 8 días no tiene en sí mayor importancia. Lo relevante es que en el año 50 a.C. Julio César habría recorrido la misma distancia en igual tiempo. Es decir, que en los cientos de años que mediaron entre la vida de estos dos grandes de la Historia no se produjeron progresos substanciales en materia de transporte. Comparativamente, ¡es impresionante ver hasta qué punto ha avanzado la humanidad desde el siglo pasado!
Además de conducir a velocidades exorbitantes y abarcar grandes distancias en automóvil, el hombre moderno es capaz de circunvolar el planeta en 24 horas a bordo de un jet. Ese tiempo se reduce a ¡80 minutos! en el caso de un astronauta.
La insaciable sed de viajar
El actual desplazamiento geográfico de personas no tiene precedentes. Durante un encuentro anual de directivos del sector del turismo celebrado en 1995 en Singapur, John Naisbitt, autor del libro Megatrends 200049, subrayó que el más importante sector económico de este fin de milenio es precisamente el que permite al usuario «correr de aquí para allá»:
Los viajes y el turismo constituyen la actividad comercial más vigorosa del mundo. Junto con la informática y las telecomunicaciones, serán una de las tres superindustrias que impulsarán la economía mundial durante el siglo XXI.
Se prevé que este año los viajes y el turismo generarán 3,4 billones de dólares de producto bruto, correspondientes a un 10% de la producción económica, las inversiones y los gastos de los consumidores a nivel global.50
Pierre Jeanniot, director general de la IATA (Asociación Internacional del Transporte Aéreo), declaró durante la celebración del cincuentenario de la entidad que en 1995 las compañías aéreas afiliadas a dicha organización transportaron en total 1.200 millones de pasajeros, es decir, el equivalente a una quinta parte de la población mundial.51
La Organización Mundial del Turismo, con sede en Madrid, augura que para el año 2010 se duplicará el número de turistas que transita por el mundo. Su secretario general, Antonio Savi-gnac, manifestó: «Para el año 2010 prevemos cerca de 1.000 millones de viajeros internacionales. No obstante, eso es apenas la punta del témpano. El turismo nacional --gente que viaje dentro de las fronteras de su país-- podría ser 10 veces superior a la cifra internacional.»52
Insatisfecha de su propio país, cultura o religión, mucha gente emprende hoy en día viaje a lejanas tierras. Este fenómeno se da particularmente entre los jóvenes. Miles y miles se desplazan hacia otras latitudes con miras a hallar soluciones o saciar sus inquietudes. Estos peregrinos, buscadores de la verdad, nos evocan otra profecía dada por el profeta Amós con relación a los últimos tiempos: «He aquí vienen días, dice el Señor, en los cuales enviaré hambre a la Tierra; no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando [la] palabra del Señor» (Amós 8:11-12).
Las distancias que recorren modernamente miles de millones de seres humanos y la velocidad y frecuencia con que se desplazan no tienen paralelo en la Historia. Es indudable que «muchos corren de aquí para allá», tal como predijo Dios que sería en el Tiempo del Fin.
Sobredosis de información
«Y la ciencia se aumentará» (Daniel 12:4).
CARGADO DE RAZÓN estaba quien acuñó hace unos años la expresión sobredosis de información. En la presente generación, los conocimientos científicos han aumentado hasta alcanzar cotas inimaginables. A continuación reproducimos algunos datos pasmosos sobre este fenómeno:
El 80% de los científicos que han existido en el transcurso de la Historia vive hoy en día.
Cada minuto estos especialistas añaden 2.000 páginas a los conocimientos científicos que posee la humanidad. A una persona le llevaría 5 años leer la información que generan cada 24 horas.
Todos los días se transfiere por Internet el equivalente a 300 millones de páginas.
Según el Dr. Malcolm Todd, ex presidente del Colegio de Médicos de los EE.UU., aproximadamente la mitad de los conocimientos de medicina pierden vigencia cada 10 años.
Se calcula que anualmente se publican más de 15.000 gacetas científicas y que a diario se editan más de 1.000 libros nuevos.
En 1970, cuando la nave Apolo 13 se perdió en el espacio, los ordenadores de la NASA tardaron 90 minutos en dar con la forma de recuperarla. Valiéndose únicamente de papel y lápiz, a un científico le hubiera tomado un millón de años hallar la solución.
El transistor, componente electrónico fundamental de la tecnología informática, se inventó en los laboratorios Bell en 1948. En 1994, un chip de ordenador podía llegar a contener 3.100.000 transistores, más del doble que uno del año anterior. En 1996, la nueva tecnología permitió que se pudieran colocar 125 millones de transistores en un solo microcircuito, cada uno de ellos de un diámetro 600 veces inferior al de un cabello humano. Para el año 2000, un chip podrá contener más de mil millones de transistores.
En un comentario relativo a los avances recientes de la tecnología informática, el profesor Peter Cochrane, de la división de aplicaciones avanzadas de la British Telecom Laboratories, afirmó: «Existen hoy en día relojes de pulsera con más capacidad informática que algunos grandes computadores de 1970. Automóviles comunes de la actualidad poseen más inteligencia que el primer módulo de alunizaje.»53
Según ciertos estudios, el cúmulo de conocimientos de la humanidad se duplica aproximadamente cada ocho años. Afirma el escritor H. L. Willmington: «Cuando un niño nacido hoy termine sus estudios universitarios, los conocimientos de la humanidad se habrán cuadruplicado. Cuando ese mismo niño cumpla 50 años, se habrán multiplicado por 32. Además, el 97% de los conocimientos que se tengan entonces en el mundo habrán sido adquiridos en los 50 años desde que él nació.»54
Aunque científica y tecnológicamente hayamos dado grandes pasos, ¿nos ha producido eso mayor felicidad o satisfacción que la que poseían nuestros antepasados? Si bien los conocimientos se han incrementado, gran parte de nuestro ingenio científico se desperdicia en la creación de armamento de destrucción masiva. Se priorizan artículos suntuarios y aparatos de alta tecnología mientras otros seres humanos padecen hambre y viven en la indigencia.
La revista Time dio en el quid con un artículo de portada de 1995 titulado La evolución de la desesperanza:
Las videograbadoras y los hornos de microondas tienen sus virtudes; pero en el transcurso de nuestra muy eficiente vida cotidiana, por momentos parece que algo anda seriamente mal. […] Cualquiera que sea el origen del estrés, a veces tenemos la sensación de que no fuimos concebidos para la vida moderna.
En algunos países industrializados, los índices de depresión se duplican aproximadamente cada 10 años. En EE.UU., el suicidio ocupa el tercer lugar como causa de muerte de adultos jóvenes, superado únicamente por los accidentes de tránsito y los homicidios. El 15% de los norteamericanos ha sufrido algún trastorno emocional clínico.55
¿De qué sirve tener la cabeza llena de conocimientos si nos sentimos vacíos, no hallamos paz interior y nuestra vida carece de sentido?
Simpatía por el Diablo
«El Espíritu [Santo] dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1).
ESTA PREDICCIÓN sobre los tiempos del fin describe con exactitud el gran interés que despiertan actualmente el ocultismo, los fenómenos paranormales, el espiritismo, la demonología y la brujería.
Al referirse al tiempo del fin, Jesús dijo a Sus discípulos en tres ocasiones que aparecerían en el mundo numerosos falsos profetas y que éstos atraerían gran cantidad de seguidores. «Muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos» (Mateo 24:11)*.
La Biblia enseña que a quienes se empeñan en rechazar las verdades divinas se les envía «un poder engañoso, para que crean la mentira» (2 Tesalonicenses 2:10-11). Cuando nos negamos a aceptar la verdad, no nos queda nada en qué creer sino la mentira. Por eso en estos tiempos modernos gran parte de la humanidad es presa fácil de embaucadores y falsos profetas. Con mucha frecuencia el «escuchar a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» viene precedido de una apostasía o abandono de la fe verdadera.
Huelga decir que el Diablo no siempre se muestra como la fuerza espiritual maligna y destructiva que es. Todo lo contrario. Las Escrituras nos advierten que él y sus agentes en muchos casos se presentan como portadores de la luz y del bien: «El mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia.» (2 Corintios 11:14-15.) El Demonio es engañador por excelencia.
Aunque es cierto que inadvertidamente muchas personas se tragan las falsedades de Satanás, cada vez es mayor el número de los que se adhieren al satanismo más descarado. Rick Hatfield, director de la unidad de tratamiento de toxicómanos internados del Hospital BryLin (EE.UU.), advierte: «De las grandes amenazas que se ciernen sobre los jóvenes de hoy en día, el satanismo es una de las más frecuentes». Hatfield, que ha participado en programas de rehabilitación de toxicómanos a lo largo y ancho de los EE.UU., afirma que en los últimos seis años ha observado un notorio incremento en la cantidad de adolescentes atraídos por el satanismo.56
Desencantada por la aparente ausencia de realidades espirituales en las religiones tradicionales, mucha gente lamentablemente termina sugestionándose con el lado negro del mundo espiritual. Un experto sudafricano en satanismo señala que las iglesias que adolecen de inercia espiritual son las responsables del creciente interés de la juventud en el ocultismo:
«El satanismo va en aumento. Esto se nota sobre todo en los casos más graves, en los homicidios y en los asaltos», declaró durante una entrevista el coronel Kobus Jonker, jefe de la unidad de investigaciones de delitos relacionados con el ocultismo de la ciudad de Pretoria (Sudáfrica).
Jonker atribuye la tendencia de los jóvenes a meterse en el ocultismo al estado de pobreza espiritual en que se encuentran las iglesias predominantes en Sudáfrica. «La falta de vida de muchas de nuestras iglesias es casi palpable. No pasa nada. Yo no quiero asistir a una iglesia de ésas.»57
La hechicería también está en auge. El Manchester Guardian Weekly (de Inglaterra) informó: «Hace cinco años se creía que en Inglaterra había unas 60.000 brujas; hoy se calcula que la cifra ha aumentado a 80.000».58 Dicho auge ha cobrado el apelativo de renacimiento de la brujería. Existen escuelas que dictan cursos de hechicería. Entre las clases que se imparten cabe mencionar las de defensa personal parapsicológica e historia de la brujería.59
De modo similar, el chamanismo, la santería y el vudú adquieren cada vez más adeptos en los países latinoamericanos. En los EE.UU., el poder pagano está cobrando gran difusión. La agencia AP informa:
Los hechiceros de los 90 no inspiran tanto miedo. Sus creencias paganas se han convertido en verdaderas religiones, con oficios religiosos y días festivos.
Unos dos millones de estadounidenses practican alguna modalidad de paganismo, según afirma Leo Martello, director del Witches' Anti-Discrimination Lobby, organización con sede en Nueva York que aboga por el derecho de los paganos a congregarse en sitios públicos y acogerse a los beneficios de días de asueto en fechas como Halloween (víspera del día de Todos los Santos).60
Si bien en 1962 se prohibieron en Estados Unidos la oración y la lectura de la Biblia en los colegios estatales, muchos de esos mismos centros docentes ofrecen hoy a sus alumnos cursos autorizados de hechicería y ocultismo.
Otro ámbito en el que la hechicería y el satanismo han irrumpido con fuerza es el de la música popular. Basta con observar la cantidad de portadas de discos y videos de rock en que no faltan la simbología, la liturgia y los ritos propios de la brujería y el ocultismo. Muchos son muestras descaradas de culto a Satanás y al submundo de las tinieblas. Los sonidos del infierno han seducido a mucha gente, arrastrándola a una vida de drogadicción, perversiones, violencia y, en algunos casos, al suicidio. Los actos más desvergonzados de blasfemia y profanación son hoy socialmente aceptados en aras del entretenimiento audiovisual y la libertad de expresión.
La Bestia está a punto de llegar
«El Anticristo viene» (1 Juan 2:18).
Una de las últimas señales del fin, a la que la Biblia dedica numerosos capítulos, es el surgimiento de un gobierno supranacional presidido por un perverso tirano al que se conoce como el Anticristo o la Bestia. El capítulo 13 del libro del Apocalipsis refiere que el mundo rendirá culto a Satanás, personificado éste por el vil dirigente mundial antes mencionado. «Adoraron al dragón [el Diablo] que había dado autoridad a la bestia [el Anticristo], y adoraron a la bestia» (Apocalipsis 13:4).
Rápidamente se está creando el marco para que el mundo acepte una dirigencia de carácter mundialista. El célebre historiador británico Arnold Toynbee (1889-1975) afirmó con gran acierto: «Las naciones están prestas a entregar los reinos del mundo a un hombre que ofrezca una solución a los problemas que aquejan al planeta». Paul-Henri Spaak, que fue el primer presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, primer ministro de Bélgica, uno de los gestores del Mercado Común Europeo y secretario general de la OTAN, declaró en cierta ocasión: «No queremos una comisión más; ya contamos con demasiadas. Lo que buscamos es un hombre que tenga suficiente estatura moral para captar el apoyo de las masas y sacarnos del cenagal económico en que nos estamos hundiendo. Cuando se presente tal individuo, sea dios o sea demonio, lo aceptaremos.»
El nuevo orden internacional
Cada vez oímos hablar con más frecuencia del nuevo orden internacional y de la globalización. El presidente norteamericano George Bush popularizó el concepto en un discurso pronunciado ante el congreso de su país durante la guerra del Golfo: «Nos hallamos en un momento único y extraordinario. [...] De esta turbulenta época bien puede emerger un nuevo orden internacional. [...] Hoy ese nuevo orden pugna por nacer.»61
El acuerdo de paz en torno a Jerusalén
Es previsible que el Anticristo llegue al poder en medio de una euforia generalizada por haber sacado temporalmente al mundo de sus profundas crisis económicas, militares y políticas. A la usanza del propio Satanás, que con frecuencia se disfraza de ángel de luz, este personaje deslumbrará a buena parte del mundo presentándose como un gran héroe y pacificador. El profeta Daniel, aludiendo al Anticristo, escribió: «En plena paz, destruirá a muchos», y «se apoderará del reino a base de intrigas» (Daniel 8:25 y 11:21, EP).
La Biblia nos indica que las pretensiones de liderazgo mundial de ese dirigente se fundamentarán en un ingenioso pacto de paz de 7 años. Dicho acuerdo resolverá transitoriamente la crisis de Oriente Medio, logrando que árabes y judíos accedan a ciertas concesiones relativas a Jerusalén y sus lugares sagrados. Uno de los puntos neurálgicos será el Monte Moriah en Jerusalén, considerado sagrado por los judíos dado que allí se encontraba su templo antes que fuera destruido por los romanos en el año 70 d.C. Este monte es también sagrado para los musulmanes, dado que en él se levanta el santuario más importante del islam en la ciudad: la Mezquita de Omar. Las Escrituras indican que el acuerdo permitirá a los judíos reconstruir su templo, donde reanudarán sus antiguos ritos de sacrificios de animales. (V. Daniel 8:23-25; 9:27; 2 Tesalonicenses 2:1-4.)
De Rusia
El profeta Ezequiel hace referencia al Anticristo en términos de «Gog en tierra de Magog» (Ezequiel 38:2). Los exégetas coinciden en que la antigua tierra a la que se conocía como Magog era un poderoso país ubicado al norte de Israel. Muchos la identifican con Rusia. Por eso, un número importante de estudiosos de la Biblia considera que el Anticristo bien podría surgir del actual caos en que se encuentra la antigua Unión Soviética.
Según la Sagrada Escritura, las principales potencias europeas jugarán un importante papel en el gobierno mundialista del Anticristo. Los dirigentes de esos países se unirán a él y le darán pleno apoyo. «Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y autoridad a la bestia» (Apocalipsis 17:13).
Un agrio salvador
Si bien la mayor parte del mundo acogerá inicialmente al Anticristo como una especie de mesías político, tres años y medio después éste revocará el acuerdo de paz que él mismo firmara y que hubiera debido regir por siete años. En ese momento invadirá Israel y declarará a Jerusalén su capital internacional.
Abolirá todas las religiones, a excepción del culto a su propia imagen, la cual estará de algún modo habilitada para hablar y «hacer matar a todo el que no la adore» (Apocalipsis 13:14-15). Jesús dijo que cuando viéramos esa imagen «en el lugar santo [el templo], la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel [...], habrá gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo» (Mateo 24:15,21). Será una época de feroz persecución y represión de los creyentes a manos de la Bestia y su régimen. (V. también Daniel 7:21,25; 8:23-24; 11:31-35; 12:10; Apocalipsis 13:5-7.)
En ese momento el Anticristo instaurará su siniestro sistema de crédito internacional, que llevará el número 666.
La marca de la Bestia
«Hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les imprimiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que nadie pudiese comprar ni vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis.» (Apocalipsis 13:16-18, NC.)
ESTAMOS FRENTE a una extraordinaria profe-cía. Reflexionemos en su significado: hace casi 2.000 años el apóstol Juan --que antes de conocer a Jesús se había desempeñado como un simple pescador-- predijo que un día sería instituido un sistema económico internacional por el que se obligaría a toda persona a llevar un número, sin el cual no podría comprar ni vender. El cumplimiento de este ominoso oráculo no habría sido posible antes del advenimiento del ordenador y de las operaciones bancarias electrónicas.
Actualmente existen varios métodos para pagar las mercancías. Se puede utilizar dinero en efectivo, emitir un cheque o cancelar con tarjeta de crédito.
Más recientemente se ha ido introduciendo la tarjeta de cobro automático, que funciona de la siguiente manera: Al entregar el cliente a la cajera la mencionada tarjeta, ésta la pasa por un lector electrónico conectado con el banco del cliente. Enseguida el importe se deduce de la cuenta de éste y se acredita a la del establecimiento comercial. Todo en una fracción de segundo.
Otra modalidad de transferencia de fondos que ya se emplea en muchos países y que se fomenta en otros es la tarjeta inteligente. Ésta tiene el aspecto de una tarjeta común y corriente, pero con una gran diferencia: en el plástico hay un pequeño circuito integrado. Este prodigioso dispositivo electrónico no solo da al portador acceso instantáneo a su cuenta bancaria, sino que además contiene su identificación, su historial médico, su carnet de conducir, fotografías, datos requeridos por la asistencia social y otros varios. En Francia, Canadá, Alemania y Gran Bretaña se utilizan actualmente más de 90 millones de tarjetas inteligentes para disponer de mejor asistencia sanitaria.
El papel moneda evidentemente tiene los años contados. Quienes promueven una sociedad en la que no se emplee más el dinero contante esgrimen un sinnúmero de argumentos muy convincentes. Uno de los principales es que el dinero en efectivo posibilita los turbios negocios de los narcotraficantes, quienes suelen realizar sus transacciones con maletas llenas de billetes. En la ausencia de papel moneda, se dificultaría mucho la venta ilegal de drogas. Es más, muchos organismos de seguridad sostienen que la abolición del efectivo acabaría prácticamente con toda actividad delictiva.
El escollo de la identificación
Para poder eliminar por completo el papel moneda, los cheques y las tarjetas de crédito, es imperativo crear un sistema de identificación a toda prueba. Los comerciantes deben contar con la garantía de que quien presente una tarjeta para realizar una transacción sea en efecto el titular de la misma.
Ya se han perfeccionado varios sistemas de identidad a prueba de alteraciones, como por ejemplo los lectores que reconocen las huellas digitales, la geometría de la mano o el iris. El único problema que presentan esos aparatos es que son sumamente costosos. Para organizar una sociedad en la que se haya abolido por completo el papel moneda habría que instalar uno de ellos en cada tienda o comercio donde se expenda algún producto.
Cada terminal de identificación biométrica cuesta miles de dólares. En cambio, los chips instalados en las tarjetas inteligentes valen apenas unos centavos.
Implantaciones de microchips con los datos personales
Una solución viable y muy económica podría ser tomar un microcircuito similar al de la tarjeta inteligente e introducirlo debajo de la piel. Una vez implantado, el chip podría ser leído por un escáner de bajo costo muy parecido a los lectores de barras de un supermercado. Es decir, que ¡uno mismo se convertiría en una tarjeta inteligente!, sorteando así el gravoso obstáculo de garantizar que el titular de la tarjeta sea, en efecto, quien dice ser.
La tecnología para efectuar una implantación de tales características no solo existe, sino que se está ensayando en distintas partes del mundo. Por ejemplo, el Ministerio de Salud y Bienestar Social de los Estados Unidos dice que el nuevo programa de identificación por micropunto ya se está instaurando con carácter experimental en la ciudad de Washington y en otras urbes norteamericanas. Los microcircuitos empleados son más pequeños que la cabeza de un alfiler, cuestan menos de 25 centavos de dólar y se inyectan aproximadamente seis milímetros debajo de la piel, por lo general en el espacio que queda entre los tendones de los dedos índice y medio. Se activan por medio de un pequeño escáner manual e identifican sin lugar a error a la persona en quien han sido implantados.62
Es evidente que se está gestando una sociedad desmonetizada a escala planetaria. El control que hoy se puede ejercer en el mundo mediante la tecnología de fibra óptica, los satélites y las bases de datos es alucinante. Los gobiernos de Australia, Israel, Singapur y Tailandia están formulando políticas con vistas a eliminar los cheques y el papel moneda. Muchos otros países están probando nuevas tecnologías para efectuar operaciones comerciales eludiendo el uso de la moneda corriente. Por primera vez existen los dispositivos de alta tecnología necesarios para cumplir la escalofriante visión que tuvo el apóstol Juan hace casi dos mil años.
El poder oculto
No hay que olvidar que el dirigente supranacional del que ya hablamos no exigirá que el mundo lo adore por razones puramente egotistas. Es que estará poseído por el propio Satanás. «El dragón [el Diablo] le dio su poder y su trono, y gran autoridad» (Apocalipsis 13:2).
Satanás siempre ha querido ser Dios. Esa en un principio fue la causa de su caída. El profeta Isaías escribió: «¿Cómo caíste desde el cielo, estrella brillante [Lucifer], hijo de la Aurora? [...] En tu corazón decías: "Subiré hasta el cielo y levantaré mi trono encima de las estrellas de Dios [...]; subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al Altísimo". Mas, ¡ay!, has caído en las honduras del abismo, en el lugar adonde van los muertos.» (Isaías 14:12-15, EP.)
Lo que Satanás persigue al inducir a su títere, el Anticristo, a establecer la maquinaria crediticia mundial que ya se ve venir es que el mundo entero se postre y le rinda culto.
¡Ojo con el 666!
Acceder a que le sea a uno implantada la marca de la Bestia no será una decisión meramente económica. Si bien esa marca vendrá camuflada como un avance tecnológico provechoso para la sociedad, aceptarla será en realidad una decisión espiritual: equivaldrá a acoger y rendir culto al diabólico Anticristo.
Por eso la Biblia advierte: «Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios. [...] No tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.» (Apocalipsis 14:9-11.) Dios no castigaría tan severamente a una persona por algo tan nimio como aceptar una marca de identificación y crédito que le permitiera adquirir víveres y artículos de primera necesidad.
Lo que se desprende de estas palabras es que, cuando veamos surgir un gobierno mundial cuyo dirigente exija nuestra filiación, nuestra lealtad e incluso nuestra devoción, no debemos acceder a sus exigencias. Por muchos que sean los incentivos económicos ofrecidos a cambio o las represalias con que se amenace a quienes rechacen su marca y su número, debemos más bien amar y adorar al Dios verdadero, al Creador, que nos quiere y vela por nosotros. Si ciframos nuestra confianza en Él, nos sacará adelante en los tiempos que se avecinan.
La segunda venida
«Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y enviará Sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a Sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.» (Mateo 24:29-31.)
EN ESTE PASAJE Jesús nos da entender que la tribulación y el terror que han de sobrevenir a la humanidad en la hora más oscura de su historia llegarán a su fin abruptamente con la más radiante alborada: ¡el gran retorno de Cristo con el fin de recoger a Su pueblo y llevárselo consigo!
El Apocalipsis nos enseña que, poco antes del regreso de Jesús, Dios desatará espantosas plagas y castigos para atribular a las fuerzas del Anticristo, las cuales pretenderán empecinadamente acabar con todos los que se nieguen a aceptar la marca de la Bestia. La Biblia refiere con exactitud cuánto durará ese período de gran tribulación: tres años y medio, ó 42 meses, ó 1260 días. (V. Daniel 7:25; 12:7; Apocalipsis 13:5; 12:6.) De modo que el día en que el caudillo mundial viole el acuerdo de paz, erija su imagen y demande la adoración del mundo entero, sabremos exactamente cuánto faltará para el regreso de Jesucristo.
Chao, Bestia; nos vamos pa'l Cielo
El impresionante espectáculo visual y acústico que anunciará la segunda venida de Cristo causará asombro en todo el mundo. Cuando aparezca la señal culminante --Jesús viniendo en las nubes, irradiando sobrenaturalmente Su energía y poder divinos sobre todo el orbe--, quienes lo hayan rechazado y hayan optado por adorar a la Bestia tomarán de repente conciencia del craso error que cometieron. «He aquí que viene en las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la Tierra harán lamentación por Él» (Apocalipsis 1:7).
En cambio, para quienes conozcan y amen al Señor, Su retorno marcará un momento de éxtasis, arrobamiento y liberación nunca antes vivido. Los hijos difuntos de Dios de todas las épocas resucitarán milagrosamente, dotados de cuerpos gloriosos. Se levantarán de la tumba y ascenderán para encontrarse con Jesús en el aire. Quienes aún estemos con vida en la Tierra experimentaremos una transmutación instantánea. Nos elevaremos con nuestro cuerpo nuevo hasta llegar a las nubes, donde nos reuniremos con el Señor. Así Cristo pondrá a los Suyos fuera del alcance de los que los perseguían --los partidarios del Anticristo-- y se los llevará victoriosos a la celebración más grandiosa que se haya visto jamás, un acontecimiento conocido como la cena de las bodas del Cordero, el cual tendrá lugar en el Cielo. (Apocalipsis 14:14-16; 19:6-9.)
Mientras tanto se derramará la terrible ira de Dios sobre las fuerzas de la Bestia. Será un período tan pavoroso que la Biblia dice: «En aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán» (Apocalipsis 9:6).
Luego descenderán las tropas del Cielo encabezadas por el propio Jesús para acabar con la Bestia y destruir su gran imperio internacional en la temible batalla de Armagedón. Esa gran matanza tendrá lugar en el valle de Meguido y sus alrededores, cerca de Haifa (Israel). La palabra hebrea Armagedón significa textualmente alto o monte de Meguido. Señalará el fin de los crueles regímenes humanos sobre la Tierra. Dios mismo, por medio de Jesucristo --Rey de reyes y Señor de señores--, escoltado por Sus huestes celestiales, se apoderará del mundo para gobernarlo como habrían podido hacerlo los hombres de no haber desobedecido a Dios y optado por seguir egoístamente su propio camino. Así comenzará una era que se conoce como el milenio, mil años de paz y abundancia en un paraíso terrenal (Apocalipsis 19:11-21; 20:1-4).
Fe para encarar el futuro
ES INNEGABLE que vivimos en una época en extremo interesante. ¡Nos encontramos en el umbral de grandes transformaciones!
La precisión con que estas ancestrales profecías describen las condiciones imperantes en nuestros días debiera infundirnos fe. En primer lugar, inspira confianza el hecho de que Dios no sólo tiene poder para prever el futuro, sino que además se preocupa por nosotros de tal manera que nos revela por adelantado lo que ha de suceder. Jesús dijo: «Ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis» (Juan 14:29).
Asimismo, viendo que el estado en que se halla hoy el mundo fue certeramente predicho en los sagrados textos, es lógico suponer que los vaticinios bíblicos aún no cumplidos también se harán realidad. Según ellos, surgirá un gobierno internacional encabezado por un demoníaco personaje que impondrá a la fuerza un sistema de crédito ultramoderno. Los que se nieguen a colaborar con el régimen del Anticristo serán perseguidos. Dios, sin embargo, intervendrá enviando a Jesucristo para rescatar a Su pueblo, derrotar a las fuerzas del mal y establecer Su eterno Reino de amor en la Tierra.
No hay por qué temer
El desarrollo de estos sobrecogedores acontecimientos del fin de los tiempos no tiene por qué infundirnos miedo o causarnos desconcierto. Si bien Jesús advirtió que en los postreros días «desfallecerán los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra» (Lucas 21:26), también aseguró que quienes lo conocemos y lo amamos estaremos en condiciones de enfrentar esos hechos con una actitud positiva y victoriosa.
Dejó muy claro que estas últimas señales del fin serían una indicación de la proximidad de Su regreso para rescatar a los Suyos: «Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención [liberación] está cerca» (Lucas 21:28). Puede que no nos guste todo lo que ocurra --parte de ello sin duda resultará inquietante--, pero al menos sabemos que terminará bien.
Si tienes fe en Dios y en Su Palabra y vives una relación estrecha con Él, aunque a tu alrededor haya guerra, confusión, caos y tribulación, en tu interior puedes tener tranquilidad gracias a Jesucristo, el Príncipe de Paz.
La mejor preparación para el futuro
Puedes prepararte para el futuro --y para la eternidad-- aceptando en este preciso instante a Jesús, tu Salvador. Él te ama. Permanecerá a tu lado y te guiará en todas las situaciones peligrosas que te toque afrontar.
La Biblia dice que «Dios es amor» (1 Juan 4:8). Es el mismísimo Espíritu del amor. Quiere que conozcas, que experimentes Su amor y te goces en él. Asimismo, es un ser tan grande y tan poderoso que está fuera del alcance de nuestra limitada comprensión humana. Por eso envió a Su Hijo Jesús al mundo: para demostrarnos el gran amor que nos tiene y ayudarnos a entender Su naturaleza.
«De tal manera amó Dios al mundo [a ti y a mí], que ha dado a Su Hijo unigénito [Jesús], para que todo aquel que en Él cree, no se pierda [no quede alienado del amor de Dios], mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). Es tal el amor que Dios abriga por ti que entregó a Jesús para que muriese en tu lugar y asumiera el castigo que te merecías por tus malos actos. Así puedes obtener gratuitamente el perdón y la vida eterna que Él te ofrece en el Cielo.
Si aún no conoces a Jesús, puedes recibirlo en este mismo momento, y con Él todas las maravillas que te deparará. No te preocupes si aún albergas dudas o interrogantes acerca de Él. Jesús te comprende. Si haces el esfuerzo de comunicarte con Él, se manifestará en tu vida. Él dice: «Yo estoy a la puerta [de tu corazón] y llamo. Si oyes Mi voz y abres la puerta, entraré a ti.» (Apocalipsis 3:20.)
¿Le darás una oportunidad? Te está esperando. Basta con que hagas sinceramente esta sencilla oración:
Jesús, te ruego que entres en mi corazón. Perdóname todas las faltas que he cometido. Acepto la vida eterna que me ofreces de regalo. Ayúdame a amarte y a transmitir Tu amor y Tu verdad a los demás. Amén.
Jesús dijo: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Aceptar a Jesús no solo nos garantiza un futuro más halagüeño, sino también un presente más satisfactorio. Que Su presencia llene tu vida y te bendiga en todo sentido.
Un mundo en guerra
«¡Mamita, tengo hambre!»
Un planeta enfermo
El gran remezón
El violento mundo de hoy
Una generación egoísta
Sodoma y Gomorra en versión moderna
Globalización de la Buena Nueva
Los trotamundos y la jet set
Sobredosis de información
Simpatía por el Diablo
La Bestia está a punto de llegar
La marca de la Bestia
La segunda venida
Fe para encarar el futuro
Ya estaba escrito
EL GRAN INTERROGANTE que a muchos nos asalta a las puertas del siglo XXI es: ¿Qué nos deparará el futuro? ¿Qué destino aguarda a nuestro maltratado planeta? ¿Estamos en el umbral de un Nuevo Orden Internacional en el que el mundo entero gozará de paz y prosperidad? ¿O se tambalea la humanidad al borde de un abismo que la sumirá en un caos sin precedentes?
El presente librito ofrece algunas respuestas que pueden servir de preparación para lo que se avecina.
Sorprendentemente, la descripción del mundo actual contenida en las siguientes páginas fue escrita hace miles de años. Estudiaremos predicciones y profecías que, pese a haberse registrado hace dos y tres mil años, retratan acontecimientos y situaciones que han tenido --o tendrán-- lugar en el transcurso de nuestra vida.
Algunos de esos vaticinios se refieren a los veloces medios de transporte de la era moderna, al aumento sin precedentes de los viajes internacionales, así como a la arrolladora multiplicación de todo tipo de conocimientos. Otros avances tecnológicos, como las transferencias electrónicas de dinero y el sistema de crédito universal que pronto entrará en efecto, también fueron predichos con impresionante exactitud.
Lo mismo sucede en el caso del calentamiento del planeta y de la propagación de mortíferas enfermedades como el sida y el cáncer. Todo ello fue anunciado por los profetas de antaño.
Quien adquiera una conciencia clara de las predicciones de que trata este libro verá con nuevos ojos la transformación que experimenta actualmente el mundo y estará prevenido para los cataclismos que se vislumbran en el horizonte.
LA GRAN INCÓGNITA
Desde tiempos inmemoriales, diversos maestros religiosos y videntes han tenido el singular don de percibir el futuro. Hace cerca de 2.000 años, en un monte de las afueras de la antigua ciudad de Jerusalén, tiene lugar una plática considerada por muchos como la más profunda y detallada de su género. Allí, un pequeño grupo de buscadores de la verdad se reúne en torno a su Maestro, un carpintero convertido en predicador y conocido sencillamente como Jesús de Nazaret. La pregunta que le formulan motiva una respuesta que abarca dos milenios y se centra en la época en que hoy vivimos:
«Estando Él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: "Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de Tu venida, y del fin del mundo?"» (Mateo 24:3.)*
* Las referencias que aparecen entre paréntesis luego de los textos bíblicos indican el libro, capítulo y versículo donde éstos se encuentran.
La cuestión que le plantearon Sus discípulos giraba en torno a un suceso que se conoce generalmente como la Parusía, el espectacular advenimiento de Cristo al fin de los tiempos para tomar posesión del mundo y establecer en la Tierra el Reino de Dios. El término fin del mundo se emplea en este pasaje no en el sentido de la destrucción física del planeta, sino del fin del gobierno injusto e inhumano de los hombres en la Tierra.
Jesús respondió a dicha pregunta mencionando no sólo una, sino decenas de señales que indicarían la proximidad del fin. Otras extraordinarias predicciones de varios autores de textos bíblicos complementan el panorama. Precisamente en esas señales centraremos nuestro estudio.
LAS GRANDES RESPUESTAS
(Habla Jesús:) «Oiréis de guerras y rumores de guerras. [...] Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.» (Mateo 24:6-8.)
Es de todos conocido que durante milenios el mundo se ha visto azotado por guerras, hambres, pestes y terremotos. Lo que quizá no deja de alarmar es el espectacular aumento que en años recientes se observa en la magnitud, gravedad y frecuencia de todas esas tragedias. Repasemos, por ejemplo, la primera parte de este pasaje.
Un mundo en guerra
«Oiréis de guerras y rumores de guerras. [...] Se levantará nación contra nación, y reino contra reino.»
AUNQUE LA HUMANIDAD siempre ha sido víc-tima del flagelo de la guerra, ningún otro período de la Historia ha conocido una escalada bélica como la acaecida durante el siglo XX. La Cruz Roja Internacional estima que más de 100 millones de personas han perecido desde comienzos de siglo a causa de las guerras.
Hasta 1914, los conflictos armados nunca habían tenido alcance universal. Sin embargo, las dos Guerras Mundiales sí lo tuvieron. En la guerra del 39, apenas 12 países pequeños no intervinieron ni técnica ni militarmente, y 93 millones de personas prestaron servicio militar en los ejércitos de ambos bandos. De éstos, 25 millones murieron. Las bajas entre la población civil fueron también inéditas en la Historia: sólo en la Unión Soviética perecieron 20 millones de civiles a consecuencia de dicha contienda. El Washington Post señaló:
Los conflictos bélicos de nuestro siglo han sido guerras totales, libradas contra civiles y combatientes por igual. [...] En comparación con éstas, las bárbaras batallas del pasado fueron escaramuzas callejeras.1
Desde la Segunda Guerra Mundial --conflagración que se esperaba que garantizase el fin de todo conflicto armado-- han estallado más de 150 guerras de grandes proporciones --definidas éstas como conflictos causantes de más de 1.000 muertes al año--, eso sin contar cientos de escaramuzas, alzamientos y revoluciones. La cifra de víctimas fatales en enfrentamientos bélicos desde el final de la Segunda Guerra Mundial supera ya los 23.142.000.2
Desde la caída del muro
El mundo esperaba que la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 marcara no sólo el fin de la Guerra Fría entre las superpotencias, sino también el inicio de una era de paz mundial. Desgraciadamente eso no ha sucedido. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados informó en noviembre de 1995 que en esa fecha 50 millones de personas de todas las latitudes se hallaban desplazadas de sus hogares a causa de guerras, atrocidades y persecuciones, una cifra sin precedentes. El informe añadía sombríamente:
El fin de la Guerra Fría generó una fuerte corriente de optimismo acerca de la situación de los refugiados de distintos continentes. Se pensaba que al desaparecer la rivalidad entre las superpotencias se resolverían muchos conflictos. [...] Casi puede decirse que ha sucedido todo lo contrario.3
En su informe anual, la National Defense Council Foundation, organismo norteamericano de investigación y promoción de intereses, estimó que en 1995 se libraron 71 guerras, el doble de las contabilizadas en 1989, primer año en que esta entidad se dio a la tarea de reunir estadísticas sobre el particular. Su director, Andrew Messing, oficial en retiro de las fuerzas especiales, declaró que los mayores peligros surgidos en la era posterior a la Guerra Fría son la proliferación de las armas nucleares y biológicas, la creciente militarización de la China y el aumento de la violencia relacionada con el narcotráfico.4
Limpieza étnica y horrendas luchas tribales
En esta profecía, donde dice «se levantará nación contra nación», la palabra empleada en el texto original griego y que se tradujo como nación al castellano es etnos, cuya traducción más precisa sería raza o tribu. Dicho de otro modo, Jesús vaticinó que los grupos étnicos se levantarían unos contra otros. En años recientes este augurio se ha cumplido con trágicas consecuencias. El historiador Arthur Schlesinger, quien se hizo acreedor al premio Pulitzer, advierte: «Si el siglo XX ha sido el de las guerras ideológicas, el XXI será el de las luchas étnicas».5
La agencia AP informa que en el curso del presente siglo las matanzas perpetradas por súbditos de diversas naciones contra sus conciudadanos han superado las muertes provocadas por enfrentamientos con rivales extranjeros. En su informe, la agencia alude a las purgas de Stalin, la Revolución Cultural china, los campos de exterminio de Camboya, la llamada depuración étnica de Bosnia, los horrores de Ruanda, etc.
También podríamos mencionar la fratricida guerra civil española y los choques entre movimientos guerrilleros y el ejército que han marcado la historia reciente de muchos países latinoamericanos.
En su reportaje, la agencia AP emite una grave sentencia:
El siglo XX está bañado en sangre [...], la demencia homicida ha segado la vida de 170 millones de personas. [...] No por nada el término genocidio se acuñó en nuestro siglo.6
Si bien el panorama se presenta sombrío, se acerca el día en que Dios mismo intervendrá para acabar de una vez para siempre con la violencia y las guerras que azotan al mundo. La Biblia enseña que cuando Cristo retorne a la Tierra, «juzgará a las naciones y reprenderá a muchos pueblos […]. Volverán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.» (Isaías 2:4.)
Más adelante dedicaremos más espacio al reinado de paz que se establecerá en la Tierra. Por ahora volvamos a las duras realidades que nos ocupan en este momento.
«¡Mamita, tengo hambre!»
«Y habrá hambres...»
SE AGRAVA EL HAMBRE en nuestra época? El Banco Mundial señaló en septiembre de 1996 que más de 800 millones de personas sufren cada día de inanición y que un número de niños superior a los 500 millones recibe insuficiente alimentación para su pleno desarrollo físico e intelectual. Según Ismail Serageldin, vicepresidente del banco, «cada día se producen unas 40.000 muertes relacionadas con el hambre, sobre todo en zonas rurales».7
Si los años 80 fueron la década perdida para muchos países latinoamericanos, según el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) los 90 podrían concluir como los de la «generación perdida». Enrique Iglesias, presidente de dicho organismo, destacó que si bien en 1980 el 41% de la población latinoamericana estaba ubicada por debajo de la línea de la pobreza, en los 90 esta cifra alcanza el 50%, no obstante el crecimiento económico registrado en la región. Además, el 60% de los niños vive en hogares que están por debajo de esa línea y el 41% de los pobres sufre algún grado de desnutrición.8
Lester Brown, presidente del centro de investigaciones Worldwatch, dijo: «Paradójicamente, a pesar de vivir en una era de avanzada tecnología, de exploraciones espaciales, de una red informática mundial y de trasplantes de órganos, la humanidad se vio enfrentada en 1996 a uno de los retos más antiguos de la Historia: cómo sobrevivir hasta la próxima cosecha». Señalando las bajas producciones de 1995 y las limitadas reservas alimenticias del mundo, manifestó en una conferencia de prensa: «No cabe duda de que hemos dado un viraje crítico».9
Siguiendo los argumentos de muchos expertos, Worldwatch atribuye la mayor parte del hambre que padece el mundo al efecto invernadero. En su informe Vital Signs 1996 indica que los pagos de las compañías de seguros por concepto de daños a las cosechas a causa de las condiciones atmosféricas ascendieron a 48 mil millones de dólares entre 1990 y 1994, cifra astronómica comparada con los 16 mil millones que se vieron obligadas a pagar en toda la década de los ochenta.10
Sir John Houghton, experto en climatología y director de la Royal Commission on Environmental Pollution del Reino Unido, advierte que aún no se han hecho patentes los estragos que causará en el planeta el efecto invernadero: «Al empeorar las inclemencias meteorológicas, muchos bosques desaparecerán, se propagarán enfermedades como la malaria, y miles de refugiados famélicos cruzarán fronteras».11
Si lee usted a una velocidad promedio, desde que empezó a hojear este librito por lo menos 200 personas han muerto de hambre. Según cálculos optimistas, si las condiciones no mejoran radicalmente, cada año fallecerán más de 4 millones de seres humanos.
Aunque el planeta no alcanzó una población de mil millones de personas hasta el año 1830, desde entonces en solamente 100 años ésta se incrementó en otros mil millones (1930); en 30 años más se llegó a los tres mil millones (1960), y en otros 16 años a los cuatro mil (1976). Apenas nos llevó 11 años para alcanzar los cinco mil millones (1987). Se estima que en el año 2030 la población mundial ascenderá a 8500 millones. El aumento de la población lleva consigo una disminución de la superficie de tierra cultivable per cápita.
Una simple solución
La cruel paradoja de todo esto es que el mundo sí está en condiciones de producir los alimentos necesarios para su creciente población. Si bien ciertas hambrunas obedecen a sequías u otros flagelos naturales, la mayoría se podría evitar de no ser por la codicia e inhumanidad del hombre. Las guerras, los embargos, la corrupción administrativa y la subyugación económica son todos síntomas del problema de fondo. Mientras niños inocentes mueren de inanición, algunos países prósperos destruyen millones de toneladas de alimentos para mantener altos los precios.
Un artículo de la AP recoge la opinión vertida en ese sentido por el prestigioso instituto Bread for the World en su quinto informe anual:
«El hambre que aflige al mundo tiene su raíz en el deterioro de los valores humanitarios», afirma dicha organización, que aboga por mayores programas para combatir la pobreza.
En su informe apunta a la violencia, la inoperancia de los políticos, la pobreza, la discriminación racial y los trastornos ambientales como las principales causas de la desnutrición.12
Si aprendiéramos a seguir la Regla de Oro --hacer con los demás como queremos que hagan con nosotros-- podrían eliminarse flagelos tan amargos como el hambre que azota al mundo.
El peor derroche: la guerra
En más de un caso, las hambrunas están relacionadas con las guerras, por lo que es inevitable que más conflictos bélicos se traduzcan en más hambre. Independientemente de lo consecuente que haya sido con estos postulados, el general Dwight Eisenhower --ex presidente de los EE.UU.-- describió el costo de la guerra en términos que invitan a reflexionar:
«Cada arma que se fabrica, cada nave de guerra que se bota, cada cohete que se dispara, ulteriormente constituye un robo contra los que padecen hambre y no obtienen alimentos; contra los que sufren de frío y no tienen abrigo. En el negocio de las armas, el mundo no sólo malgasta su dinero, sino el sudor de sus trabajadores, la inventiva de sus científicos, las esperanzas de sus niños. […] Bajo la amenazante nube de la guerra, la humanidad pende de una cruz de hierro. [...] ¿No podrá el mundo vivir de otro modo?»13
Veamos algunos datos recientes que corroboran lo dicho por Eisenhower:
La Guerra del Golfo costó a los aliados 500 millones de dólares al día, es decir unos 350.000 por minuto. Un avión de caza cuesta unos 25 millones de dólares. Un misil Tomahawk, alrededor de 1.300.000. Un misil aire-aire, 800.000.
Por el precio de un misil teledirigido Sparrow, los hambrientos alumnos de un colegio podrían almorzar todos los días durante 5 años.
Con todo lo chocantes que son, esos datos resultan irrisorios si se comparan con los gastos de defensa a escala planetaria. El respetado Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo informa que los gastos de las fuerzas armadas del mundo bordean la astronómica cifra de un billón de dólares al año. Basándonos en ese dato, ¡resulta que los gastos de defensa de los países del mundo ascienden a 2 millones de dólares por minuto! Para financiar un programa de 10 años con el fin de suministrar agua potable a los pobres de los países en desarrollo, a un costo de 30 mil millones de dólares, bastarían con los gastos militares de diez días. Con el equivalente a dieciocho días de lo que se gasta anualmente en defensa se podría erradicar del mundo la desnutrición. Los expertos sostienen que con 200 millones de dólares --es decir, lo que se gasta en defensa en tres horas-- se podrían eliminar la difteria, la tos ferina, el tétanos, el sarampión y la polio, que cada año cobran 4 millones de vidas infantiles.14
Un planeta enfermo
«Y habrá pestes...»
AL IGUAL QUE SUCEDE con la guerra y con el hambre, es alarmante la fuerza y la frecuencia con que diversas epidemias azotan hoy en día a la humanidad.
Hace menos de veinte años, la ciencia médica había cantado victoria sobre un amplio espectro de virus y bacterias mortíferos. A fines de los años 70, diversos patólogos declararon que las enfermedades infecciosas habían pasado a la historia.15
Más recientemente, en 1983, un texto de medicina afirmó que las dolencias contagiosas eran «mucho más fáciles de prevenir y tratar» que cualquier otra clase de trastornos.16
A pesar de ello, en la presente década la incidencia de dichas enfermedades ha experimentado un incremento espectacular. El Dr. Sherwin Nuland, en su éxito de librería titulado How We Die,17 se lamenta de que «el pretendido triunfo de la medicina sobre los organismos patógenos ha resultado ser una quimera».18
En los últimos años los médicos advierten sobre el resurgimiento de cepas bacterianas que podrían resultar más mortales que el sida. En un despacho de la agencia AP se lee:
La aparición de cepas bacterianas contra las que no tiene poder el arsenal antibiótico de que se dispone hoy en día puede suponer un peligro mayor para la salud pública que el propio sida, previenen los especialistas.
Dolencias que se consideraban vencidas, como la tuberculosis, la pulmonía, la meningitis y las estafilococias, están volviéndose incontenibles. Bacterias comunes que producen desde infecciones auditivas en niños de dos años hasta neumonía podrían transformarse en supermicrobios resistentes a la vancomicina y otros medicamentos.
En 1994, el Dr. Alexander Tomasz, de la Universidad Rockefeller de Nueva York, declaró en una reunión de la American Association for the Advancement of Science que los científicos dan por hecho que tarde o temprano se producirá una crisis epidemiológica de inmensas proporciones.19
Los antibióticos: un tiro por la culata
¿A qué se debe este repentino rebrote de afecciones que se consideraban prácticamente eliminadas o en receso? Resulta irónico que el uso indebido y generalizado de remedios creados para suprimirlas sea, según los especialistas, el generador de nuevas cepas superresistentes.
Hay quienes han criticado la actitud de ciertos médicos que bombardean a sus pacientes con ráfagas de antibióticos de amplio espectro, sin saber en muchos casos a ciencia cierta la causa del mal que los aqueja. Los entendidos sospechan asimismo que el extendido empleo de antibióticos en piensos para el ganado contribuye a producir bacterias resistentes a los mismos.20
Nefastos virus
Los facultativos no se limitan a advertir sobre el aumento de las epidemias de origen bacteriano. Virus asesinos como el VIH, causante del sida, el ébola y el hanta se están extendiendo cada vez más.
En palabras de los especialistas, puede que el sida y el ébola sean apenas señales precautorias de numerosos virus asesinos capaces de multiplicarse con inusitada rapidez entre la especie humana a consecuencia de mutaciones genéticas o transformaciones sociales que propicien la difusión de ese tipo de enfermedades.
El Dr. Morse, especialista en ébola, señala que probablemente no se haya visto más que la punta del iceberg en lo que se refiere a virus causantes de enfermedades en el ser humano. Richard Courtney, de la Universidad del Estado de Pennsylvania, afirma que la tendencia actual es hacia el aumento de las enfermedades virales emergentes, no hacia su disminución.21
Propagación del SIDA
Mientras tanto, el sida sigue propagándose arrolladoramente por el mundo. Las estadísticas son escalofriantes. En su informe de diciembre de 1996, el UNAIDS, programa de las Naciones Unidas para el combate del sida, reveló que en ese año 3,1 millones de personas se infectaron con el VIH. Ese mismo año murieron 1,5 millones de personas a consecuencia del sida, lo que eleva la cifra de muertes por la enfermedad a 6,4 millones. En el momento de redactarse este libro, el número de portadores del virus supera los 24 millones, lo que significa que 30 millones de personas se han infectado con este mal desde que se determinaron su naturaleza y sus características en 1981.22
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 6.000 personas contraen cada día el virus VIH en el mundo, y la pandemia va en aumento. En la actualidad, aproximadamente el 75% de los casos se contagia por vía heterosexual.23 Christopher Powell, portavoz de la OMS, pronostica que para el año 2.000 habrá unos 40 millones de portadores del VIH.24
Aparte las epidemias ya mencionadas, tenemos por supuesto el cáncer, que no se considera una enfermedad infecciosa. Según los científicos, aproximadamente el 80 por ciento de los tipos de cáncer tienen su origen en factores ambientales, como el consumo de tabaco y la ingestión de nocivas substancias químicas presentes en los alimentos modernos. Aunque era prácticamente desconocido para nuestros antepasados, el cáncer en sus más de cien variedades cobra hoy en día más de 6 millones de vidas al año. El espectacular incremento en el número de casos del maligno cáncer de piel conocido como melanoma se atribuye a la reducción de la capa de ozono de la atmósfera, la cual filtra buena parte de la radiación ultravioleta del sol.
Jesús predijo que Su regreso a la Tierra estaría señalado por una proliferación de enfermedades y plagas. Pese a que estos males se extenderán cada vez más en los próximos años, la Biblia también enseña que Dios es capaz de proteger y hasta sanar a los que confían en Él: «No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Para los que teméis Mi nombre brillará el Sol de justicia, con la salud en Sus rayos.» (Salmo 91:10; Malaquías 4:2, BJ).
El gran remezón
«Y habrá terremotos en diferentes lugares...»
ENTRE LOS AÑOS 1000 y 1800 no se produje-ron sino 21 terremotos de gran magnitud. En cambio, entre 1800 y 1900 tuvieron lugar 18 convulsiones sísmicas de consideración. En los 50 años siguientes, entre 1900 y 1950, hubo 33 movimientos telúricos de grandes proporciones, ¡casi tantos como los ocurridos en los 850 años anteriores!25
Entre 1950 y 1991 el número se elevó a 93, casi el triple que en el medio siglo anterior. En total esos terremotos cobraron la vida de un millón trescientas mil personas. Este espectacular incremento en los sismos de gran intensidad ha llevado a numerosos científicos a predecir que estamos entrando en una nueva fase de grandes trastornos telúricos.
En 1995, en el curso de una conferencia de destacados geólogos y sismólogos, se advirtió que a corto plazo pueden producirse catástrofes sin precedentes, debido a que se han levantado grandes ciudades sobre fallas de la corteza terrestre:
«Se puede afirmar casi sin riesgo de equivocarse que en las próximas décadas se desencadenarán catástrofes de una magnitud nunca vista --declaró Roger Bilham en un encuentro de la International Union of Geodesy and Geophysics--. Puesto que el 50% de la población de una ciudad puede perecer por efecto de un solo terremoto, no es aventurado pronosticar que en muchos casos el número de muertos puede superar el millón. Si bien en las últimas décadas los grandes movimientos sísmicos han tenido lugar fuera de los grandes radios urbanos, esa tendencia no se mantendrá de forma indefinida», afirmó el científico.26
El profeta Isaías predijo igualmente monstruosos terremotos para los últimos tiempos: «Temblarán los cimientos de la Tierra. En gran manera será la Tierra conmovida. Temblará la Tierra como un ebrio, y será removida como una choza [...] el día de la gran matanza, cuando caerán las torres.» (Isaías 24:18-20; 30:25.)
El violento mundo de hoy
JESÚS DIJO TAMBIÉN que justo antes de Su regreso la sociedad se caracterizaría por una violencia desenfrenada: «Como en los días de Noé, así será la [segunda] venida del Hijo del Hombre» (Mateo 24:37).
¿En qué estado se hallaba el mundo en los días de Noé? El libro del Génesis explica que «se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia» (Génesis 6:11). Todos hemos visto con dolor infinidad de titulares sobre luctuosos y violentos sucesos carentes de toda razón o sentido.
En el marco de la conferencia internacional Forum 2.000, celebrada en Praga el mes de septiembre de 1997, los más destacados pensadores, científicos, escritores y politólogos de nuestros días, entre ellos Óscar Arias, ex presidente de Costa Rica y premio Nobel de la paz, coincidieron en que el siglo XX ha sido el de mayor violencia de la Historia de la humanidad.
Un proyecto de ley de la cámara de diputados de México expresa:
La delincuencia organizada en los últimos tiempos ha manifestado una gran transformación, observando entre otras tendencias, además de una mayor organización, una mayor violencia y su indiscutible trasnacionalización.27
En Estados Unidos, las estadísticas relativas a los delitos violentos son escalofriantes. Según el FBI, por término medio cada 22 minutos muere asesinada una persona; cada 4 se produce una violación, y un asalto cada 26 segundos.28
Dice el Washington Post:
En la actualidad, los asesinatos y suicidios se producen en EE.UU. a un promedio de 145 al día. Solamente en los últimos 30 años, el total asciende a más de 1.200.000; es decir, supera el número de soldados muertos en todas las guerras libradas por el país a lo largo de su historia. En años recientes, muchas de las víctimas no son hombres ni mujeres, sino ¡niños!29
El diario La Época de Santiago de Chile informa: «Los barrios marginales de Río de Janeiro, São Paulo, Bogotá, Caracas y Lima, en los que se hacinan inmigrantes del campo que acuden en aluvión fascinados por la gran ciudad, son caldo de cultivo para la violencia». Las cifras de homicidios de ciudades como Medellín o Río de Janeiro son de las más altas del mundo. En Río, continúa el matutino, «se cometen 61 asesinatos al año por cada 100.000 personas, frente a 30 en la ciudad de Nueva York». La escalada violentista tampoco es desconocida en México. En el estado de Guerrero la tasa de homicidios es de 46 por cada 100.000 habitantes.30
América Latina en general tiene una criminalidad epidémica, dado que según el Banco Interamericano anualmente se producen 20 homicidios por cada 100.000 habitantes.31
Según datos de la Oficina Central de Estadística e Informática de Venezuela, la criminalidad en Caracas se ha duplicado en los últimos cuatro años. Los homicidios aumentaron de 2.513 en 1989 a 4.292 en 1993.
Colombia, por su parte, ostenta la tasa de secuestros más alta del mundo. Hasta julio de 1996 se habían registrado más 1.500 casos. Y en Brasil los pagos de rescates suman 900 millones de dólares al año.32
Según el DANE, organismo nacional de estadísticas de Colombia, hacia mediados del decenio 1980-1990 se registraban cerca de 15.000 homicidios al año en ese país. Diez años más tarde, la cifra anual supera los 30.000, lo cual significa que se ha duplicado de una década a otra.33 El premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez alude a esta situación como el «holocausto bíblico en que Colombia se consume desde hace más de veinte años».
A juicio del abogado criminólogo guatemalteco José Eduardo Martí Guilló, la concentración masiva de población en áreas urbanas es el principal detonante de la creciente ola de violencia y delitos que agobia actualmente a la sociedad. «La migración del interior del país a la ciudad capital, de por sí sobrepoblada, unida a la falta de empleo, la apetencia de bienes suntuarios, la carencia de recursos básicos de alimentación, abrigo y vivienda y la falta de acceso a la educación y a la salud son entre otros factores --según Martí Guilló-- parte fundamental para explicarse el porqué» de los índices de criminalidad y violencia actuales.
El diario Clarín de Buenos Aires informa:
El aumento de la delincuencia juvenil se ha convertido en un grave problema para la sociedad española porque, además, los delitos llevan una carga de violencia cada vez más intensa. El 61% de los delincuentes juveniles, según las informaciones oficiales, tienen entre 14 y 15 años.34
¡Qué mundo el del espectáculo!
¿A qué obedece este aumento sin precedentes de la violencia entre los jóvenes? Los estudiosos de la conducta humana han determinado que una de las principales causas es el mal llamado entretenimiento o espectáculo, sobre todo las imágenes que diariamente llegan a cada hogar por cortesía de la televisión. En otras épocas, era preciso encontrarse en el lugar de los hechos para presenciar un acto de violencia. En la actualidad no. Al cumplir quince años, un joven norteamericano común y corriente ha visto por televisión la muerte violenta de más de 35.000 seres humanos y otros 200.000 actos brutales de agresión. Ni «en los días de Noé» se veía la gente sometida a las megadosis de violencia que se nos dan a consumir en nuestra época.
Es innegable la relación que existe entre la violencia fílmica y la callejera y doméstica. Según la agencia UPI, el Colegio de Profesores de Inglaterra, compuesto por 40.000 miembros, llevó a cabo un estudio que arrojó el siguiente resultado:
«Las repercusiones que tienen las imágenes de violencia son mucho más extensas que lo que antes se pensaba», declaró Jackie Miller, subsecretaria general de dicho colegio profesional y autora del informe. Según el sondeo, el 77% de los maestros de enseñanza media opina que con ello se está insensibilizando a los niños a la violencia, y que éstos optan por glorificar y mimetizar la agresión y el atropello en el parque de juegos.35
El Dr. Leonard Efron, profesor de sicología de la Universidad de Illinois, que estudió los hábitos de más de cuatrocientos telespectadores por espacio de 22 años, observa: «Ya no queda duda de que el alto consumo de violencia televisiva es uno de los detonantes de la agresividad, el crimen y la violencia en la sociedad». Arnold Kahn, de la Asociación Norteamericana de Sicología, agrega: «El debate sobre los efectos de la violencia en la pantalla chica es semejante al que tiene lugar sobre la relación entre fumar y el cáncer».36
Para determinar «qué opina la propia juventud sobre el mundo sumamente volátil en que vive», la revista Newsweek y el Fondo de Defensa de la Infancia organizaron una encuesta entre escolares norteamericanos de 10 a 17 años de edad. Respondieron 758. La revista resume así el resultado:
El cuadro que emerge del sondeo es el de una generación que vive presa del temor. [...] Muchos de los jóvenes encuestados abrigaban inquietudes que sus padres jamás habrían imaginado, relacionadas con las armas de fuego, las drogas, el divorcio, la pobreza. En las entrevistas se hizo patente hasta qué punto ha calado la violencia --o el temor de la misma-- en el ánimo de los niños, no sólo en los núcleos de las grandes urbes, sino en pueblos pequeños y en barrios residenciales.37
Pese a la violencia reinante, no tenemos por qué vivir atemorizados. Recordemos que la Escritura llama a Jesús Príncipe de Paz (Isaías 9:6). A todos los que lo aman y creen en Él, les promete: «La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.» (Juan 14:27.)
Una generación egoísta
«Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» (Mateo 24:12).
ASÍ DESCRIBIÓ JESÚS la deshumanización y dureza de corazón que imperarían en los días previos a Su segunda venida. Un pasaje afín de la Biblia dice: «También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, [...] amadores de los deleites más que de Dios.» (2 Timoteo 3:1-4.)
Desafortunadamente, en todas partes del mundo el egocentrismo y la insensibilidad se hallan en auge. La siguiente nota de la prensa británica refleja lo que viene ocurriendo en la mayoría de los países:
Una encuesta realizada en fecha reciente arrojó que la moralidad en la Gran Bretaña se halla en franco deterioro. Cada día la gente se vuelve más egoísta, y cada vez se aprecia menos espíritu cívico.
De acuerdo con una consulta organizada por la empresa Gallup, el 77% de los entrevistados coincidió en que el país es menos observante de las leyes que hace 10 años. El 65% opinó que el sentido de la moral es hoy en día más frágil.
Asimismo, el 70% opinó que el sentido de participación y solidaridad de la gente ha disminuido ostensiblemente desde hace 10 años. Por último, el 72% piensa que el país se está tornando más egoísta.38
Esta dureza de corazón y falta de afecto natural tiene hoy muchas manifestaciones. El diario Las Últimas Noticias de Chile destaca en una nota que el 42% de los niños que nacieron el año 1996 en ese país lo hicieron fuera del matrimonio. Según cálculos vertidos por ese mismo rotativo, casi el 30% de los niños de ese país no vive con ambos padres.39
Vidas truncadas
Un estudio de las Naciones Unidas señala que el tamaño de las familias ha venido disminuyendo a escala mundial, dado que las mujeres de la mayoría de los países quieren tener menos hijos.40 Entre otras causas, esta drástica reducción de la familia obedece a los altísimos índices de abortos de los últimos años. Si bien la embriología ha demostrado que la vida comienza en el momento mismo de la concepción, cada año se siega la vida de 30 millones de niños indefensos antes que nazcan. En la Biblia Dios dijo: «En tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No la hallé buscando en lugares secretos, sino sobre todos éstos.» (Jeremías 2:34.)
Siempre se ha considerado que el amor de una madre por sus pequeños es un afecto puro y natural. La agencia Reuter informa que en general las mujeres del planeta tienen cada vez menos niños, y que más de una cuarta parte de los embarazos acaba en aborto.41
En el mundo se realizan anualmente unos 33 millones de abortos legales; si a esta cifra se suman los ilegales, el total bien podría llegar a unos 40 ó incluso 60 millones.42
Una nota de la agencia de noticias Interfax asegura que Rusia sigue a la cabeza en cuanto al número de abortos que tienen lugar dentro de sus fronteras. En el país eslavo se produce el doble de abortos que de partos.
La misma agencia publica que, según connotados demógrafos, cada año se practican en el país tres millones y medio de abortos, a razón de 225 por cada 100 alumbramientos.
Estas estadísticas habrían horrorizado a otras generaciones. Sin embargo, la nuestra las asume impávida. Ciertamente nos han sobrevenido los tiempos en que los hombres se encallecerían y el afecto natural sería tan sólo un recuerdo.
Sodoma y Gomorra en versión moderna
«Como sucedió en los días de Lot [...], así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste» (Lucas 17:28-30).
OTRA TENDENCIA MODERNA predicha por Jesús y que pone de manifiesto una vez más la extrema falta de afecto natural de que adolece nuestra sociedad es la difusión y aceptación de la homosexualidad masculina. (A esta conducta se la ha llamado también sodomía, nombre derivado de la antigua Sodoma, ciudad pecaminosa donde según el relato bíblico «los varones [...], todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo», pretendieron tener trato sexual con los ángeles que visitaban la casa de Lot, sobrino del patriarca Abraham, la noche antes de la destrucción de la ciudad [Génesis 19:4-5].) El concepto que tiene la sociedad actual de la homosexualidad no difiere en mucho del que predominaba «en los días de Lot».
El que la homosexualidad se propague de manera tan arrolladora por el mundo es, pues, otra señal de los tiempos. No sólo se tolera en la mayoría de los países; en muchos se fomenta. Numerosos filmes, grabaciones y personajes del mundo del espectáculo la promueven y hacen despliegue de ella.
En 1992, el Sex Information and Education Council de los EE.UU. elaboró las pautas nacionales por las que debía gobernarse la educación sexual en los colegios estatales. Tales principios rectores --formulados por uno de los entes educativos particulares más prestigiosos del país-- establecen que «ninguna orientación sexual o estructura familiar es moralmente superior a otra». Esta iniciativa, cuyo objetivo es predisponer a los niños para que acepten la homosexualidad, obtuvo el aval del Colegio Médico estadounidense.43
Las siguientes cuñas ofrecen unos cuantos ejemplos de la gran similitud que guarda nuestra época con «los días de Lot»:
La BBC ofrecerá una semana de vacaciones pagas a los empleados homosexuales de la empresa que tomen parte en «una ceremonia de compromiso». Así tendrán ocasión de tomarse una luna de miel. Como regalo de matrimonio se otorgará también a los homosexuales un vale-regalo por un monto de 75 libras.44
***
Trescientos directivos anglicanos de todo el mundo han respaldado una campaña en favor de la introducción de homosexuales activos al sacerdocio. Los clérigos firmaron una hoja publicitaria en la que elogiaban la labor del movimiento de gays y lesbianas cristianos. El aviso aparecerá en periódicos religiosos.45
***
Francia ha concedido seguro médico al cónyuge desempleado de las parejas homosexuales. El decreto constituye un importante precedente con miras al pleno reconocimiento de las uniones homosexuales por parte del Estado.46
Globalización de la Buena Nueva
«Será predicado este Evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el Fin» (Mateo 24:14).
A DIFERENCIA DE LA ESCALADA bélica que se ha dado en nuestro tiempo y la intensificación del hambre, las epidemias y los terremotos, Jesús dijo que esta señal no solamente presagiaría un «principio de dolores», sino que constituiría un indicador del propio fin del mundo, es decir, de la segunda venida de Cristo.
Según The Almanac of the Christian World47, actualmente existen fieles e iglesias cristianas en todos los países del mundo. Más de 4.000 millones de personas han tenido acceso al Evangelio. Cada año se reparten 50 millones de biblias y cerca de 80 millones de ejemplares del Nuevo Testamento; también se editan 4.000 millones de tratados destinados a la evangelización.
La Biblia se halla actualmente traducida, en parte o en su totalidad, a 2.092 idiomas, lo que significa que está al alcance del 98% de la población del planeta.48
En estos momentos proliferan las publicaciones cristianas aparte de la Biblia. Aproximadamente 1.500 editoriales publican cada año unos 3.000 millones de ejemplares de libros de carácter cristiano. El Evangelio se anuncia también desde 2.160 emisoras de radio y televisión cristianas. Además, otros miles de emisoras seculares difunden programas religiosos.
Jamás en la Historia se ha divulgado el Evangelio por todo el mundo, entre todas las naciones, como en la época actual. Por todas partes se hace patente su difusión, cuando no por boca de misioneros, a través de los grandes medios de comunicación: periódicos y revistas, la radio, la televisión y las telecomunicaciones. ¡Esta profecía de Cristo demuestra concluyentemente que hoy en día vivimos en los tiempos del fin!
Los trotamundos y la jet set
«Muchos correrán de aquí para allá...» (Daniel 12:4).
LOS MISMOS MEDIOS de transporte y comunicación modernos que han hecho posible la difusión del Evangelio en todos los países del mundo nos recuerdan otra predicción muy concreta referente a las condiciones imperantes en el mundo durante los postreros días. En el año 534 a.C., el profeta Daniel recibió una extraordinaria revelación. Más adelante Dios le dijo que no se preocupara si aquel presagio escapaba totalmente a su comprensión. Si bien le había sido comunicado a él, no iba dirigido a él. En efecto, los arcanos del libro de Daniel no llegaron a develarse sino hace poco tiempo. El Señor habló en estos términos a ese célebre profeta de la Antigüedad:
«Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará» (Daniel 12:4).
La frase «muchos correrán de aquí para allá» evoca rápidos desplazamientos de un lugar a otro. Bien podría haberse traducido: «Los viajes se incrementarán de manera vertiginosa».
Si se tiene en cuenta que los medios de transporte tradicionales --el caballo, el camello, los vehículos de tracción animal, el barco de vela, etc.-- no variaron ostensiblemente a lo largo de miles de años, la significación de esta profecía queda fuera de toda duda.
Un mundo hiperacelerado
En 1789 George Washington empleó 8 días en recorrer 320 km desde su casa hasta Nueva York, donde iba a tener lugar la ceremonia de su investidura. El que le tomara 8 días no tiene en sí mayor importancia. Lo relevante es que en el año 50 a.C. Julio César habría recorrido la misma distancia en igual tiempo. Es decir, que en los cientos de años que mediaron entre la vida de estos dos grandes de la Historia no se produjeron progresos substanciales en materia de transporte. Comparativamente, ¡es impresionante ver hasta qué punto ha avanzado la humanidad desde el siglo pasado!
Además de conducir a velocidades exorbitantes y abarcar grandes distancias en automóvil, el hombre moderno es capaz de circunvolar el planeta en 24 horas a bordo de un jet. Ese tiempo se reduce a ¡80 minutos! en el caso de un astronauta.
La insaciable sed de viajar
El actual desplazamiento geográfico de personas no tiene precedentes. Durante un encuentro anual de directivos del sector del turismo celebrado en 1995 en Singapur, John Naisbitt, autor del libro Megatrends 200049, subrayó que el más importante sector económico de este fin de milenio es precisamente el que permite al usuario «correr de aquí para allá»:
Los viajes y el turismo constituyen la actividad comercial más vigorosa del mundo. Junto con la informática y las telecomunicaciones, serán una de las tres superindustrias que impulsarán la economía mundial durante el siglo XXI.
Se prevé que este año los viajes y el turismo generarán 3,4 billones de dólares de producto bruto, correspondientes a un 10% de la producción económica, las inversiones y los gastos de los consumidores a nivel global.50
Pierre Jeanniot, director general de la IATA (Asociación Internacional del Transporte Aéreo), declaró durante la celebración del cincuentenario de la entidad que en 1995 las compañías aéreas afiliadas a dicha organización transportaron en total 1.200 millones de pasajeros, es decir, el equivalente a una quinta parte de la población mundial.51
La Organización Mundial del Turismo, con sede en Madrid, augura que para el año 2010 se duplicará el número de turistas que transita por el mundo. Su secretario general, Antonio Savi-gnac, manifestó: «Para el año 2010 prevemos cerca de 1.000 millones de viajeros internacionales. No obstante, eso es apenas la punta del témpano. El turismo nacional --gente que viaje dentro de las fronteras de su país-- podría ser 10 veces superior a la cifra internacional.»52
Insatisfecha de su propio país, cultura o religión, mucha gente emprende hoy en día viaje a lejanas tierras. Este fenómeno se da particularmente entre los jóvenes. Miles y miles se desplazan hacia otras latitudes con miras a hallar soluciones o saciar sus inquietudes. Estos peregrinos, buscadores de la verdad, nos evocan otra profecía dada por el profeta Amós con relación a los últimos tiempos: «He aquí vienen días, dice el Señor, en los cuales enviaré hambre a la Tierra; no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando [la] palabra del Señor» (Amós 8:11-12).
Las distancias que recorren modernamente miles de millones de seres humanos y la velocidad y frecuencia con que se desplazan no tienen paralelo en la Historia. Es indudable que «muchos corren de aquí para allá», tal como predijo Dios que sería en el Tiempo del Fin.
Sobredosis de información
«Y la ciencia se aumentará» (Daniel 12:4).
CARGADO DE RAZÓN estaba quien acuñó hace unos años la expresión sobredosis de información. En la presente generación, los conocimientos científicos han aumentado hasta alcanzar cotas inimaginables. A continuación reproducimos algunos datos pasmosos sobre este fenómeno:
El 80% de los científicos que han existido en el transcurso de la Historia vive hoy en día.
Cada minuto estos especialistas añaden 2.000 páginas a los conocimientos científicos que posee la humanidad. A una persona le llevaría 5 años leer la información que generan cada 24 horas.
Todos los días se transfiere por Internet el equivalente a 300 millones de páginas.
Según el Dr. Malcolm Todd, ex presidente del Colegio de Médicos de los EE.UU., aproximadamente la mitad de los conocimientos de medicina pierden vigencia cada 10 años.
Se calcula que anualmente se publican más de 15.000 gacetas científicas y que a diario se editan más de 1.000 libros nuevos.
En 1970, cuando la nave Apolo 13 se perdió en el espacio, los ordenadores de la NASA tardaron 90 minutos en dar con la forma de recuperarla. Valiéndose únicamente de papel y lápiz, a un científico le hubiera tomado un millón de años hallar la solución.
El transistor, componente electrónico fundamental de la tecnología informática, se inventó en los laboratorios Bell en 1948. En 1994, un chip de ordenador podía llegar a contener 3.100.000 transistores, más del doble que uno del año anterior. En 1996, la nueva tecnología permitió que se pudieran colocar 125 millones de transistores en un solo microcircuito, cada uno de ellos de un diámetro 600 veces inferior al de un cabello humano. Para el año 2000, un chip podrá contener más de mil millones de transistores.
En un comentario relativo a los avances recientes de la tecnología informática, el profesor Peter Cochrane, de la división de aplicaciones avanzadas de la British Telecom Laboratories, afirmó: «Existen hoy en día relojes de pulsera con más capacidad informática que algunos grandes computadores de 1970. Automóviles comunes de la actualidad poseen más inteligencia que el primer módulo de alunizaje.»53
Según ciertos estudios, el cúmulo de conocimientos de la humanidad se duplica aproximadamente cada ocho años. Afirma el escritor H. L. Willmington: «Cuando un niño nacido hoy termine sus estudios universitarios, los conocimientos de la humanidad se habrán cuadruplicado. Cuando ese mismo niño cumpla 50 años, se habrán multiplicado por 32. Además, el 97% de los conocimientos que se tengan entonces en el mundo habrán sido adquiridos en los 50 años desde que él nació.»54
Aunque científica y tecnológicamente hayamos dado grandes pasos, ¿nos ha producido eso mayor felicidad o satisfacción que la que poseían nuestros antepasados? Si bien los conocimientos se han incrementado, gran parte de nuestro ingenio científico se desperdicia en la creación de armamento de destrucción masiva. Se priorizan artículos suntuarios y aparatos de alta tecnología mientras otros seres humanos padecen hambre y viven en la indigencia.
La revista Time dio en el quid con un artículo de portada de 1995 titulado La evolución de la desesperanza:
Las videograbadoras y los hornos de microondas tienen sus virtudes; pero en el transcurso de nuestra muy eficiente vida cotidiana, por momentos parece que algo anda seriamente mal. […] Cualquiera que sea el origen del estrés, a veces tenemos la sensación de que no fuimos concebidos para la vida moderna.
En algunos países industrializados, los índices de depresión se duplican aproximadamente cada 10 años. En EE.UU., el suicidio ocupa el tercer lugar como causa de muerte de adultos jóvenes, superado únicamente por los accidentes de tránsito y los homicidios. El 15% de los norteamericanos ha sufrido algún trastorno emocional clínico.55
¿De qué sirve tener la cabeza llena de conocimientos si nos sentimos vacíos, no hallamos paz interior y nuestra vida carece de sentido?
Simpatía por el Diablo
«El Espíritu [Santo] dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1).
ESTA PREDICCIÓN sobre los tiempos del fin describe con exactitud el gran interés que despiertan actualmente el ocultismo, los fenómenos paranormales, el espiritismo, la demonología y la brujería.
Al referirse al tiempo del fin, Jesús dijo a Sus discípulos en tres ocasiones que aparecerían en el mundo numerosos falsos profetas y que éstos atraerían gran cantidad de seguidores. «Muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos» (Mateo 24:11)*.
La Biblia enseña que a quienes se empeñan en rechazar las verdades divinas se les envía «un poder engañoso, para que crean la mentira» (2 Tesalonicenses 2:10-11). Cuando nos negamos a aceptar la verdad, no nos queda nada en qué creer sino la mentira. Por eso en estos tiempos modernos gran parte de la humanidad es presa fácil de embaucadores y falsos profetas. Con mucha frecuencia el «escuchar a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» viene precedido de una apostasía o abandono de la fe verdadera.
Huelga decir que el Diablo no siempre se muestra como la fuerza espiritual maligna y destructiva que es. Todo lo contrario. Las Escrituras nos advierten que él y sus agentes en muchos casos se presentan como portadores de la luz y del bien: «El mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia.» (2 Corintios 11:14-15.) El Demonio es engañador por excelencia.
Aunque es cierto que inadvertidamente muchas personas se tragan las falsedades de Satanás, cada vez es mayor el número de los que se adhieren al satanismo más descarado. Rick Hatfield, director de la unidad de tratamiento de toxicómanos internados del Hospital BryLin (EE.UU.), advierte: «De las grandes amenazas que se ciernen sobre los jóvenes de hoy en día, el satanismo es una de las más frecuentes». Hatfield, que ha participado en programas de rehabilitación de toxicómanos a lo largo y ancho de los EE.UU., afirma que en los últimos seis años ha observado un notorio incremento en la cantidad de adolescentes atraídos por el satanismo.56
Desencantada por la aparente ausencia de realidades espirituales en las religiones tradicionales, mucha gente lamentablemente termina sugestionándose con el lado negro del mundo espiritual. Un experto sudafricano en satanismo señala que las iglesias que adolecen de inercia espiritual son las responsables del creciente interés de la juventud en el ocultismo:
«El satanismo va en aumento. Esto se nota sobre todo en los casos más graves, en los homicidios y en los asaltos», declaró durante una entrevista el coronel Kobus Jonker, jefe de la unidad de investigaciones de delitos relacionados con el ocultismo de la ciudad de Pretoria (Sudáfrica).
Jonker atribuye la tendencia de los jóvenes a meterse en el ocultismo al estado de pobreza espiritual en que se encuentran las iglesias predominantes en Sudáfrica. «La falta de vida de muchas de nuestras iglesias es casi palpable. No pasa nada. Yo no quiero asistir a una iglesia de ésas.»57
La hechicería también está en auge. El Manchester Guardian Weekly (de Inglaterra) informó: «Hace cinco años se creía que en Inglaterra había unas 60.000 brujas; hoy se calcula que la cifra ha aumentado a 80.000».58 Dicho auge ha cobrado el apelativo de renacimiento de la brujería. Existen escuelas que dictan cursos de hechicería. Entre las clases que se imparten cabe mencionar las de defensa personal parapsicológica e historia de la brujería.59
De modo similar, el chamanismo, la santería y el vudú adquieren cada vez más adeptos en los países latinoamericanos. En los EE.UU., el poder pagano está cobrando gran difusión. La agencia AP informa:
Los hechiceros de los 90 no inspiran tanto miedo. Sus creencias paganas se han convertido en verdaderas religiones, con oficios religiosos y días festivos.
Unos dos millones de estadounidenses practican alguna modalidad de paganismo, según afirma Leo Martello, director del Witches' Anti-Discrimination Lobby, organización con sede en Nueva York que aboga por el derecho de los paganos a congregarse en sitios públicos y acogerse a los beneficios de días de asueto en fechas como Halloween (víspera del día de Todos los Santos).60
Si bien en 1962 se prohibieron en Estados Unidos la oración y la lectura de la Biblia en los colegios estatales, muchos de esos mismos centros docentes ofrecen hoy a sus alumnos cursos autorizados de hechicería y ocultismo.
Otro ámbito en el que la hechicería y el satanismo han irrumpido con fuerza es el de la música popular. Basta con observar la cantidad de portadas de discos y videos de rock en que no faltan la simbología, la liturgia y los ritos propios de la brujería y el ocultismo. Muchos son muestras descaradas de culto a Satanás y al submundo de las tinieblas. Los sonidos del infierno han seducido a mucha gente, arrastrándola a una vida de drogadicción, perversiones, violencia y, en algunos casos, al suicidio. Los actos más desvergonzados de blasfemia y profanación son hoy socialmente aceptados en aras del entretenimiento audiovisual y la libertad de expresión.
La Bestia está a punto de llegar
«El Anticristo viene» (1 Juan 2:18).
Una de las últimas señales del fin, a la que la Biblia dedica numerosos capítulos, es el surgimiento de un gobierno supranacional presidido por un perverso tirano al que se conoce como el Anticristo o la Bestia. El capítulo 13 del libro del Apocalipsis refiere que el mundo rendirá culto a Satanás, personificado éste por el vil dirigente mundial antes mencionado. «Adoraron al dragón [el Diablo] que había dado autoridad a la bestia [el Anticristo], y adoraron a la bestia» (Apocalipsis 13:4).
Rápidamente se está creando el marco para que el mundo acepte una dirigencia de carácter mundialista. El célebre historiador británico Arnold Toynbee (1889-1975) afirmó con gran acierto: «Las naciones están prestas a entregar los reinos del mundo a un hombre que ofrezca una solución a los problemas que aquejan al planeta». Paul-Henri Spaak, que fue el primer presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, primer ministro de Bélgica, uno de los gestores del Mercado Común Europeo y secretario general de la OTAN, declaró en cierta ocasión: «No queremos una comisión más; ya contamos con demasiadas. Lo que buscamos es un hombre que tenga suficiente estatura moral para captar el apoyo de las masas y sacarnos del cenagal económico en que nos estamos hundiendo. Cuando se presente tal individuo, sea dios o sea demonio, lo aceptaremos.»
El nuevo orden internacional
Cada vez oímos hablar con más frecuencia del nuevo orden internacional y de la globalización. El presidente norteamericano George Bush popularizó el concepto en un discurso pronunciado ante el congreso de su país durante la guerra del Golfo: «Nos hallamos en un momento único y extraordinario. [...] De esta turbulenta época bien puede emerger un nuevo orden internacional. [...] Hoy ese nuevo orden pugna por nacer.»61
El acuerdo de paz en torno a Jerusalén
Es previsible que el Anticristo llegue al poder en medio de una euforia generalizada por haber sacado temporalmente al mundo de sus profundas crisis económicas, militares y políticas. A la usanza del propio Satanás, que con frecuencia se disfraza de ángel de luz, este personaje deslumbrará a buena parte del mundo presentándose como un gran héroe y pacificador. El profeta Daniel, aludiendo al Anticristo, escribió: «En plena paz, destruirá a muchos», y «se apoderará del reino a base de intrigas» (Daniel 8:25 y 11:21, EP).
La Biblia nos indica que las pretensiones de liderazgo mundial de ese dirigente se fundamentarán en un ingenioso pacto de paz de 7 años. Dicho acuerdo resolverá transitoriamente la crisis de Oriente Medio, logrando que árabes y judíos accedan a ciertas concesiones relativas a Jerusalén y sus lugares sagrados. Uno de los puntos neurálgicos será el Monte Moriah en Jerusalén, considerado sagrado por los judíos dado que allí se encontraba su templo antes que fuera destruido por los romanos en el año 70 d.C. Este monte es también sagrado para los musulmanes, dado que en él se levanta el santuario más importante del islam en la ciudad: la Mezquita de Omar. Las Escrituras indican que el acuerdo permitirá a los judíos reconstruir su templo, donde reanudarán sus antiguos ritos de sacrificios de animales. (V. Daniel 8:23-25; 9:27; 2 Tesalonicenses 2:1-4.)
De Rusia
El profeta Ezequiel hace referencia al Anticristo en términos de «Gog en tierra de Magog» (Ezequiel 38:2). Los exégetas coinciden en que la antigua tierra a la que se conocía como Magog era un poderoso país ubicado al norte de Israel. Muchos la identifican con Rusia. Por eso, un número importante de estudiosos de la Biblia considera que el Anticristo bien podría surgir del actual caos en que se encuentra la antigua Unión Soviética.
Según la Sagrada Escritura, las principales potencias europeas jugarán un importante papel en el gobierno mundialista del Anticristo. Los dirigentes de esos países se unirán a él y le darán pleno apoyo. «Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y autoridad a la bestia» (Apocalipsis 17:13).
Un agrio salvador
Si bien la mayor parte del mundo acogerá inicialmente al Anticristo como una especie de mesías político, tres años y medio después éste revocará el acuerdo de paz que él mismo firmara y que hubiera debido regir por siete años. En ese momento invadirá Israel y declarará a Jerusalén su capital internacional.
Abolirá todas las religiones, a excepción del culto a su propia imagen, la cual estará de algún modo habilitada para hablar y «hacer matar a todo el que no la adore» (Apocalipsis 13:14-15). Jesús dijo que cuando viéramos esa imagen «en el lugar santo [el templo], la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel [...], habrá gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo» (Mateo 24:15,21). Será una época de feroz persecución y represión de los creyentes a manos de la Bestia y su régimen. (V. también Daniel 7:21,25; 8:23-24; 11:31-35; 12:10; Apocalipsis 13:5-7.)
En ese momento el Anticristo instaurará su siniestro sistema de crédito internacional, que llevará el número 666.
La marca de la Bestia
«Hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les imprimiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que nadie pudiese comprar ni vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis.» (Apocalipsis 13:16-18, NC.)
ESTAMOS FRENTE a una extraordinaria profe-cía. Reflexionemos en su significado: hace casi 2.000 años el apóstol Juan --que antes de conocer a Jesús se había desempeñado como un simple pescador-- predijo que un día sería instituido un sistema económico internacional por el que se obligaría a toda persona a llevar un número, sin el cual no podría comprar ni vender. El cumplimiento de este ominoso oráculo no habría sido posible antes del advenimiento del ordenador y de las operaciones bancarias electrónicas.
Actualmente existen varios métodos para pagar las mercancías. Se puede utilizar dinero en efectivo, emitir un cheque o cancelar con tarjeta de crédito.
Más recientemente se ha ido introduciendo la tarjeta de cobro automático, que funciona de la siguiente manera: Al entregar el cliente a la cajera la mencionada tarjeta, ésta la pasa por un lector electrónico conectado con el banco del cliente. Enseguida el importe se deduce de la cuenta de éste y se acredita a la del establecimiento comercial. Todo en una fracción de segundo.
Otra modalidad de transferencia de fondos que ya se emplea en muchos países y que se fomenta en otros es la tarjeta inteligente. Ésta tiene el aspecto de una tarjeta común y corriente, pero con una gran diferencia: en el plástico hay un pequeño circuito integrado. Este prodigioso dispositivo electrónico no solo da al portador acceso instantáneo a su cuenta bancaria, sino que además contiene su identificación, su historial médico, su carnet de conducir, fotografías, datos requeridos por la asistencia social y otros varios. En Francia, Canadá, Alemania y Gran Bretaña se utilizan actualmente más de 90 millones de tarjetas inteligentes para disponer de mejor asistencia sanitaria.
El papel moneda evidentemente tiene los años contados. Quienes promueven una sociedad en la que no se emplee más el dinero contante esgrimen un sinnúmero de argumentos muy convincentes. Uno de los principales es que el dinero en efectivo posibilita los turbios negocios de los narcotraficantes, quienes suelen realizar sus transacciones con maletas llenas de billetes. En la ausencia de papel moneda, se dificultaría mucho la venta ilegal de drogas. Es más, muchos organismos de seguridad sostienen que la abolición del efectivo acabaría prácticamente con toda actividad delictiva.
El escollo de la identificación
Para poder eliminar por completo el papel moneda, los cheques y las tarjetas de crédito, es imperativo crear un sistema de identificación a toda prueba. Los comerciantes deben contar con la garantía de que quien presente una tarjeta para realizar una transacción sea en efecto el titular de la misma.
Ya se han perfeccionado varios sistemas de identidad a prueba de alteraciones, como por ejemplo los lectores que reconocen las huellas digitales, la geometría de la mano o el iris. El único problema que presentan esos aparatos es que son sumamente costosos. Para organizar una sociedad en la que se haya abolido por completo el papel moneda habría que instalar uno de ellos en cada tienda o comercio donde se expenda algún producto.
Cada terminal de identificación biométrica cuesta miles de dólares. En cambio, los chips instalados en las tarjetas inteligentes valen apenas unos centavos.
Implantaciones de microchips con los datos personales
Una solución viable y muy económica podría ser tomar un microcircuito similar al de la tarjeta inteligente e introducirlo debajo de la piel. Una vez implantado, el chip podría ser leído por un escáner de bajo costo muy parecido a los lectores de barras de un supermercado. Es decir, que ¡uno mismo se convertiría en una tarjeta inteligente!, sorteando así el gravoso obstáculo de garantizar que el titular de la tarjeta sea, en efecto, quien dice ser.
La tecnología para efectuar una implantación de tales características no solo existe, sino que se está ensayando en distintas partes del mundo. Por ejemplo, el Ministerio de Salud y Bienestar Social de los Estados Unidos dice que el nuevo programa de identificación por micropunto ya se está instaurando con carácter experimental en la ciudad de Washington y en otras urbes norteamericanas. Los microcircuitos empleados son más pequeños que la cabeza de un alfiler, cuestan menos de 25 centavos de dólar y se inyectan aproximadamente seis milímetros debajo de la piel, por lo general en el espacio que queda entre los tendones de los dedos índice y medio. Se activan por medio de un pequeño escáner manual e identifican sin lugar a error a la persona en quien han sido implantados.62
Es evidente que se está gestando una sociedad desmonetizada a escala planetaria. El control que hoy se puede ejercer en el mundo mediante la tecnología de fibra óptica, los satélites y las bases de datos es alucinante. Los gobiernos de Australia, Israel, Singapur y Tailandia están formulando políticas con vistas a eliminar los cheques y el papel moneda. Muchos otros países están probando nuevas tecnologías para efectuar operaciones comerciales eludiendo el uso de la moneda corriente. Por primera vez existen los dispositivos de alta tecnología necesarios para cumplir la escalofriante visión que tuvo el apóstol Juan hace casi dos mil años.
El poder oculto
No hay que olvidar que el dirigente supranacional del que ya hablamos no exigirá que el mundo lo adore por razones puramente egotistas. Es que estará poseído por el propio Satanás. «El dragón [el Diablo] le dio su poder y su trono, y gran autoridad» (Apocalipsis 13:2).
Satanás siempre ha querido ser Dios. Esa en un principio fue la causa de su caída. El profeta Isaías escribió: «¿Cómo caíste desde el cielo, estrella brillante [Lucifer], hijo de la Aurora? [...] En tu corazón decías: "Subiré hasta el cielo y levantaré mi trono encima de las estrellas de Dios [...]; subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al Altísimo". Mas, ¡ay!, has caído en las honduras del abismo, en el lugar adonde van los muertos.» (Isaías 14:12-15, EP.)
Lo que Satanás persigue al inducir a su títere, el Anticristo, a establecer la maquinaria crediticia mundial que ya se ve venir es que el mundo entero se postre y le rinda culto.
¡Ojo con el 666!
Acceder a que le sea a uno implantada la marca de la Bestia no será una decisión meramente económica. Si bien esa marca vendrá camuflada como un avance tecnológico provechoso para la sociedad, aceptarla será en realidad una decisión espiritual: equivaldrá a acoger y rendir culto al diabólico Anticristo.
Por eso la Biblia advierte: «Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios. [...] No tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.» (Apocalipsis 14:9-11.) Dios no castigaría tan severamente a una persona por algo tan nimio como aceptar una marca de identificación y crédito que le permitiera adquirir víveres y artículos de primera necesidad.
Lo que se desprende de estas palabras es que, cuando veamos surgir un gobierno mundial cuyo dirigente exija nuestra filiación, nuestra lealtad e incluso nuestra devoción, no debemos acceder a sus exigencias. Por muchos que sean los incentivos económicos ofrecidos a cambio o las represalias con que se amenace a quienes rechacen su marca y su número, debemos más bien amar y adorar al Dios verdadero, al Creador, que nos quiere y vela por nosotros. Si ciframos nuestra confianza en Él, nos sacará adelante en los tiempos que se avecinan.
La segunda venida
«Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y enviará Sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a Sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.» (Mateo 24:29-31.)
EN ESTE PASAJE Jesús nos da entender que la tribulación y el terror que han de sobrevenir a la humanidad en la hora más oscura de su historia llegarán a su fin abruptamente con la más radiante alborada: ¡el gran retorno de Cristo con el fin de recoger a Su pueblo y llevárselo consigo!
El Apocalipsis nos enseña que, poco antes del regreso de Jesús, Dios desatará espantosas plagas y castigos para atribular a las fuerzas del Anticristo, las cuales pretenderán empecinadamente acabar con todos los que se nieguen a aceptar la marca de la Bestia. La Biblia refiere con exactitud cuánto durará ese período de gran tribulación: tres años y medio, ó 42 meses, ó 1260 días. (V. Daniel 7:25; 12:7; Apocalipsis 13:5; 12:6.) De modo que el día en que el caudillo mundial viole el acuerdo de paz, erija su imagen y demande la adoración del mundo entero, sabremos exactamente cuánto faltará para el regreso de Jesucristo.
Chao, Bestia; nos vamos pa'l Cielo
El impresionante espectáculo visual y acústico que anunciará la segunda venida de Cristo causará asombro en todo el mundo. Cuando aparezca la señal culminante --Jesús viniendo en las nubes, irradiando sobrenaturalmente Su energía y poder divinos sobre todo el orbe--, quienes lo hayan rechazado y hayan optado por adorar a la Bestia tomarán de repente conciencia del craso error que cometieron. «He aquí que viene en las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la Tierra harán lamentación por Él» (Apocalipsis 1:7).
En cambio, para quienes conozcan y amen al Señor, Su retorno marcará un momento de éxtasis, arrobamiento y liberación nunca antes vivido. Los hijos difuntos de Dios de todas las épocas resucitarán milagrosamente, dotados de cuerpos gloriosos. Se levantarán de la tumba y ascenderán para encontrarse con Jesús en el aire. Quienes aún estemos con vida en la Tierra experimentaremos una transmutación instantánea. Nos elevaremos con nuestro cuerpo nuevo hasta llegar a las nubes, donde nos reuniremos con el Señor. Así Cristo pondrá a los Suyos fuera del alcance de los que los perseguían --los partidarios del Anticristo-- y se los llevará victoriosos a la celebración más grandiosa que se haya visto jamás, un acontecimiento conocido como la cena de las bodas del Cordero, el cual tendrá lugar en el Cielo. (Apocalipsis 14:14-16; 19:6-9.)
Mientras tanto se derramará la terrible ira de Dios sobre las fuerzas de la Bestia. Será un período tan pavoroso que la Biblia dice: «En aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán» (Apocalipsis 9:6).
Luego descenderán las tropas del Cielo encabezadas por el propio Jesús para acabar con la Bestia y destruir su gran imperio internacional en la temible batalla de Armagedón. Esa gran matanza tendrá lugar en el valle de Meguido y sus alrededores, cerca de Haifa (Israel). La palabra hebrea Armagedón significa textualmente alto o monte de Meguido. Señalará el fin de los crueles regímenes humanos sobre la Tierra. Dios mismo, por medio de Jesucristo --Rey de reyes y Señor de señores--, escoltado por Sus huestes celestiales, se apoderará del mundo para gobernarlo como habrían podido hacerlo los hombres de no haber desobedecido a Dios y optado por seguir egoístamente su propio camino. Así comenzará una era que se conoce como el milenio, mil años de paz y abundancia en un paraíso terrenal (Apocalipsis 19:11-21; 20:1-4).
Fe para encarar el futuro
ES INNEGABLE que vivimos en una época en extremo interesante. ¡Nos encontramos en el umbral de grandes transformaciones!
La precisión con que estas ancestrales profecías describen las condiciones imperantes en nuestros días debiera infundirnos fe. En primer lugar, inspira confianza el hecho de que Dios no sólo tiene poder para prever el futuro, sino que además se preocupa por nosotros de tal manera que nos revela por adelantado lo que ha de suceder. Jesús dijo: «Ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis» (Juan 14:29).
Asimismo, viendo que el estado en que se halla hoy el mundo fue certeramente predicho en los sagrados textos, es lógico suponer que los vaticinios bíblicos aún no cumplidos también se harán realidad. Según ellos, surgirá un gobierno internacional encabezado por un demoníaco personaje que impondrá a la fuerza un sistema de crédito ultramoderno. Los que se nieguen a colaborar con el régimen del Anticristo serán perseguidos. Dios, sin embargo, intervendrá enviando a Jesucristo para rescatar a Su pueblo, derrotar a las fuerzas del mal y establecer Su eterno Reino de amor en la Tierra.
No hay por qué temer
El desarrollo de estos sobrecogedores acontecimientos del fin de los tiempos no tiene por qué infundirnos miedo o causarnos desconcierto. Si bien Jesús advirtió que en los postreros días «desfallecerán los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra» (Lucas 21:26), también aseguró que quienes lo conocemos y lo amamos estaremos en condiciones de enfrentar esos hechos con una actitud positiva y victoriosa.
Dejó muy claro que estas últimas señales del fin serían una indicación de la proximidad de Su regreso para rescatar a los Suyos: «Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención [liberación] está cerca» (Lucas 21:28). Puede que no nos guste todo lo que ocurra --parte de ello sin duda resultará inquietante--, pero al menos sabemos que terminará bien.
Si tienes fe en Dios y en Su Palabra y vives una relación estrecha con Él, aunque a tu alrededor haya guerra, confusión, caos y tribulación, en tu interior puedes tener tranquilidad gracias a Jesucristo, el Príncipe de Paz.
La mejor preparación para el futuro
Puedes prepararte para el futuro --y para la eternidad-- aceptando en este preciso instante a Jesús, tu Salvador. Él te ama. Permanecerá a tu lado y te guiará en todas las situaciones peligrosas que te toque afrontar.
La Biblia dice que «Dios es amor» (1 Juan 4:8). Es el mismísimo Espíritu del amor. Quiere que conozcas, que experimentes Su amor y te goces en él. Asimismo, es un ser tan grande y tan poderoso que está fuera del alcance de nuestra limitada comprensión humana. Por eso envió a Su Hijo Jesús al mundo: para demostrarnos el gran amor que nos tiene y ayudarnos a entender Su naturaleza.
«De tal manera amó Dios al mundo [a ti y a mí], que ha dado a Su Hijo unigénito [Jesús], para que todo aquel que en Él cree, no se pierda [no quede alienado del amor de Dios], mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). Es tal el amor que Dios abriga por ti que entregó a Jesús para que muriese en tu lugar y asumiera el castigo que te merecías por tus malos actos. Así puedes obtener gratuitamente el perdón y la vida eterna que Él te ofrece en el Cielo.
Si aún no conoces a Jesús, puedes recibirlo en este mismo momento, y con Él todas las maravillas que te deparará. No te preocupes si aún albergas dudas o interrogantes acerca de Él. Jesús te comprende. Si haces el esfuerzo de comunicarte con Él, se manifestará en tu vida. Él dice: «Yo estoy a la puerta [de tu corazón] y llamo. Si oyes Mi voz y abres la puerta, entraré a ti.» (Apocalipsis 3:20.)
¿Le darás una oportunidad? Te está esperando. Basta con que hagas sinceramente esta sencilla oración:
Jesús, te ruego que entres en mi corazón. Perdóname todas las faltas que he cometido. Acepto la vida eterna que me ofreces de regalo. Ayúdame a amarte y a transmitir Tu amor y Tu verdad a los demás. Amén.
Jesús dijo: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Aceptar a Jesús no solo nos garantiza un futuro más halagüeño, sino también un presente más satisfactorio. Que Su presencia llene tu vida y te bendiga en todo sentido.
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