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martes, 1 de febrero de 2011

¡CÓMO COMBATIR EL DESALIENTO!

Cuando recibes a Jesús en tu corazón, "naces de nuevo", eres un nuevo hijo de Dios, ¡y a partir de entonces eres del Señor para siempre! De ahí en adelante, dice la Biblia que la senda de tu vida, ahora que tienes al Señor, será "como la luz de la aurora, ¡que va en aumento hasta que el día es perfecto!" (Proverbios 4:18) Recibir a Jesús marca apenas el comienzo de una vida completamente diferente y maravillosa, pues "si alguno está en Cristo, nueva criatura es; ¡las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas!" (2Corintios 5:17)
Como es natural, y como les pasa a todos los niños en su etapa de crecimiento, es inevitable que todo hijo de Dios que ha vuelto a nacer espiritualmente tropiece y se caiga a medida que va aprendiendo, desarrollándose y avanzando por la senda de su nueva vida. Mas como todo padre amoroso, el Señor es muy misericordioso y comprensivo, y siempre acude enseguida a levantarnos y ayudarnos para que nos recuperemos de nuestras caídas, nos perdona nuestras equivocaciones y nos da Su fuerza para que podamos seguir adelante por Su camino. "Pues como el padre se compadece de su hijo, se compadece el Señor de los que le temen. Y cuando caigamos, el Señor siempre nos sostendrá la mano." (Salmo 103:13; 37:24)
Cuando tropezamos, caemos o nos parece que hemos fracasado, tenemos tendencia a dejar que nuestros errores nos desanimen, y a veces nos preguntamos por qué habrá permitido el Señor que sucedan esas cosas. Pero Su Palabra nos garantiza que "ni un solo pajarillo cae a tierra sin que nuestro Padre lo sepa" (Mateo 10:29). Y también que tiene Su mano y Su mirada puestas en nosotros, pues "¡más vales tú que muchos pajarillos!" (S.Lucas 12:7)
Te pase lo que te pase, la Biblia dice que "a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien" (Romanos 8:28). Por lo tanto, aunque esas caídas y fracasos no nos parezcan a nosotros muy positivas en el momento en que las experimentamos, sabemos que el Señor permite que sucedan por un motivo y con un fin determinado... Tal vez para enseñarnos algo que tenemos que aprender, para poner a prueba nuestra fe, o simplemente para humillarnos al hacernos ver lo débiles e indefensos que somos sin El, a fin de que oremos, nos acerquemos a Él y nos apoyemos más en Su fuerza y socorro.
Es posible que no siempre entendamos por qué motivo permite el Señor que caigamos a veces, pero debemos recordar que El nos ama y que siempre está muy cerca, al lado mismo, y es fiel en confortarnos, renovarnos, alentarnos y ayudarnos. El amoroso Espíritu Santo de Dios es un Consolador, "el cual nos consuela en todas nuestras pruebas y tribulaciones, nuestro pronto auxilio en las dificultades, una ayuda que siempre está a nuestro alcance". (Juan 14:16; 2Corintios 1:4; Salmo 46:1)
Por otra parte, nuestro enemigo espiritual, el Diablo, también acude enseguida a nuestro lado cuando hacemos algo mal, fallamos o nos equivocamos. Pero a diferencia del Señor, que viene a rescatarnos y ayudarnos, ¡el Diablo se acerca con la intención de censurarnos, acusarnos y desanimarnos! La Biblia nos manda "no ignorar las maquinaciones del Diablo" (2Corintios 2:11). Dice que debemos "estar vigilantes y alerta, ¡porque nuestro enemigo el Diablo, como león rugiente, anda rondando buscando a quién devorar!" (1S.Pedro 5:8)
¡Una de las principales "maquinaciones" o tretas que emplea en contra de los cristianos es el desaliento! Si no puede impedir que te salves y le entregues tu vida a Jesús, ¡hace todo lo posible por desanimarte para que te des por vencido y dejes de servir al Señor o de hablarles a los demás de El! Y la principal táctica que emplea con la mayoría para desanimarnos es conseguir que nos pongamos a pensar en nuestros fallos, pecados, debilidades y fracasos, ¡que nos miremos a nosotros mismos en vez de mirar al Señor!
La Biblia dice que "¡no hay justo, ni aun uno! Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. Pecaminoso es el corazón del hombre, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Romanos 3:10,23; Jeremías 17:9) El Señor sabe que ninguno de nosotros es perfecto ni mucho menos; es más, ¡sin el Señor somos todos más bien un desastre! Hasta el gran apóstol Pablo confesó: "Yo sé que en mí, en mi naturaleza pecaminosa, no hay nada bueno. ¡Miserable de mí!" (Romanos 7:18,24)
La Biblia no dice que tengamos que fijarnos en cómo somos, ¡sino que debemos "poner los ojos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe!" (Hebreos 12:2) Tampoco nos manda el Señor que pensemos en todos nuestros problemas, apuros y pesares, ¡porque si hacemos eso, seguro que nos hundirán! ¡Eso fue precisamente lo que le pasó a Pedro cuando Jesús, en medio del mar, le mandó que saliera del barco y anduviera sobre el agua!
Sucedió en medio de la noche. Los discípulos de Jesús estaban cruzando el mar, cuando El se acercó al barco andando sobre el agua. Dice la Biblia que "cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se quedaron aterrorizados y dieron voces de miedo: ún fantasma!' Pero Jesús inmediatamente les dijo: '¡Tengan ánimo; Soy yo, no teman!'"
"Pero Pedro le respondió: '¡Señor, si de verdad eres Tú, manda que yo vaya a Ti sobre las aguas!' Y Jesús dijo: '¡Ven!' ¡Entonces Pedro se bajó del barco, caminó sobre el agua y fue hacia Jesús! Pero al ver el fuerte viento y las grandes olas, tuvo miedo, y comenzó a hundirse, por lo que gritó: '¡Señor, sálvame!' Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él." (S. Mateo 14:25-31)
Cuando Pedro apartó los ojos del Señor y empezó a mirar hacia abajo, a las olas, ¡se preocupó y comenzó a hundirse! ¡Y seguramente se habría ahogado si no hubiera vuelto a poner la mira en el Señor, suplicándole que le ayudara!
Este relato es una excelente ilustración de lo que hace el Diablo muchas veces: trata de desanimarnos para que nos rindamos y nos demos por vencidos, sobre todo cuando atravesamos momentos turbulentos y difíciles, que es cuando más necesitamos andar por fe y no apartar los ojos del Señor. (2Corintios 5:7) El enemigo se presenta y nos tienta para que nos fijemos en las circunstancias y veamos lo imposible que es la situación, para que pensemos en nuestras faltas, fallos y errores, ¡porque sabe que si hacemos eso, seguro que nos hundiremos!
¡Pero Dios tiene muchísimo más poder que el Diablo! Basta pedirle ayuda al Señor para derrotar al Enemigo. ¡Siempre es así! Por eso, el Diablo sólo puede derrotarnos si nos convence de alguna forma para que abandonemos, de que la situación es desesperada y por lo tanto lo mejor es que nos rindamos. Nos dice: "¡No merece la pena!" Si consigue desanimarte y convencerte para que te rindas, ¡entonces seguro que acabarás derrotado! La Biblia nos advierte: "No te canses ni decaigas de ánimo" (Hebreos 12:3; Gálatas 6:9), porque si decaemos de ánimo y abandonamos la batalla en el espíritu, ¡al cabo de poco nuestro cuerpo también decae y dejamos de hacer la voluntad de Dios!
¡Si deseas, pues, serle útil al Señor, y ser una bendición para los demás, tienes que aprender a luchar para vencer el desaliento del Diablo! La Palabra de Dios nos dice que "cuando el Enemigo venga como río, ¡el Espíritu de Dios levantará bandera contra él!" (Isaías 59:19) Si tropiezas y caes y "el Enemigo viene como río" a deprimirte y desanimarte, ¡clama al Señor con todo tu corazón y Dios te rescatará y te dará la victoria! Dice: "Sométete a Dios, resiste al Diablo, ¡y huirá de ti!" (Santiago 4:7)
Así que cuando el Diablo te tiente para que te deprimas y te desanimes... ¡lucha! ¡No escuches siquiera lo que te dice, sus mentiras, y ni se te ocurra rendirte! ¡Resístelo en el nombre de Jesús, reprende sus dudas, temores y mentiras, y pídele a Jesús que te libre! ¡Y te librará!
¡La Biblia nos manda "ponernos toda la armadura de Dios, para poder mantenernos firmes ante las tretas del Diablo"! (Efesios 6:11) Y a continuación enumera todas las partes de que consta la armadura espiritual que necesitamos ponernos (Véase Efesios 6:10-18). ¡La única arma ofensiva que aparece en esa lista es "la Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios"! (Efesios 6:17) Si escoges una promesa bíblica --un verso en el que Dios nos prometa Su poder, Su protección, perdón, misericordia o lo que sea que necesitemos-- y la reclamas en oración, citándosela al Señor en voz alta y hasta al Diablo para resistirlo, comprobarás personalmente que "¡la Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos!" (Hebreos 4:12)... ¡Y que el Diablo no aguanta la Verdad de la Palabra de Dios! ¡Se da la vuelta y pone pies en polvorosa!
Cuando el Diablo te dé la lata continuamente recordándote tus faltas, equivocaciones y defectos, lo mejor que puedes hacer es reconocer sinceramente: "¡Claro que no soy bueno! ¡Por supuesto que no soy capaz de hacer nada bien! ¡Desde luego que meto la pata a cada rato!... ¡Y si no fuera por Dios, sería mucho peor! ¡La única esperanza que tengo es Cristo en mí, la esperanza de gloria!" (Colosenses 1:27)
Todos somos un desastre, ¡y si no mantenemos la mira en el Señor y los pensamientos concentrados en Su Palabra, seguro que sufriremos derrotas, tendremos dudas, nos llevaremos desilusiones y terminaremos fracasados! ¡Por eso, deja de tratar de ser perfecto, porque nunca lo conseguirás! ¡Limítate a hacer lo que te indica el Señor y a hacerlo lo mejor que puedas, consciente de que Jesús es el único que te puede ayudar a hacer algo bien! ¡Olvídate de ti mismo y de tus problemas y piensa en los demás y en sus necesidades! ¡Pues en cuanto empieces a ayudarlos y hacerlos felices a ellos, a ti también te llegará la felicidad! "¡Da, y se te dará!" (S. Lucas 6:38)
Y cuando caigas o hagas algo mal, ¡no dejes que el Diablo te desanime! ¡No te rindas! ¡No te hundas en tus penas! ¡Construye un puente con tus sueños destrozados y vuelve a hacerte a la mar, aunque tengas las velas hechas jirones! ¡Lánzate por fe a ver lo que hace Dios!
¡No mires las olas, a ti mismo y todos tus problemas! ¡Mira hacia arriba, al Cielo! "¡Puestos los ojos en Jesús"! (Hebreos 12:2) ¡Para qué seguir pensando en tus equivocaciones, tus fallos, problemas y dificultades! No les des más vueltas en la cabeza. ¡La Palabra de Dios nos manda pensar en lo bueno! "Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna y algo digno de alabanza, ¡piensa en esto!" (Filipenses 4:8)
Así pues, cuando te veas tentado a deprimirte, desanimarte y descorazonarte, ¡mira hacia arriba! Alaba al Señor y dale gracias por todo lo que ha hecho por ti! Repasa las bendiciones que tienes y llénate la mente, el corazón y hasta la voz de pensamientos positivos y palabras de oración y alabanza, recita las Escrituras y entona canciones al Señor, ¡y eso hará que el Diablo y todas sus tinieblas se desvanezcan! No tienes más que dejar entrar la luz --la Luz de la Palabra de Dios, la oración, la alabanza, el servicio y la ayuda que prestas a los demás--, ¡y las tinieblas se desvanecerán solas! ¡Alabado sea el Señor! ¡Que Dios te bendiga y te guarde animado! En el nombre de Jesús, amén.

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