TRADUCTOR DE LA PAGINA EN OTROS IDIOMAS

martes, 1 de febrero de 2011

¡COMO SUPERAR LOS VICIOS!

¡COMO SUPERAR LOS VICIOS!

Todos tenemos hábitos, tanto buenos como malos. Cualquier cosa que hagamos automática e inconscientemente, o sin decidir específicamente hacerla, es un hábito. Los buenos hábitos o costumbres, como por ejemplo ser ordenado, ser cortés y bien educado, etc., son de mucha ayuda. Pero cuando las costumbres que hemos adquirido son malas o destructivas y vemos que nos resulta difícil o casi imposible cambiar, se llaman vicios.
Existe una historia verídica de un hombre que era dueño de un águila y la tuvo encadenada a una estaca durante muchos años. Con el curso de los años, el águila había llegado a abrir un surco en la tierra de tanto dar vueltas alrededor de la estaca. Ya se estaba haciendo vieja y el amo se compadeció y pensó: «¡Como no le falta mucho de vida, voy a ponerla en libertad!» Y quitándole la anilla de la pata, la tomó en la mano y la lanzó al aire. Pero, ¿qué crees que sucedió? ¡La vieja águila se había olvidado casi por completo de cómo se volaba! ¡Dando unos cuantos aletazos, bajó nuevamente al suelo, se acercó al surco y se puso a dar vueltas sobre él siguiendo la rutina que había tenido durante años! ¡No estaba sujeta con ninguna cadena ni argolla! ¡Lo hacía simplemente por la fuerza de la costumbre!
¡Se ha dicho que las cadenas de las malas costumbres son tan débiles que no se sienten hasta que son tan fuertes que no se pueden romper! ¡Pero el Señor sí las puede romper! Y que «los hábitos son como sogas: cada día se teje un hilo más hasta que al final son irrompibles.» Ambas cosas son muy ciertas.
¿Cuántas veces has intentado deshacerte de un mal hábito y te has visto prácticamente impotente para deshacerte de él o para dejar de hacer tal cosa, por mucho que intentaras hacer uso de tu fuerza de voluntad en contra de ello? Lo cierto es que todos somos débiles y muy humanos y fallamos en algún sentido, y somos susceptibles a muchos problemas diversos que pueden convertirse en vicios y malos hábitos.
Lo que la mayoría de la gente no comprende es que con frecuencia un vicio o una mala costumbre es algo más que una simple reacción natural que tenemos inculcada. Cuando se tiene cierta debilidad y se la consiente y se cede a ella durante un tiempo bastante prolongado, muchas veces hay espíritus malos (demonios) que son causantes de dichos hábitos, y que los aumentan y tratan de mantenernos esclavizados a ellos, y más si son hábitos malos y nocivos para nosotros o nuestra salud, o para nuestra relación con los demás.
Según la Palabra de Dios, es indudable que hay demonios que fomentan ciertos pecados y vicios con la intención de destruirnos por medio de ellos. Como por ejemplo demonios de gula, demonios de alcohol, droga y tabaco, demonios de juego, demonios de perversiones sexuales, de homosexualidad, etc. Esos son algunos de los vicios más evidentes, ¡pero muchos no se dan cuenta de que cosas como el odio, el sentimiento de culpa, el rencor, la preocupación, el orgullo, la envidia, los celos, la santurronería, el temor, decir mentiras y engañar, son también malas costumbres y vicios, y las fuerzas espirituales que atan a las personas a ellos pueden ser igual de intensas y destructivas que la adicción que impulsa a algunos irresistiblemente a jugar, consumir drogas o abusar del alcohol!
Hay demonios que intentan hacerle daño a uno y destruirlo en casi todas las facetas de su vida si uno se lo permite. Eso sucede sobre todo si se tiene alguna tendencia o pecado asediante en algún sentido, como por ejemplo una gran inclinación a ser envidioso o a criticar a los demás. O si se tiene debilidad por el alcohol o alguna otra cosa. El enemigo puede aprovechar eso para tentarlo a uno constantemente.
El alcoholismo es un vicio que ha atormentado a la humanidad durante miles de años, y aunque beber vino con moderación era muy común en tiempos bíblicos, la Biblia habla mucho en contra del abuso constante y exceso de vino y otras bebidas alcohólicas. Ver Proverbios 20:1, 21:17, 23:29-35, 31:4, Efesios 5:18, Tito 2:3. El Señor no sólo te puede liberar del espíritu que produce el alcoholismo, sino que también te puede dar las fuerzas para seguir resistiéndolo una vez te ha librado.
¡Todos sabemos naturalmente que la nicotina y el alquitrán del tabaco son muy perjudiciales para la salud y que se ha demostrado que son una causa importante del cáncer! Los mismos fumadores reconocen en su mayoría que fumar es un vicio y una mala costumbre, pero la cosa es, ¿cómo pueden dejar de hacerlo? ¡Porque puede crear un hábito muy difícil de quitar! El remedio es orar muy seriamente para que el Señor lo libere a uno de la dependencia física de la nicotina y reprendiendo los malos espíritus que podrían estar aumentando y agravando la adicción. ¡Pídele al Señor que te libere y lo hará!
Las drogas también causan un hábito difícil de quitar y son muy perjudiciales. Eso no sólo sucede con las drogas ilícitas sino también con los medicamentos «legales» recetados que compran millones de personas en la farmacia. ¡Muchos producen hábito y, sean cuales sean sus «efectos beneficiosos» --sea evadirse de la realidad o aliviar el dolor-- casi todos tienen efectos secundarios negativos, son perjudiciales y caros! Pero hay una buena noticia: ¡el Señor ha librado a incontables miles de personas de la adicción a todo tipo de drogas! ¡Milagrosamente! ¡Y en muchos casos sin los síntomas que se tienen cuando se deja la droga!
El juego es un vicio que produce tanto hábito como el alcohol o las drogas, y es un ejemplo claro de malos espíritus que lo impulsan a uno a jugarse un dinero que ha ahorrado con mucho esfuerzo al número que salga en los dados, lo que indique la ruleta, la velocidad de un caballo o una partida de cartas al azar. La razón del juego es que se puede ganar dinero fácilmente sin esfuerzo, que es exactamente lo contrario de los valores de diligencia, esfuerzo y ahorro que enseña la Biblia. Asimismo, depender de la suerte es depender de las bendiciones del Diablo. ¡Ya está bastante mal que uno se arriesgue a jugar, pero si se le da bien o tiene suerte, necesita más liberación todavía!
La homosexualidad, o sodomía, como la llama la Biblia, la hemos tratado más en detalle en otra sección de este libro titulada «La destrucción de los Sodomitas». Si tienes el problema de la homosexualidad, no dejes de leer dicho relato y la «reflexión» que lo acompaña.
A muchos cristianos que condenan santurronamente a los que están atrapados en vicios evidentes como el alcoholismo, las drogas o perversiones sexuales les parece lo más normal comer en exceso y estar obesos. Pero la gula, el impulso irremediable de comer, es con frecuencia un hábito que tiene causas espirituales, y hace falta mucha oración y determinación para deshacerse de un hábito tan malo y tan fuerte. Muchas veces, la gula o glotonería es un hábito tan terrible como las drogas o el alcoholismo, y la Palabra de Dios hace muchas advertencias en contra de ella. Ver Proverbios 23:2, 20- 21; 1a de Pedro 4:3)
A propósito de santurronería y del espíritu de criticar y censurar a los demás, son problemas espirituales y vicios muy graves también. Si ves que siempre estás juzgando, criticando y menospreciando a los demás, y te crees mejor que ellos, tienes que orar sin falta para librarte de los espíritus negativos que producen división y te hacen ser de esa manera.
La santurronería está muy estrechamente relacionada con el orgullo, y proviene directamente de él. ¡Y aunque a todos nos asedia el pecado del orgullo y nos estimamos y preocupamos por nosotros mismos, el Enemigo de nuestra alma puede muchas veces aprovechar dicha debilidad humana natural aumentándola hasta convertirla en el más grave de los problemas! El orgullo es la raíz de todo pecado, y fue lo que originó la caída de Satanás. (Isaías 14:12-15) ¡El Señor detesta el orgullo! (Proverbios 6:16-17)
Otros dos vicios comunes que tienen innumerables millones de personas son el odio y el rencor. Como sucede con los demás pecados de la mente y del corazón, son indudablemente debilidades causadas por malos espíritus. Si quieres saber lo que dice la Biblia del rencor o amargura, lee Efesios 4:31; Colosenses 3:19; Hebreos 12:15 y Santiago 3:14-15. Para saber lo que dice del odio, lee Proverbios 10:12, 15:17; 26:26; Gálatas 5:19-21. Esos malos hábitos, no solamente son dañinos y hasta peligrosos para los demás, sino que la ciencia médica ha demostrado que producen toda clase de enfermedades psicosomáticas a los que guardan rencor u odian porque segregan verdaderos venenos en el torrente sanguíneo.
El temor y la preocupación son emociones negativas relacionadas que causan una cantidad increíble de efectos negativos en quien está atormentado por ellos. Tener mucho temor o estarse preocupando constantemente es por lo general algo más que un hábito arraigado o un trauma que acarreamos desde la niñez. El temor en particular es una esclavitud terrible, y la Biblia dice claramente: «¡No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio!» (2a a Timoteo 1:7) Ver también Proverbios 29:25; Lucas 21:26; Hebreos 2:15; 1a de Juan 4:18.
De los celos hemos hablado en otra sección de este libro. (Ver «¡Los celos! ¡Cómo controlarlos!) La sensación de culpabilidad o remordimiento tiene también un claro origen espiritual y está causada por el Diablo, al que la Biblia llama «el acusador de los santos». (Apocalipsis 12:10) La gente generalmente sufre complejos de culpabilidad porque, o bien desobedece y tiene «una horrenda expectación de juicio (castigo)» (Hebreos 10:27), o porque «su conciencia es débil», y por tanto susceptible a las mentiras del Enemigo. (1a a los Corintios 8:7; Tito 1:15) ¡El remedio para un hábito tan opresivo es estudiar la verdad de la Palabra de Dios para saber qué es lo que está mal y qué es lo que está bien, y luego obedecer y hacer lo que está bien! (Hebreos 10:22; Juan 15:3)
Algunos tienen una costumbre irresistible de mentir o engañar. La Biblia deja claro que ése también es un vicio peligroso. Si quieres leer versículos de la Biblia sobre la mentira, mira Salmo 119:163; Proverbios 6:16-17, 10:18, 12:22, 13:5, 26:28; Efesios 4:25. Si quieres leer versículos sobre engañar, mira Proverbios 12:5,17, 14:8,25, 26:24. Podríamos enumerar muchas malas costumbres y vicios más, pero con los anteriores ya tienes unos cuantos ejemplos de algunos de los más corrientes. Pero no olvides que toda costumbre mala o negativa que te perjudica a ti o a los demás es un vicio, y es muy posible que el causante sea el enemigo de tu alma y lo esté utilizando para tratar de derrotarte o hacerte las cosas más difíciles.
Si eres cristiano, los espíritus malos no te pueden poseer de forma permanente, pero sí pueden tratar de meterte en la cabeza pensamientos que te motiven a hacer lo que no debes. Tratan de influir en tus pensamientos y tu espíritu, y de hacer que cedas a dicha influencia. Si no consiguen que cedas a su influencia ni decidas hacer su voluntad, se adueñan de ti y te tienen prácticamente atado por medio de vicios o malos hábitos. Si adquieres un mala costumbre y siempre la estás practicando, puedes terminar totalmente derrotado, hasta el punto de que obedezcas y escuches más al Diablo que a Dios.
Hasta los cristianos nacidos de nuevo que aman al Señor pueden ser a veces víctima de malos espíritus. No pueden estar poseídos en todo momento, pero sí oprimidos o sometidos a la influencia de ellos. El cristiano es propiedad del Señor, quien lo posee es el Señor y su Espíritu. Pero claro, si tienes algún pecado que te asedia, si hay algún rincón oscuro en tu vida o una mala costumbre que no estás dispuesto a someter al Señor, el enemigo te puede molestar y atormentar en ese sentido. Puede aprovechar eso para debilitarte o derrotarte en ese aspecto de tu vida en particular. Por eso dice la Palabra de Dios: «¡Ni deis lugar al Diablo!» (Efesios 4:27) La Escritura los llama «pecados que nos asedian», porque se deben a espíritus que nos atacan, son «pesos» de los que debemos «despojarnos». (Hebreos 12:1)
Si le «das lugar» al Enemigo en tu vida, es como si tuvieras un inquilino malo en tu casa: no es que se haga el amo de la casa, sino que te molesta y te da problemas, y te causa toda clase de daños. Le dices varias veces que se vaya y no te hace caso, ¡hasta que al final, apoyado en la autoridad de la ley --en este caso la autoridad de la Palabra y el nombre de Jesús, lo expulsas a patadas! ¡Si no, no se marcharía!
¡Es lamentable que haya tantos cristianos que dejen pasar tanto tiempo sin librarse por completo de vicios y malas costumbres que tienen muy arraigados! Puede decirse que los albergan y les permiten que se queden sin deshacerse realmente de ellos. No reconocen que sus problemas son espirituales además de físicos, y por eso no adoptan una autoridad espiritual contra dichos espíritus reprendiéndolos y deshaciéndose de ellos.
Lo primero que hay que hacer es estar dispuesto a reconocer que una fuerza espiritual te está aprisionando en ese vicio, y debes desear liberarte hasta tal punto que no sólo estés dispuesto a confesárselo al Señor y clamar pidiéndole a El ayuda, sino que tienes que estar dispuesto a confesarles a los demás que necesitas ayuda y oración para superar esa debilidad y mal hábito. Porque algunos vicios ejercen un control tan grande sobre las personas, incluso sobre los cristianos, que las vuelven prácticamente impotentes para combatirlos por sí mismas.
¡Si tienes algún problema grave de ese tipo y no consigues librarte orando por tu cuenta o tratando de resistir por ti mismo ese vicio, tienes que hablar con otros cristianos que estén llenos del Espíritu a quienes conozcas y en quienes puedas confiar, y decirles que tienes un problema grave y quieres que oren en grupo por ti! Jamás debes avergonzarte de pedir ayuda u oración cuando lo necesites.
No olvides que la Palabra de Dios dice: «Uno puede perseguir a mil, pero dos pueden hacer huir a diez mil» (Deuteronomio 32:30), y es de mucha ayuda tener a alguien contigo para orar cuando te sientas oprimido, agobiado o atacado por el Enemigo. «Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.» Y, «si dos de vosotros se pusieran de acuerdo acerca de cualquier cosa que pidieran, les será hecha por mi Padre qu está en los Cielos.» (Mateo 18:19-20)
«Si está alguno enfermo entre vosotros (no sólo física, sino también espiritualmente), llame a los ancianos de la iglesia y oren por él, y la oración de fe salvará al enfermo. Y si ha cometido pecados le serán perdonados. Confesad vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.» (Santiago 5:14-16) Al orar, cita y recuérdale al Señor las promesas que ha hecho en su Palabra. Recordarle a Dios su Palabra es señal de que se tiene fe en ella. El ha prometido cumplir su Palabra, de modo que recuérdasela, aférrate a sus promesas, apréndetelas de memoria y cítalas continuamente, y no dudes por un momento que Dios va a contestar. ¡Y contestará! ¡Tiene que hacerlo! ¡Si sinceramente deseas librarte y oras pidiendo una auténtica victoria sobre tus malos hábitos, el Señor te ayudará! ¡Jesús nunca falla! Siempre responde cuando se clama a El de todo corazón.
¡«Toda potestad me es dada en el Cielo y en la tierra», dijo Jesús (Mateo 28:18), y como tenemos a Jesús, tenemos su poder, de forma que hasta los espíritus malos y los demonios nos están sujetos! (Mateo 10:1, Lucas 9:1, 10:17-19, Hechos 8:7) ¡Si tus malos hábitos son obra de potencias demoniacas, puedes reprenderlos en el nombre de Jesús y no tienen más remedio que irse!
Para superar un vicio o una mala costumbre, lo primero que tienes que hacer es librarte de la fuerza espiritual causante de dicho mal hábito. Es posible que antes de que te libres, el espíritu que te ata tenga control, ¡pero una vez te hayas librado, tendrás las fuerzas para resistirlo y evitar que vuelva!
Pero aun después de haber orado, a veces hace falta un poco de tiempo para liberarse por completo del hábito. Aunque te has librado del espíritu, la costumbre todavía está arraigada en ti, y es posible que el espíritu intente volver tentándote por un tiempo aprovechándose de tu debilidad o tendencias en ese sentido. Y más si cierta debilidad o vicio es una costumbre o un problema que has tenido durante años. Eso te hace mucho más susceptible a los ataques en ese sentido. Así que es posible que durante algún tiempo después de la oración sigas teniendo algunas batallas todavía. ¡Pero no te des por vencido! Hay que luchar mucho para superar un hábito que ha estado arraigado durante años, pero tienes que resistirte contra el mismo hecho de pensar en hacer esas cosas otra vez. ¡Reprende la sola idea de la tentación, cita las Escrituras y alaba constantemente al Señor!
Si tienes tentaciones, la culpa no es tuya. Nadie puede evitar tener tentaciones, ¡pero no tienes que caer en ellas! «¡No puedes evitar que vuelen los pájaros sobre tu cabeza, pero sí que puedes evitar que aniden en el pelo!» ¡Ataca al Diablo devolviéndole el golpe cada vez que pruebe sus tácticas contigo! ¡El Diablo sólo puede ganar si tú te rindes! Mientras no dejes de luchar, nunca podrá ganar! «¡Resistid al Diablo y huirá de vosotros!» (Santiago 4:7) En tanto que sigas resistiéndolo, tendrá que seguir huyendo. Pero si dejas de resistirlo, se valdrá de sus mentiras, tentaciones y medios de persuasión para ganar. Cuando el Diablo tentó a Jesús, el Señor lo combatió a base de versículos! (Lucas 4:1-13) ¡De modo que cita la Palabra de Dios y reprende al Enemigo!
Hay transformaciones que son instantáneas, de la noche a la mañana, pero otras llevan tiempo. No te puedes deshacer necesariamente de algunos hábitos en un día, porque el Enemigo no cede voluntariamente un terreno que ha tenido tanto tiempo controlado. Cuando alguien ha tenido una debilidad y canales abiertos al enemigo, éste intenta volver si puede. Pero si continuamente estás orando y pidiéndole al Señor que te proteja, te libre y te dé una victoria total, e invocas y citas su Palabra, El lo hará! «¡A quien el Hijo libera es verdaderamente libre! (Juan 8:36)
Una de las mejores formas de protegerte es estar siempre ocupado sirviendo a Dios y al prójimo, haciendo lo que sabes que es tu obligación, y al mismo tiempo ocupar la mente y el corazón con pensamientos positivos, alentadores, fortalecedores y edificantes de Su Palabra, recordándola, memorizándola y citándotela constantemente a ti mismo y hasta al Enemigo cuando te ataque. ¡Y «ora sin cesar»! (1a a los Tesalonicenses 5:17) Como dice un poema: «¡El Diablo sale disparado cuando ve al más débil de los santos arrodillado!»
«Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros (Jesús) que el que está en el mundo (el Diablo).» (1a de Juan 4:4) ¡El poder del Señor es mucho mayor, y puede romper todas las cadenas que te puedan aprisionar!
¡Sea cual sea tu mala costumbre, Jesús te puede liberar! Tú, ¿eres libre? ¿O necesitas ayuda? «¡Pide y se te dará!» ¿Amén?

* * *

A continuación te damos un ejemplo de una oración que puede serte útil rezar para librarte, ya que no sólo te ilustra cómo puedes clamar al Señor para que te ayude a superar ciertos vicios, sino también cómo puedes invocar y citar versículos mientras reprendes al Enemigo:
(Oración:) ¡Señor Jesús, en este momento te invoco a Ti con todo mi corazón para pedirte, mediante el poder de tu Espíritu Santo que me liberes de la tremenda atadura que ejerce en mi vida este vicio! ¡Jesús, Tú dijiste en tu Palabra que mayor es el que está en mí (¡Tú en mi corazón, Señor!) que el que está en el mundo (el Diablo)! ¡Por eso, sé que Tú eres más poderoso que el Enemigo y puedes superar este vicio! Tú dijiste: «Toda potestad me es dada en el Cielo y en la tierra», y: «¡Si pidiereis cualquier cosa en mi nombre, Yo la haré!» ¡Por eso, te pido en este momento, Jesús, que sueltes toda atadura que tenga el Enemigo en mi vida y destruyas el poder de esta mala costumbre! ¡Reprendo al Diablo y toda su influencia en este momento, en el nombre de Jesús!
Tu Palabra dice: «No deis lugar al Enemigo», ¡y no quiero nada que no sea de Ti, Jesús! Tus discípulos dijeron: «¡Aun los malos espíritus nos están sujetos!». ¡Así pues, invoco esa promesa, reivindico esa autoridad espiritual sobre el poder del Enemigo, ahora mismo! ¡Y reprendo al Diablo en el nombre de Jesucristo! Reclamo tu promesa, Señor: «¡Resistid al Diablo y huirá de vosotros!» ¡Te resisto, Satanás, en el nombre de Jesucristo! ¡Te ato y rechazo toda influencia tuya en mi vida, todo poder que puedas tener sobre mí, en el nombre de Jesús!
¡Jesús, Tú has prometido que cuando clamemos a Ti de todo corazón, Tú nos responderás! ¡Jesús, estoy clamando a Ti con todo mi corazón para que me libres! ¡Cuento con que lo hagas! Tú has prometido que todo lo que atemos en la tierra será atado en el Cielo, y que todo lo que soltemos en la tierra será soltado en el Cielo. ¡Por eso, ato el poder del Enemigo en tu nombre y suelto la atadura que tiene sobre mí, y te pido que lo arrojes lejos de mí para nunca volver! ¡En el nombre de Jesús! ¡Lo doy por hecho, Señor! ¡Gracias, Jesús! ¡Gracias por liberarme! ¡Ayúdame ahora a adoptar una postura de fe contra las maquinaciones del Enemigo! ¡Te ruego que me des fuerzas espirituales para hacer lo que esté de mi parte para resistir la tentación, y a seguir siempre libre de estas costumbres tan arraigadas, Señor! ¡En el nombre de Jesucristo! ¡Amén!»

No hay comentarios:

Publicar un comentario